Pedro Brenes * / Artículos de opinión.- Jordi Gual es subdirector de La Caixa y responsable de Estudios y Análisis Económicos de esa entidad. Como reconocido y muy respetado especialista, intervino recientemente en el III Ciclo sobre la Crisis Económica Global, organizado en la ciudad de Las Palmas por La Caixa y un diario local.
Veamos lo que este ilustre economista nos dice sobre la “crisis global”. En primer lugar nos advierte de que la crisis “continúa fuera de control” porque las medidas tomadas “han sido insuficientes”. Sin embargo, acto seguido declaró que “a pesar de todo intento ser optimista” y se mostró confiado en que la crisis en España “no se prolongue más allá de cinco años”.
¡Cinco años! ¡Y éste es el optimista! ¿Cómo deberíamos entonces llamar a los que siguen anunciando que la salida de la crisis se producirá en el año 2010? ¿Ilusos? ¿Ignorantes? ¿Cínicos? Hemos de agradecerle al señor Gual que, al menos, empiece a reconocer que la recesión -que no crisis- se convertirá en depresión y durará muchos años. Algo que ya saben desde hace tiempo todos los gobiernos y todos los banqueros, aunque se empeñan en ocultarlo para “generar confianza” y “evitar conflictos sociales”.
Pero el subdirector de La Caixa, al igual que todos los economistas burgueses, sigue negándose obstinadamente a reconocer que la situación económica actual, caracterizada esencialmente por el descenso progresivo y cada vez más acelerado del consumo, no puede tener solución en el marco del actual sistema capitalista, y que la única vía para salir de la recesión económica es la ruptura y la superación ideológica, cultural, económica y política de ese marco históricamente agotado.
Pero el pobre señor Gual no contempla, en realidad ni siquiera puede imaginar, una alternativa al sistema capitalista, al que considera el único posible. Su castración ideológica lo incapacita para comprender que la causa y el origen de la crisis es la acumulación de la riqueza en manos de los capitalistas por medio de la brutal intensificación de la explotación de los trabajadores asalariados que, al perder su capacidad de compra, retraen el consumo lo que provoca la paralización del ciclo económico productivo.
Tampoco entenderá nunca, o más bien deberíamos decir que no quiere entenderlo ni se atreve a reconocerlo, que la única solución a la crisis es el aumento del consumo, lo que implica aumentos de salarios y no su congelación, y mejoras de las prestaciones sociales y las pensiones y no su reducción.
Es curioso comprobar cómo hace ya más de un siglo Federico Engels, en su prólogo a la obra de Carlos Marx “Trabajo asalariado y capital”, desesperaba ante la incapacidad de esta gente para comprender los principios científicos de la Economía Política y decía:
“...tengo que dar las necesarias explicaciones. Tengo que darlas a los obreros, para que vean que no se trata de ninguna sutileza de palabras, ni mucho menos, sino de uno de los puntos más importantes de toda la Economía Política. Y a los burgueses, para que se convenzan de cuán por encima están los incultos obreros, a quienes se puede explicar con facilidad las cuestiones económicas más difíciles, de nuestros petulantes hombres “cultos”, que jamás, mientras vivan, llegarán a comprender estos intrincados problemas.”
Pues bien, para los trabajadores, no para estos economistas burgueses completamente perdidos en su ceguera ideológica, debemos aclarar que lo que “continúa fuera de control” no es la crisis. Los que continúan fuera de control son los culpables de la crisis, que no solamente siguen en sus puestos dirigiendo los bancos y las grandes empresas, lo que equivale a decir que controlan toda la economía, cobrando sus fabulosos honorarios y sus astronómicas comisiones, sino que encima los gobiernos burgueses a su servicio les regalan el dinero público que todos pagamos con nuestros impuestos.
Y tampoco es cierto que las medidas tomadas -regalarles el dinero del presupuesto nacional- “han sido insuficientes”. Si así fuera bastaría con aumentar los “rescates” para salir de la crisis. Pero no, las medidas tomadas no han sido insuficientes, han sido inútiles.
Porque, ¿de qué sirve darle dinero a los bancos si se niegan a dar créditos? ¿De qué sirve darles dinero a los fabricantes de automóviles si continúan despidiendo trabajadores y parando las líneas de montaje porque no se venden coches?
Y no se venden coches porque los trabajadores asalariados, que son la inmensa mayoría de la población, cada vez tienen menos posibilidades de comprarlos porque los salarios reales bajan constantemente, porque están en el paro o porque temen perder su empleo.
De manera que, para salir de la recesión económica, hay que hacer que el dinero llegue no a la industria automovilística, que no fabricará más de lo que pueda vender por mucho dinero que le regale el gobierno, sino a los potenciales compradores a través de subidas salariales, empleos de calidad, mejores prestaciones sociales y pensiones dignas.
Pero de todas las simplezas que dijo Jordi Guel en su magistral conferencia quizá la mejor, coincidiendo con el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, fue aquélla de que “para salir de la crisis tendremos que trabajar dos horas más ganando lo mismo”.
Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Es evidente que los señores de La Caixa no se han parado siquiera a pensar qué piensan hacer con los productos fabricados en esas dos horas de trabajo extra no pagado. Y siguen sin querer enterarse de que mientras no haya quien los compre sólo servirán para ser acumulados en los almacenes y aumentar los stoks sin posibilidad de salida comercial.
Como pueden ver, a estos ignorantes sólo se les ocurre una estupidez detrás de otra. Y si permitimos que semejantes incompetentes continúen al frente de los bancos y las grandes empresas, controlando la actividad económica y las decisiones políticas, nos llevarán con toda seguridad a la ruina más completa y a la destrucción de la sociedad.
Sólo el avance firme y decidido hacia la nueva sociedad y el nuevo sistema económico y político socialista nos salvará del desastre. Pero para eso es necesario que los trabajadores tomen las riendas, arrancándolas de las manos de los burgueses y sus lacayos.
Pero no entregarán el Poder por las buenas. Tendremos necesariamente que arrebatárselo por la fuerza. Y para eso los trabajadores debemos, desde ahora, prepararnos para expulsar a todos estos inútiles de la dirección económica y política y constituir nuestro propio Estado, destruyendo sin contemplaciones el podrido sistema capitalista, salvando así al mundo de la barbarie.
(*) Pedro Brenes es militante del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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