Pedro Brenes * / Artículos de opinión.- Dice el presidente venezolano que el pueblo, a través de los resultados electorales, le ha enviado el mensaje de que debe continuar “por el mismo camino”. Con la superficialidad y la carencia de un análisis profundo de la realidad social que le caracteriza (y a ésto no es ajeno, seguramente, su adhesión a la teoría revisionista vulgar del “socialismo del siglo XXI” del sapientísimo doctor Dieterich) Hugo Chávez se empeña en no ver la dualidad de percepción que tienen las masas populares sobre su política exterior antiimperialista, por un lado, y su alianza antipopular con la burguesía nacional y, a partir de ella, la inevitable generación de clientelismo y de numerosos casos de corrupción, en su política interna, por otro.
El primer mensaje, expresado en el masivo apoyo al PSUV en el conjunto del país, le dice a Chávez que, efectivamente, debe seguir por el mismo camino de independencia y dignidad nacional, de expulsión sin contemplaciones de las multinacionales imperialistas euronorteamericanas y de recuperación de los recursos nacionales de Venezuela de manos de los explotadores y saqueadores extranjeros.
Por ese camino, que la clase obrera y todos los trabajadores venezolanos apoyan y aplauden, le siguen los partidos de izquierda y los comunistas especialmente. Le reconocen su papel de líder del proceso de transformaciones democráticas antiimperialistas y colaboran en la propaganda, la agitación y la organización política para reforzar su posición, frente a las presiones y las amenazas de los yankis y sus lacayos de la burguesía antinacional e intermediaria.
Y respaldan sin fisuras sus acciones firmes y decididas para ganar la soberanía económica, política y militar. Su coraje para poner freno a las injerencias extranjeras y liberarse de la indigna dependencia de las órdenes y las prohibiciones de Washington, su apuesta por la unidad de las naciones hermanas de Latinoamérica sobre la base de la solidaridad y la defensa de los intereses de los trabajadores y el establecimiento de relaciones de amplia colaboración económica con la Cuba socialista le convierten en símbolo nacional e internacional de la resistencia de todos los pueblos del mundo contra el colonialismo y el neocolonialismo, por la liberación nacional y la verdadera independencia, en contra de los intereses egoístas y criminales de las empresas multinacionales y de los Estados imperialistas que las protegen, las defienden y las amparan con sus ejércitos agresores e invasores.
La política de sus gobiernos de emplear los ingresos derivados de la industria energética nacionalizada en la inversión pública en infraestructuras, viviendas, sanidad, educación y protección social, de la que tan necesitados estaban los trabajadores venezolanos y sus familias que, en tiempos de los gobiernos corruptos proimperialistas, descendieron al nivel de la miseria y la hambruna, también son apoyados por todos los luchadores populares y sus organizaciones políticas y sindicales.
Pero es significativo que en estas últimas elecciones (siguiendo una tendencia ya manifestada en el referéndum constitucional) los sectores más avanzados de la clase obrera, concentrados en las zonas más industriales y más urbanas, se cuestionen la deriva política de Chávez, que empieza creando por decreto un partido a su medida, con pretensiones de único e indiscutible representante de los intereses populares, al que le da el nombre de “socialista”, para inmediatamente pactar con la burguesía un proyecto “bolivariano” y “del siglo XXI” tan parecido a las tesis socialdemócratas europeas que, en cuanto a la política interna, apenas se distingue de ella.
¿Para cuándo la reforma agraria y la nacionalización de los latifundios? ¿Dónde quedó la jornada laboral de 35 horas semanales? ¿Y la participación de los colectivos laborales en la gestión (y en los beneficios) de las empresas? Y, sobretodo, ¿para cuándo la nacionalización de la banca?
Hasta ahora, con altos precios internacionales del petróleo, el gobierno de Chávez y el PSUV ha dispuestos de fondos abundantes para desarrollar su programa de políticas sociales pero, con el barril de petróleo a la baja, el problema de financiar los planes de inversión pública, llevará inevitablemente al debate sobre el control social del crédito.
Pero el presidente venezolano, a pesar de que alardea de socialista, dice que no es necesario nacionalizar la banca porque los empresarios están comprometidos y apoyan el “proceso revolucionario socialista bolivariano”.
Y aquí es donde aparece el segundo mensaje que Chávez no quiere escuchar. Los trabajadores más conscientes no le van a seguir por ese camino del reformismo socialdemócrata y de la colaboración con la burguesía nacional, del anticomunismo cristiano reaccionario y del reparto de las instituciones públicas entre los aduladores y los corruptos.
Estos sectores tampoco le consideran imprescindible, ni eterno, ni se creen esa simpleza del partido único. Por eso están dejando de votar al PSUV y no ven con buenos ojos que Hugo Chávez pueda encadenar mandatos presidenciales indefinidamente.
El caudillaje personalista, la representación política exclusiva de un partido único que se confunde con el Estado y que se justifica por el seguidismo a un líder indiscutible, y consiguientemente, el nepotismo, el enriquecimiento ilícito y la arbitrariedad, son fenómenos muy peligrosos que han llevado al fracaso a muchas experiencias históricas revolucionarias y que, a estas alturas, muy pocos luchadores populares honestos están dispuestos a repetir ni a tolerar.
Sólo la más amplia participación de los trabajadores en las grandes decisiones políticas y el protagonismo de las masas y sus organizaciones en la vida económica y social, podrá evitar que el proceso político que actualmente se desarrolla en Venezuela fracase.
Porque una verdadera revolución socialista se distingue porque es el conjunto de la clase obrera la que marca el camino hacia la superación del capitalismo, expropiando a los explotadores y avanzando hacia la sociedad sin clases.
(*) Pedro Brenes es miembro del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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