Orestes Martí * / Artículos de opinión.- "El problema… es que (la revolución) está hecha por humanos imperfectos". Así dice Hernando Calvo Ospina (1961) un colombiano que combina su ágil pluma con la pupila de los rastreadores de temas polémicos. Escritor y periodista, reside en Francia. Colabora con la famosa publicación Le Monde Diplomatique. Entre sus libros publicados se encuentran ¿Disidentes o Mercenarios?; Don Pablo Escobar; Ron Bacardi, CIA, Cuba y Mundialización; El Equipo Choc de la CIA. Su último libro "Cuba: 50 años de Revolución, ¡Hasta la Victoria Siempre!" fue publicado en Paris el 31 de enero con gran aceptación de público.
Pregunta: (P) Cuba se acerca a la celebración de su 50 aniversario ¿vivió aquel acontecimiento? ¿Cómo lo recuerda?
Hernando Calvo Ospina (HCO). Yo aun no había nacido cuando sucedió la Revolución cubana. Recuerdo, eso si, que siendo muy niño mis padres me llevaban a Pereira, al sur occidente del Colombia. En esa ciudad ya existía un barrio llamado «Cuba», donde vivían familiares. Era un barrio humilde. Y yo tenía la obsesión de encontrar a Fidel Castro. Ese barrio, en aquella época, hacia finales de los años sesenta, quedaba a las afueras de la ciudad. Cerca había unas plantaciones de caña de azúcar, a donde pedía que me llevaran pues quizás encontraba ahí a Fidel. Pensándolo hoy, me llama la atención el que sintiera esa atracción hacia Fidel y Cuba, cuando lo normal es que se le tuviera miedo porque la propaganda decía que él mataba los niños para ponerlos en latas de conserva, o los enviaba para detrás de la «cortina de hierro», o sea a los países socialistas, en particular la URSS. Esa era la propaganda, y que muchísimos creyeron en América Latina. Tengo pasajes en mi memoria donde me veo caminando de la mano de mi padre buscando a Fidel. Y él sonríe. Creo que es urgente que le pregunte a mis padres cómo vivieron la revolución cubana, y lo que se decía de ella. Si tengo esos recuerdos es porque a ellos no les afectó mucho la terrible propaganda. Aunque en algo debió incidirles, porque fue tanta y tan tenebrosa que de seguro debieron dudar y hasta temer.
HCO: Nací en Cali, ciudad del sur occidente colombiano. Me crecí en uno de los barrios más pobres del país. Además de rancheras y tangos, la otra música que escuchábamos era la cubana, la realizada antes de la Revolución. No tenía nombre de son, chachachá o mambo: era "música cubana". Y con ella aprendimos a bailar. Cali fue junto a Buenaventura, puerto sobre el Pacífico, y Barranquilla, en el Caribe, donde esta música se mantuvo viva. Los ritmos que se crearon con la Revolución fueron totalmente bloqueados, prohibidos, y afuera quedó la sensación que con ella "hasta" la música había acabado. Tan solo en los años ochenta sus sonidos empezaron a regarse de nuevo por el continente, y así comprobamos que el mítico y delicioso son no había partido de Cuba, como repetían algunas canciones producidas en Miami.
La influencia de la Revolución también la viví durante mis estudios secundarios. Las nacientes inquietudes políticas de nuestra joven generación tenían a Cuba entre las referencias. Y sin necesidad de ser militante del Partido Comunista. Cuba, por su influencia en el acontecer internacional, siempre estaba presente en nuestras luchas estudiantiles. El sueño de muchos era viajar a Cuba para "tocar" lo que ya era un mito rebelde. Pero bueno, las condiciones económicas de la inmensa mayoría nos relegaban el sueño a leer sobre ella y apoyarla.
Por la misma época llegó la "música protesta" o Nueva Trova. Y ahí surgieron las discusiones con una parte de la dirigencia de izquierda que quería "meternos" una música que, en el caso de Cali, nada tenía que ver con nuestras vivencias de barrio humilde. Su letra no estaba mal, pero su sonido no nos calentaba la piel. Mientras la pequeña burguesía intelectual y de izquierda se casaba con la Nueva Trova, la música popular bailable gozaba y compartía amores y rebeldías con nosotros, con el "lumpen-proletariado". Por eso, cuando en los ochenta llegaron los ritmos bailables producidos con la Revolución, para nosotros no fue un descubrimiento porque en nuestras esquinas, calles, salas y solares habíamos cuidado de sus antecesores.
P: ¿Qué opinión le merece el bloqueo norteamericano a Cuba? ¿Aconsejaría a la nueva Administración norteamericana su levantamiento atendiendo al reclamo de la opinión pública internacional, especialmente a los resultados de las votaciones de la ONU?
HCO: Es una vergüenza, no solo de Estados Unidos, sino de todos los gobiernos que lo apoyan, de una u otra manera. Porque aunque muchos de ellos se opongan en el papel, en las votaciones en la ONU, le siguen el "juego" a Washington.
P: ¿Cuáles considera son la "asignatura pendientes" del proceso revolucionario cubano?
HCO: Creo que con sus errores, la Revolución tiene buenas bases. El problema de ella es que está hecha por humanos imperfectos. Creo que muchos cubanos no han sabido apreciar el papel casi paternalista de la Revolución. Mientras Papá-Estado hace hasta milagros por buscar el bienestar para la población, algunos parecen decir: "lo que nada cuesta, hagámoslo fiesta". Es un gran reto para una Revolución que apenas está creciendo, pues cincuenta años no son nada para los 500 que la nación vivió dentro de un sistema enfermizo. Cuba es una escuela para otros procesos que van caminando en el continente: el ser papá sin ser paternalista, y que los ciudadanos aprenda a conservar porque todo cuesta, hasta vidas.
P: ¿Cuáles son sus expectativas de la Revolución cubana en los próximos años?
HCO: El camino no está fácil, pero no imposible. Hoy Cuba no está sola. Quien se va quedando aislado es Estados Unidos. El reto de Cuba no es simple, porque no solamente debe proseguir y mejorar para el interior sino para el exterior porque ella es ejemplo. ¡Qué dura tarea!
2-02-2009
Las Palmas de Gran Canaria - La Habana, Cuba- Paris, Francia
Orestes Martí
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