Francisco Javier González / Artículos de opinión.- D. Miguel Zerolo nos muestra su mejor calificación como conspicuo alumno de D. Manuel Fraga -el exministro franquista que quiere ahorcarnos a los nacionalistas no españoles- y, haciendo suyo aquello de “la calle es mía”, se ha lanzado, decreto en mano y con faltas incluidas, al cambio del nomenclátor fascista de Añaza, arduo trabajo que ya el propio alcalde en una de sus “Cartas a Santa Cruz” (El Día 030405) calificaba de “decisión muy difícil” porque, nos aclaraba, "aún siendo meramente simbólico, no es anecdótico y afecta a los sentimientos encontrados de quienes están a favor y en contra", y eso que la propuesta que hacía entonces el Sr. Zerolo se limitaba al cosmético cambio del nombre de la Rambla 18 de Julio por el de Juan Pablo II, aquel al que la flor y nata opusdeista metropolitana le cantaba que “te quiere todo el mundo”. Ahora, nuestro –es un decir- ínclito munícipe, en un arrebato entre místico y estulto con ribetes inverecundos, agarra la pluma –o el correspondiente software de Microsoft- y donde decía General Sanjurjo puso “Los Sueños”, tal vez recordando a Goya para quien “el sueño de la razón produce monstruos”, reescribió sobre General Goded (que no es un aumentativo de Godo, no vayan a creer que lo hizo por su nacionalerismo) el nuevo nombre de “Perdón”, aunque no aclara si eso significa perdonar a los asesinos que llenaron el Barranco del Hierro, las Cañadas, los fondos marinos de Jagua, los montes palmeros, el cementerio de Aguere, los pozos aruquenses, la sima Jinamar, la Mar Fea… de restos aun insepultos, o son ellos los que, setenta años después tienen que perdonar a los asesinados por que los liquidaron en pro de una “España Una, Grande y Libre”. Supongo que es esto último lo que está en la mente edilesca porque no se acordó que esa era la calle de la Igualdad antes del funesto advenimiento del enano dictador.
No crean que se quedó ahí la zerolada. Al rótulo de General Moscardó, aquel que trató de revivir a Guzmán en Bueno, cambiando Tarifa por Toledo, nos lo trocó por Calle del Amor, nombre que mi antiguo profesor de biología, D. Jesús Maynard, uno de los represaliados por el fascismo, con su habitual benevolencia humana, solo admitiría en calles como las de Miraflores y La Curva, siguió luego con la dedicada a otro militarote franquista, el aviador García Morato -el de “suerte, vista y al toro”- que bombardeaba a sus conciudadanos madrileños, que trocó por “Tolerancia”, probablemente en honor a los colonizados y ninguneados chicharreros que han soportado setenta y pico de años el mantenimiento de más de un centenar de nombres de asesinos y represores en sus calles, y no me estoy refiriendo a los primeros invasores españoles sino a los últimos que dejamos salir de aquí después de su reunión esperancera –con monolito incluido- y a sus acólitos autóctonos. Con la que fue en su día dedicada a Riego y que el fascismo isleño transmutó a General Fanjul, el inmediato antecesor de Franco y del criminal Dolla en la Capitanía General de esta colonia, Miguel Zerolo batió los récords de ironía -¿o, tal vez, de vesania?- para llamarla “Calle Olvido” expresando así los deseos de estos neodemócratas conversos, para que olvidemos nuestra historia reciente. ¿O será que esta calle parte del Parque Secundino Delgado, del que el neonacionalismo de CC pretende olvidar su ejemplo al tiempo que explota su nombre?
Creo que el Sr. Alcalde, en ese arrebato místico a que me refiero, vino inspirado por el Cardenal Rouco Varela que el pasado 24 de noviembre, pontificaba amenazando que “para evitar que España pueda caer otra vez en una confrontación violenta es necesario cultivar el espíritu de reconciliación que presidió la vida social y política en los años de la transición. A veces es necesario saber olvidar. No por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón responsable y fuerte. Es lo que puede llamarse una auténtica y sana purificación de la memoria".
Acabada la imaginación creativa del Sr. Alcalde, a Franco, José Antonio y Mola los trastocó en algo más mundano, más nuestro, como “Rambla de Santa Cruz, Avda. Marítima y Avda. de Canarias” dejando intocadas el otro centenar, pero ¿y si le gente se acuerda que la Calle Libertad es Comandante Sánchez Pinto por el gran mérito de haber caido en el Frente de Madrid? ¿y si al PSOE se le ocurre reclamar el antiguo nombre de Pablo Igesias para la de Calvo Sotelo?.... y así podríamos seguir con todo el “Barrio de los Generales” nombre ganado a pulso por el denominado como Salamanca.
Entendemos, eso si, que D. Miguel Zerolo no quiera quitar del callejero de Añaza ilustres nombres como el de su abuelo, Miguel Zerolo Fuentes, brillante fascista, Jefe de Sección de Acción Ciudadana, Fiscal militar y Juez instructor de múltiples causas por los delitos de “rebelión militar” que los militares alzados dictaron sobre los que no se había sublevado o su tío abuelo, Tomás Zerolo Fuentes, médico encargado por Franco de la organización de los servicios médicos en los frentes de guerra y fundador después de la Clínica Zerolo. Ambos hermanos fueron condecorados con la Medalla de Bronce de Santa Cruz por ser de los primeros voluntarios que se presentaron el mismo 18 de julio en Gobierno Militar para ”salvar a España” como recoge en su abundante documentación –fruto de un ingente trabajo de hormiga- mi estimado amigo Pedro Medina Sanabria en su Blog personal que recomiendo, pero, tal vez con ese nuevo milagro de Saulo camino de Damasco, con la caida del hispano caballo -decorado con yugos y flechas- y su posterior arribada al pseudonacionalismo de Coalición Canaria, nos encontremos con un nuevo Miguel Zerolo capaz de quitarle el nombre hasta a Las Teresitas.
Canarias a 18 de diciembre de 2008
Francisco Javier González
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