J.M. Álvarez * / Artículos de opinión.- Me permito la licencia de utilizar una expresión típicamente militar en el título de este artículo, pues viene como anillo al dedo para recoger la noticia de que el Gobierno español, a propuesta de la ministra de Defensa Carmen Chacón, ha modificado las exclusiones médicas que determinan el ingreso en los centros de adiestramiento militar, o sea, los cuarteles de toda la vida donde se enseña a matar seres humanos, por mucho que los “modernos progresistas” pretendan presentarlo como un trabajo más, igual que el de la señora de la limpieza.
La nueva normativa ha sido impulsada por la ministra, tras conocerse que Aitor un ciudadano nacido mujer, fue rechazado dos veces por el Ejército al carecer de órganos genitales masculinos aunque legalmente sea varón. Su caso llegó hasta Carmen Chacón, que decidió cambiar la norma. En su encomiable empeño, fue apoyada por la también ministra Bibiana Aido, titular de un ministerio virtual, y Pedro Zerolo, miembro de la Ejecutiva del PSOE, cuyo fervor antibélico desapareció por arte de magia, cuando su partido llegó al Gobierno.
Dice Aitor que la ultima vez que fue rechazado sintió “una vergüenza muy grande, un trato vejatorio” (sic); con todos mis respetos hacia su condición sexual (no es causa de este artículo), me pregunto si alguna vez sentirá vergüenza por servir a la oligarquía expoliando recursos ajenos, matando y vejando, si llegara el caso, a civiles inocentes en lejanas fronteras. Su deseo de ser soldado, no está justificado ni siquiera por la presencia de millones de desempleados, pues entre éstos hay quienes no admiten ganarse la vida a costa de arrebatársela a los demás, pese que muchísimos de ellos se encuentran al borde de la exclusión social.
Un enorme gesto, una "heroica" acción la de la ministra y sus colegas. Seguro que todos ellos (fieles a su clase) jamás moverán un dedo para impedir el ingreso en los centros cuarteleros de quienes carecen, no de determinados órganos sexuales, sino de un cerebro pensante. Ignoro si Aitor tiene cierta conciencia social, derivada de los problemas que, seguro, le habrá provocado su opción sexual. De ser así, no se entiende su afán militar, pues la ausencia de una minima capacidad analítica, unida a la presencia de los instintos más primitivos del ser humano, son requisitos propios de cualquier ejército burgués. Justo lo contrario a los valores que deben estar presentes en un ejército del pueblo.
J.M. Álvarez
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