Ramón Afonso / Artículos de opinión.- A pesar del secretismo con el viaje y su propósito, se ha conocido la noticia de que la Directora General de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias, Carmen Delia González, acaba de regresar de Israel donde asistió a unos cursos de formación impartidos por una empresa “privada” de seguridad. Aunque se podía haber recurrido a la experiencia de otras policías autonómicas como La Ertzaintza o los Mossos d'Esquadra, a José Miguel Ruano, Consejero de Presidencia, Justicia y Seguridad, se le ha visto el plumero enviando a su responsable policial a que beba de la fuente del servicio de inteligencia (Mosad) y de la policía del régimen sionista. ¿Será porque cuentan con una dilatada experiencia en asesinatos selectivos, masacres indiscriminadas, atentados con explosivos, brutales métodos para la neutralización de manifestantes, detenciones arbitrarias no sólo de palestinos sino de pacifistas y activistas de izquierda israelíes? Me temo que sí. Su última “hazaña” -la hemos podido ver por televisión- ha sido el genocidio palestino en la Franja de Gaza. Es un alivio que ya no existan las SS ni la Gestapo pues nuestro consejero podría caer en la tentación de aplicar sus técnicas y métodos en estos peñascos atlánticos.
En Canarias, como en otras partes, la dureza de la crisis, la actual fragilidad de una izquierda fragmentada y dispersa, la falta de un discurso de clase claro y contundente y el control social que ejercen los grandes sindicatos, está animando a los agentes del poder a provocar estallidos de violencia, en muchos casos gratuita, con los que ir creando un clima propicio para que la ciudadanía no sólo contemple con normalidad la necesidad de incrementar el número de agentes sino, además, de justificar la represión policial indiscriminada que se avecina. Es precisamente la simbiosis entre los medios de comunicación (de persuasión) y el poder lo que crea las condiciones favorables para la construcción de este escenario. Los telediarios de la Televisión Autonómica nos pueden servir de ejemplo: tras una insignificante información política -la crónica diaria de los tejemanejes parlamentarios del Tripartito- dedica el resto del espacio a informar sobre asesinatos, accidentes, tragedias familiares, agresiones callejeras, atracos, detención de delincuentes y una nutrida crónica de tribunales; es decir, espectacularizan la violencia para intimidar e instalar a los ciudadanos en el contexto deseado. Otros, como el periódico “El Día”, utilizan una táctica que consiste en situar a canariones, godos, negros y moros en el centro de la diana de los odios de los ciudadanos más frágiles y manipulables al conferirles el título de enemigos acérrimos de Tenerife. A estas alturas me niego a seguir creyendo que las soflamas soberanistas, con esa insólita carga de violencia de sus editoriales, sólo sean desvaríos seniles del propietario del periódico de mayor tirada de Canarias. Es mucho más probable que respondan, aun sin pretenderlo su autor, a una estrategia para embarcar a los trabajadores y sus organizaciones en luchas que no son las suyas, abanderando batallas y soberanías ajenas que los aleje de los objetivos de clase que deben guiarlos en estos momentos de crisis capitalista. Una vez atrapados en esta aventura será muy difícil soltar amarras. Pensemos y actuemos en consecuencia.
Dada la excepcional cantidad de material de uso represivo que ha llegado a los cuarteles y comisarías de Canarias en los últimos meses -pelotas de goma, pasamontañas, cascos con protección frontal y trasera, guantes anticortes, chalecos anticontusión y antipinchazos, defensa para intervención en actos concurridos y defensa extensible, grilletes especiales para control de detenidos, escudos de protección- se podría suponer que los responsables de los cuerpos y fuerzas de seguridad en el Archipiélago esperan un año calentito.
