Francisco Javier González / Artículos de opinión.- Recuerdo que de niño, en las excursiones con mi padre por las agrestes tierras de Anaga, se veían los guirres planear en el cielo tagananero sobrevolando los inaccesibles dragos guindados del Roque de las Ánimas rumbo al Barranco de Ijuana –hoy resonante de ecos fetasianos nacidos de las ensoñaciones de Isaac de Vega-. Los recuerdo luego, guayete medio galletón, verlos desde el Pris tacorontero, haciendo guardia en salientes de La Garañona esperando a que el paisanaje despeñara algún burro moribundo o alguna cabra con incurable tetera negra. Luego, de pronto, cuando las mareas de chonis inundaron las costas de hoteles y apartamentos y nuestros magos devinieron en camareros, desaparecieron. Quedó un aburrido y solitario ejemplar, preso en las ferrugientas mallas de un aprendiz de zoo, de escasos habitantes, en un rincón del chicharrero Parque García Sanabria. Luego, ejerciendo ya de pibe enamorado, vi en el Barranco de La Guancha y las llanuras de Seima a los últimos ejemplares gomeros libres vigilando el desrisque de alguna jaira loca. También desaparecieron.
Hoy, iniciado 2009, en esta maltratada tierra colonial, solo subsisten en las tierras de Fuerteventura, el antiguo territorio de los mahoreros del norte –los del sur son los de Lanzarote- pero, sea por supervivencia de la especie sea por el espíritu imitativo de algunos humanos, algunos genes de los casi extintos guirres han encontrado acomodo en otros animales, híbridos de políticos y empresarios, aunque bien es verdad que esta transmutación del genotipo ha implicado una variación notable en los hábitos carroñeros de la especie, cambiando la alimentación con cabras muertas preferidas por el volátil a los flamantes billetes de euro, el nuevo maná de los guirres de dos patas. Como es lógico, al ser Erbani el último bastión del guirre emplumado, los nuevos guirres de americanas Armani y corbatas de seda, tienen una natural debilidad –aunque ni mucho menos exclusiva- por aquellas africanas tierras y tratan de obtener allí un suculento festín. Por su nuevo régimen euroalimenticio no se percatan del abundante ganado caprino mahorero. Eso lo dejan para los comedores de baifos y quesos. Ellos han fijado su aguda vista en las balutas tierras en que el abandono del campo ha convertido al 94% de las 9.496 Ha. cultivables de Fuerteventura.
Para facilitar su labor, guirres políticoempresariales arropados de banderas tricolores, como Domingo Berriel y Lázaro Cabrera, aparte de convertir una gran parte de la isla en un “Parque Desértico”, resguardando, ¡faltaría más!, las turísticas costas y algún campito de golf -con servicios incluidos- en el “Oasis de La Lajita” que, casualidades del mundo guirresco, es propiedad del Sr. Cabrera, han clavado las garras en el último reducto mágico de nuestros ancestros mahos: TINDAYA.
El finado artista vasco Eduardo Chillida, rebotándole de neurona en neurona un retazo de un poema de Jorge Guillen que reza “la profundidad es el aire”, se planteó un buen día vaciar una montaña y comunicar el hueco, ahora relleno de aire, para que, mediante dos agujeros al exterior, cualquier persona, de cualquier raza o color, a la vista del sol y la luna –supongo que no sincrónicos- desde ese aire profundo de la caverna, adquiriera el concepto de paz y tolerancia de los que parece estar necesitado el animal humano y, tocado por la inspiración, puso manos a la obra para plasmar el tremendo cubo de 50 m de arista.
Chillida no escogió para ese milagro artístico-esotérico una montaña de su Euzkadi natal, probablemente porque ni a su propia “Fundación Chillida Leku” se le hubiera siquiera ocurrido plantearlo, ni los abertzales que allí ejercen, se lo hubieran permitido. Tampoco escogió Castilla que, después de la brutal aventura fascista que transformo un cerro del pacífico Valle de Cuelgamuros en el actual Valle de los Caídos, –unos caídos y otros derribados- tenía alta experiencia en vaciar montañas. Tampoco se quedó en cualquiera de las sierras que abundan en la metrópoli. ¿Porqué Tindaya? Primero, porque en Canarias tenía el apoyo de un gobierno –delegado, of course- en que todos sus partidos, españolistas o pseudonacionalistas, estaban encantados de ejercer de cómplices del escultor, por un beneficio razonable, claro está. Ahora bien, ya puestos en las colonias, podía hacer el cubo de aire en el pico Teide, que ya tiene parte del agujero, pero el Teide solo es un volcán del que nada más saldría picón, alguna obsidiana pa’tabonas, y azufre, además en vapores sulfurosos. Pero Tindaya es otra cosa, Tindaya tiene las entrañas de traquita. Esa bella traquita colorada que recubre, pulida y escodada, desde la Caja de Ahorros de Añaza al Mercado de San Sebastián de Gomera pasando por mogollón de edificios isleños de pro.
