J.M. Álvarez * / Artículos de opinión.- “¡Qué barbaridad!”, exclamó la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, durante el ataque que se produjo al hotel Oberoi de Bombay (India) donde estaba registrándose para hospedarse. Tuvo suerte, mucha suerte, de salir ilesa de la cadena de atentados que se desataron en Bombay, segando la vida de, al menos, un centenar de personas y provocando innumerables heridos. Aguirre estaba en la recepción del hotel, cuando varios hombres irrumpieron en el mismo y comenzaron a disparar indiscriminadamente. Por suerte pudo contarlo y regresó a España, mientras en Bombay continuaban los tiroteos.
Pocos días antes, Esperanza Aguirre -que representa al ala más derechista del partido de extrema derecha Partido Popular (PP)- clausuró el IX Congreso de las Nuevas Generaciones del PP de Madrid, y lo hizo alabando a terroristas como Ronald Reagan y agradeciendo la presencia de cubanos “que están aquí luchando por la libertad”. Evidentemente, el talante de esos cubanos no debe diferir mucho del de su protectora, una mujer tan reaccionaria que ni siquiera su jefe de filas, Mariano Rajoy, acudió a ese Congreso. Para finalizar su perorata, la presidenta soltó un sonoro y teatral “¡Viva Cuba libre!”
Desde hace tiempo, Aguirre simpatiza con grupos extremistas cubanos, y ha concedido fondos de la Comunidad Autónoma a la Fundación Hispano Cubana, que mantiene lazos de hermandad con la Fundacional Nacional Cubano Americana de Miami (FNCA) considerada, por el Gobierno de La Habana, una organización terrorista. Y ya que hablamos de terror, no está de más recordar una pequeña parte del que sufre Cuba. En 1997, por citar un año de tantos otros, fueron atacados varios hoteles cubanos. Una bomba explotó en la discoteca "Aché" del hotel Meliá Cohiba, con la intención de matar turistas (como en Bombay) y se colocaron otros artefactos en el Nacional y el Capri, de La Habana, el Sol Palmera de Varadero y, de nuevo, en el Meliá Cohiba. El 11 de agosto de ese año, la FNCA, algunos de cuyos dirigentes son viejos conocidos de Esperanza Aguirre, publicó en la prensa de Miami una declaración de apoyo a esas acciones terroristas.
Años más tarde, concretamente el lunes 6 de febrero de 2006, las agencias de noticias reportaron que las autoridades cubanas habían izado 138 banderas negras frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA), en La Habana, en honor a los más de 3.400 cubanos víctimas del terrorismo parido por la CIA y desarrollado por “los luchadores por la libertad”, entre los que se encuentran Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, autores de la voladura de un avión civil de Cubana de Aviación, donde murieron 73 personas.
Dicen que Esperanza Aguirre, protegida por sus escoltas, se escondió detrás del mostrador de la recepción del hotel Oberai gritando, aterrorizada, que había que salir de allí como fuera. Por desgracia, los miles de cubanos asesinados por el terrorismo- caminando por la ciudad, arando en el campo o volando en un avión- carecían de escolta y no tenían a mano un mostrador donde parapetarse cuando los “luchadores por la libertad” irrumpieron ante ellos gritando ¡Viva Cuba libre!, antes de asesinarlos fríamente.
La degradación de la sociedad occidental, sus crímenes y actos de terror cometidos en las guerras de saqueo, junto al colapso del capitalismo, ha sido caldo de cultivo ideal para que se produzcan situaciones como las que se han vivido en Bombay. Ahora, la presidenta madrileña ha comprobado, en primera fila, cómo actúa el terrorismo. Que tome buena nota, y si no le gusta el socialismo (única alternativa a esta barbarie) que se mude a otro planeta, llevándose con ella a sus amables y luchadores amigos.
J.M. Álvarez
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