Samir Delgado * / Artículos de opinión.- La presentación de la revista Insularia en la universidad lagunera fue una oportunidad única que no se debía desperdiciar, por muchos apagones eléctricos y vicisitudes terrenales que impidiesen a los habitantes del campus universitario acudir a la cita convocada casi hasta con señales de humo.
En un lugar tan emblemático para las musas como es la facultad de filología, caldo de cultivo de investigaciones hechas con letras, revistas literarias y generaciones poéticas, no podía faltar la ocasión para que los empeños de la Asociación Canaria de Escritores- cada vez más crecidita en madurez gracias al esfuerzo de sus juntas directivas- estuviesen materializados en una segunda revista ya al alcance de los pupitres.
Y así fue que en el apretado itinerario marcado en la agenda personal de Luis León Barreto y Rosario Valcárcel aparecía el estacionamiento en el parking de la universidad- ¿o mejor decir en la universidad del parking?-haciendo de esta forma un esfuerzo titánico ante el vértigo de nuestros relojes de arena y sacarle todo el jugo posible a su periplo tinerfeño, todo ello tras el éxito de las presentaciones pasadas en el Ateneo o el Club Prensa y antes de tomar rumbo al sur casi con la vista puesta en la capital majorera. Todo esto, hay que decirlo, hecho con una energía de calderas telúricas y saliendo fuera de órbita con el trasiego vital de llevar las cajas de revistas empetadas en el portabultos, con las voces resonando atrás del director J.R Tramunt, Victor Álamo de la Rosa, Juan Carlos de Sancho, una entrevista a Ángel Sánchez en su casa biblioteca de la tamaran profunda, poemas de Ernesto Delgado Baudet o Elica Ramos que como buen tándem allí también se personaron, además de otros colaboradores como el periodista Eloy Vera y asiduos de la cultura canaria como el escritor Juan José Delgado.
Al final todo salió bien, fueron movidas las persianas del salón de actos para airear los silencios y se repartió holgadamente la revista literaria que está llamada a servir de espacio común y compartido frente a los aislamientos patológicos del creador isleño, aprovechando con mucha ética el apoyo de la Dirección General del Libro y asumiendo los retos posmodernos de la era digital augurada por el canadiense Marshall McLuhan.
Insularia tiene papeletas para servir de algo más que de placebo ante la enfermedad degenerativa del mercado editorial, satisfacer nuestra dependencia emocional al papé satén -como diría Padorno-, mantener el cultivo de la tradición y los apetitos de vanguardia gracias a los rudimentarios textos con olor fresco a tinta impresa que desde Gutenberg han servido para dar testimonio de nuestro paso por el mundo.
Y es que, hoy más que nunca, la escritura en las islas toma la forma de una actividad testamentaria, el sentimiento de pérdida y la conciencia de crisis permanente marcan sin duda todo quehacer literario que vuelque su producción en el terreno del compromiso y la solidaridad.
El proceso irrefrenable de las nuevas tecnologías de la información resulta un impacto crucial para el desvanecimiento de la soledad creativa y la constatación de nuestra pertenencia inexcusable a un presente social que acelera los cauces de la escritura hasta un punto asfixiante.
Ya no quedan puntos oscuros en la panorámica visible de la realidad, toda escritura disfruta en su génesis de un ventanal amplísimo que ofrece a la carta todas las bellezas y las atrocidades del mundo, algo que hace que el nivel de responsabilidad ética, estética y política aumente proporcionalmente a la multiplicación de estas posibilidades en el folio blanco.
Ojalá tuviéramos muchas revistas más sin fecha de mortandad y que los autores de las islas se arrejunten al menos por una vez. Del pasado tenemos que aprender mucho. Fetasa, Sintaxis, Liminar y un sin fin de revistas que han marcado huella en su época. Que no sea por la escasez de medios que los proyectos se vengan abajo, ya que siempre nos quedará la vietnamita de la clandestinidad que tanta tinta derramó precisamente desde las catacumbas de la universidad.
Parafraseando al escritor asturiano Xuan Bello, para el caso que nos preocupa, ocupa y desocupa, con los pies puestos sobre el jable de las islas y evitando a toda costa que nuestros documentos se extravíen por el frío anonimato del ciberespacio, tal vez Insularia nos sirva para que las estrellas de la literatura canaria formen parte con derecho propio de la mismísima galaxia gutenberg.
Samir Delgado
www.samirdelgado.org
20 de marzo de 2009
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