Sería de ingenuos pensar que este material se empleará para disolver manifestaciones similares a la de los “trabajadores” autónomos que con traje y corbata se concentraron estos días en Madrid acompañados por la diputada de CC Ana Oramas. Sería también de cándidos especular con que la Unipol (cuerpo de élite de la Policía Local de S/C de Tenerife) si tuviera que detener a los empresarios que intentaron sablear a todos lo ciudadanos de Tenerife haciéndose con los terrenos de Las Teresitas utilice la misma e inusitada violencia con que actuó hace unos días en la detención de unos pequeños delincuentes en el barrio obrero de Juan XIII.
De hecho, los primeros en comprobar la calidad del material antidisturbios y la brutalidad policial han sido los estudiantes de la Universidad de La Laguna por protestar contra la mercantilización de la educación superior, contra el plan Bolonia. Una vez más, el rector Domenech se cubrió de gloria enviando a la policía contra una pacífica manifestación estudiantil. Luego fueron los trabajadores del Puerto de la Luz que se oponían al despido de más de 150 estibadores. La innecesaria ferocidad con que se emplearon la Policía y la Guardia Civil respectivamente con estudiantes y portuarios nos indican quiénes han sido y van a seguir siendo los “agraciados” con cargas policiales, porrazos a tutiplén, detenciones…Viendo las imágenes, daba la impresión de que estaban poniendo en práctica, con antisistemas de carne y hueso, las lecciones aprendidas en los simulacros por ordenador.
Mientras los trabajadores que cada día pasan a engrosar el ejército de desheredados, de parados y de pobres son golpeados por la represión de unos cuerpos de seguridad costeados con los impuestos con que hasta “ayer” contribuían estos desempleados de hoy, sus patronos, los empresarios y emprendedores que acumularon inmensas fortunas evadiendo impuestos en tiempo de bonanza, que compraban deportivos a sus hijos, segundas y terceras residencia a la madre de sus hijos -la parienta, que dirían ellos- y apartamentos a sus amantes, materializando de camino capitales RIC (Reserva de Inversiones Canarias), son lo que reclaman más policía -en Canarias el número de policías por habitante supera con creces la media nacional- para proteger un patrimonio privado construido, casi en su totalidad, por el esfuerzo colectivo.
Por eso, podríamos empezar por denunciar que cuando Paulino Rivero, Presidente del Gobierno de Canarias, reclama al Estado una de deuda histórica de 6000 millones de € lo hace con la premisa de que la mayoría de esos millones vayan a parar a las cuentas de quienes lo auparon al Olimpo Ultraperiférico. Que la verdadera deuda histórica con los trabajadores y trabajadores canarios está en los artilugios fiscales contemplados en el REF (Régimen Económico y Fiscal) y, por lo tanto, en su mano está la derogación de esos infernales mecanismos de evasión de impuestos -Ric, Rea, Zec- y la devolución a las arcas públicas de los miles de millones de impuestos no pagados, eso son los capitales Ric, por lo menos los que no han podido ser depositados en algún Hedge found (fondo de inversión), esos activos contaminados de los que tanto se habla desde que estalló la crisis capitalista. Que si el Tripartito estuviera interesado de verdad en aplicar medidas reales contra la crisis, contra la negativa de los bancos a financiar a los pequeños empresarios y a las familias, convertirían las Cajas de Ahorro de Canarias en verdaderas entidades financieras públicas con el control democrático necesario para que cumplieran con esa función social. Por ahí deben circular nuestras demandas, no nos dejemos confundir con falsos debates identitarios.
Estamos seguros de que el “gobierno de concentración” conformado recientemente en Madrid tras los acuerdos de CC, PP y Psoe rechazará de plano nuestro preliminar grupo de demandas. Por el contrario, apelará al socorrido pacto social que tan buen resultado le dio al capital en la transición. Nos exigirán otra vez que aparquemos los intereses de clase y antepongamos los “intereses generales”. Nos intentarán camelar con lo de que la crisis nos afecta a todos por igual y, por lo tanto, debemos remar en la misma dirección y abrocharnos el cinturón… En fin, pretenderán otra vez obligarnos a hacer lo posible por restablecer la tasa de beneficios de la burguesía.
Ramón Afonso
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