Tradiciones / Canarias Socialista.- Lo bueno de la hipocresía es que es tan estúpida que se contradice constantemente en alardes de irracionalidad. Aquí, en Canarias, comenzamos a palpar en carne propia los efectos devastadores de la sucesión de políticas desequilibradas y expoliadoras, que ahora alcanzan su cenit con el neoliberalismo globalizador. Uno de los ejemplos más claros, y a la vez más incomprendidos es la inmigración. Al hablar de hipocresía en este ámbito, quería hacer una relación de contradicciones entre cosas que nos dan miedo, y cosas que no. Aclarando un poco este barullo: a menudo se habla de las grandes diferencias de carácter cultural que dificultan la integración de otros pueblos en el nuestro. "Es que tienen costumbres muy diferentes", suelo escuchar o incluso que "tienen una cultura muy distinta a la nuestra". Se siente temor a perder nuestras señas de identidad con la participación de los inmigrantes en nuestra sociedad. Vemos amenazado nuestro legado cultural, cuando "esta gente, que no se sabe adaptar", vienen a nuestra tierra, a "poner en peligro todo aquello que tanto queremos y defendemos". A mí me bailan las terminaciones nerviosas con tanta estupidez. Dos son la razones que provocan este tenderete de señales eléctricas: a) no es precisamente la inmigración la vía por la que arrivan a nuestras orillas archipielágicas las culturas o costumbres extranjeras potencialmente más influyentes; y b), ¿a quién queremos engañar con tanto conservadurismo cultural, cuando no hacemos más que copiar todas las señales que recibimos de la dichosa televisión, y otros instrumentos de publicidad?
Todo esto viene a querer explicar la hipocresía de quienes temen por la supervivencia de nuestra forma de vida, y la otra noche celebraban la verdaderamente extraña Noche de Halloween. ¿O alguien me va a decir que la extranjera tradición de Halloween tiene alguna similitud con la Noche de Finaos? Probablemente muchos se pregunten: "¿Noche de Fina...qué?
Situémonos. Había una vez unas hermosas islas atlánticas, a orillas del continente africano, a las que arribaron unos europeos con ánimo de conquista, y que tras siglos de aculturización, fueron imponiendo muchas de sus costumbres. Pese a esto, la pervivencia y resistencia de la cultura autóctona logró conformar, con las aportaciones extranjeras, una idiosincracia peculiar que fue sobreviviendo con el tiempo, además de adaptar algunos nuevos rasgos en función de las necesidades históricas. Unos 450 años después de la invasión, el gobierno metropolitano de país que controlaba el sino de estas islas cambió de líder, y una dictadura militar y fascista ocupó el poder por largo tiempo. A esta dictadura no le gustaba que en "su nación", existieran realidades tan dispares y sentimientos nacionales particulares en diferentes sitios, y abogó por la cultura única y nacionalista española, asegurada mediante el miedo. Fue entonces cuando en las islitas se dio un fuerte proceso de aculturización, nuevamente, pero quizás amainado en parte por la distancia, desinterés y abandono de aquel gobierno hacia nosotros. El hombre que representaba todo el poder de aquella dictadura murió, y ese gobierno, con diferente decoración pero con los mismos protagonistas decidió cuál era "el mejor modelo político y económico" para estas Islas Afortunadas. Con todo este proceso llegó la globalización, y através de grandes medios de difusión masiva fue inculcando la tremendamente chachi forma de vida de un gran país mentado con sólo cuatro siglas.
Pese a la teoría del miedo de la que hablábamos antes, misteriosamente nadie tiene miedo a esa cultura, también diferente, pero aceptada. Las horas de televisión que dedicamos a conocer este modus vivendi nos han facilitado la comprensión, y ahora ya no tenemos miedo de abrazar esa otra cultura.
Como resultado de toda esta hipocresía, hemos cambiado nuestro proceso histórico. Tras la invasión europea, y la aportación cultural consiguiente, Canarias, desde su destierro en sí misma, ha ido conformando su identidad con aportaciones latinoamericanas, por ejemplo, que venían a rellenar los huecos dejados por el fuerte proceso de desarraigo sufrido. No obstante, hoy es diferente. Podría entenderse que, una fecha remarcada en el almanaque como el 1 de noviembre, tuviera una víspera de celebración, y que ante la ausencia de tal efeméride, la aportación de alguna comunidad o el resultado de la emigración canaria a California diera con esta nueva realidad. Pero ni hay representación estadounidense en nuestro archipiélago, ni conozco yo a muchos canarios que emigraran a las zonas residenciales de California y copiaran de los niños ricos la celebración de Halloween para incorporarla a nuestra amplia lista de festividades. Es más, ¡aquí ya teníamos una celebración tradicional para esta fecha!
La noche de Finaos es una vieja tradición que consistía en recordar y honrar a los difuntos en la noche del 31 de octubre (hoy Noche de Halloween).
Era costumbre en los pueblos de Canarias prepararse con antelación, haciendo la matanza del cochino y amasar el pan. Para esto invitaban a los familiares y vecinos más cercanos, para el almuerzo. Por la tarde se llenaban las morcillas con gran jolgorio, cuyos ingredientes eran almendras, batatas, bizcocho, condimentos y parte de la sangre del animal. Al finalizar, repartían entre los invitados. Al llegar el día, los más pequeños cogían una talega e iban visitando las casas pidiendo los santos. Tocaban en las puertas y preguntaban ¿hay santos? La dueña decía que sí, depositando en la talega almendras, nueces, higos pasados y castañas. Cuando las llenaban volvían a casa muy contentos. Por la tarde se reunían las familias para comer castañas asadas acompañadas de anís y vino. Luego, por la noche se celebraban los bailes de Taifas, muy esperados por los jóvenes, pues en ellos se encontraban las parejas. Empezaban a las nueve y terminaban a las doce, pues había que respetar el día de los difuntos que se celebraba al día siguiente. [1]
Entonces resulta ser que las series y películas de televisión han hecho creernos ser nosotros mismos esos chiquillos californianos que, con los atuendos de nuestro Carnaval y las intenciones de nuestra noche de San Juan o de Brujas, tocamos en las puertas de los grandes chalets diciendo "Truco o Trato". ¡Pero qué rápido hemos besado y agasajado una tradición extraña! Con lo miedosos que somos nosotros para aceptar costumbres de fuera. Lo que no hagan los Mass Media, no lo hace nadie.
Las aportaciones culturales no son ninguna lacra, siempre y cuando tengan un sentido en el contexto en el que se dan. Lo que sí es verdaderamente una lacra es la imposición comercial y publicitaria de ciertas "costumbres", con el fin exclusivo de una rentabilidad económica. ¿Que se inventan un día de Papa Noel? ¡Allá vamos! ¿Día de las madres? ¡Lo que se ofrezca. caballero! ¿Día del vecino de la calle de abajo? ¡Claro, hombre! Casualidad que todas estas celebraciones las impongan recintos comerciales y grandes multinacionales, preocupadas todas ellas por la diversión y el ocio del pueblo. Luego ya nosotros añadimos litros de alcohol, y la fiesta ya está completamente arraigada.
¿A dónde queremos ir, si no sabemos ni de dónde venimos?
Rubén Jiménez "Doramas"
[1] Texto de la señorita Mari Paz Llarena, profesora jubildad del CEIP Artemi Semidán.
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