Los guirres políticoempresariales venían ya fogueados por innúmeros lances en que encontraron suculentas bolsas de euros allí dejados para su esencial alimento. Valgan de muestra las “Aeromédicas”, los fraudes del ICFEM, la “Gran Marina” –y muchas pequeñas-, La Favorita, Fonsecas, Lopesan, Las Teresitas, El Canódromo... sin olvidarnos de especiales caladeros euroalimenticios que llevan nombres tan municipalmente sonoros como La Oliva, Mogán, Telde, Teguise, Arona, Yaiza, El Rosario... o los que parecen de películas de contraespionaje y similares como las “Operaciones Doramas, Eolo, Faycan... ” Poseedores ya, muchos de ellos, de múltiples habilidades, que van desde la pesca del salmón a las presunciones de inocencia aunque se demuestre lo contrario, regurgitan ahora el bocado de Tindaya-Tebeto, donde, entre las trapisondas de la autonómica Saturno y la privada Cabo Verde, se nos han escurrido ya a los canarios alrededor de 150 millones de euros, muchos de ellos hacia los bolsillos, siempre ávidos de la generosidad gubernamental canaria, del Sr. Rafael Bittini. Ya, desde la etapa de Manuel Hermoso, los guirres coaligados CC-PP bloquearon una comisión de investigación en el Parlamento Autonómico y los dineros se han volatilizado. (Aconsejo a la Esperanza Aguirre venga a la colonia a tomar lecciones de Soria sobre bloqueos en Parlamentos delegados).
El último giro del asunto guirresco sobre Tindaya es que, a pesar de que los informes técnicos que “Estudios Guadiana” realizó desde noviembre del 2005 especifican que “existen incertidumbres geotécnicas” y que “muchas de ellas no podrán ser resueltas hasta que se realice una galería piloto o incluso hasta la construcción de la caverna” y, además que, probablemente, habría que crear una estructura oculta de cables trenzados de acero que encorsete toda la montaña para evitar su derrumbe, Domingo Berriel, embalado en “Fitur 09”, estimulado tal vez por el frío reinante en la capital borbónica, anunció, exultante el hombre, que se construirá el agujero de Chillida en Tindaya, con un presupuesto inicial de “solo” 76 millones de euros, aunque confesó, en presencia de Luis Chillida, que podría ser mucho más por las complejidades técnicas de la obra, tal como prevé el estudio de Guadiana que, pa’más Inri, es como Juan Palomo, ya que hace el informe y luego ejecuta la obra. Los cálculos más probables (el ejemplo está en el Auditorio de Calatrava) son de 150 millones a sumar a los 41,5 que llevan invertidos sin mover una piedra (afortunadamente). A esos casi 200 millones habrá que sumar los 300 más que les va a costar las indemnizaciones y los líos judiciales, hoy en el Supremo español, continuidad de los que ya el TSJC condenó a nuestro eficiente gobierno con 92,2 millones. El guirresco asunto de Tindaya puede llegar a salir por, más o menos, 500 milloncejos de nada, escasa cantidad si tenemos en cuenta que, a cambio, puede destruirse un santuario cultural, con 217 podomorfos registrados –la mayor estación del mundo en ese tipo- declarado Bien de Interés Cultural, Monumento Natural, Punto de Interés Geológico, protegido por la Ley de Patrimonio Histórico Español….cosas todas que, como ilustre guirre y Consejero de Medio Ambiente y Ordenación Territorial del delegado gobierno de la colonia y reconocido amante de nuestra cultura y nuestra historia, el Sr. Berriel puede pasarse por donde le plazca.¡Money is Money!
De todas formas, y escuchando atentamente la exposición del Sr. Rivero de ayer, 5 de febrero, en el Parlamento autonómico, en que afirmó tajantemente que “es posible salvar 35.000 empleos en riesgo” mediante la prevista “aportación por el gobierno de 50 o 60 millones de euros”, he caído en la cuenta de que, aún sin contar con los dineros de la RIC que los empresarios siempre están dispuestos a emplear para salvar los puestos de trabajo, solo con emplear el gobierno de Canarias con la eficiencia que lo caracteriza, los 500 milloncitos que giran alrededor de Tindaya, podemos resolver la pérdida de 250.000 empleos, ¡justo la cifra del paro en Canarias, contando a propios y extraños!
Claro que, entonces, los guirres se quedarían sin guirrera.
Canarias a 6 de febrero de 2009
Francisco Javier González
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