David Delgado* / Artículos de opinión.- Un fantasma recorre Canarias: el fantasma del independentismo. Todas las fuerzas de la vieja colonia africana y su metrópoli se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: políticos burgueses, periodistas y politólogos complacientes, empresarios, infragodos, radicales españoles y los altos mandos del Ejército.
El independentismo mantiene en jaque a diversos miembros de la sociedad civil y militar, defensores a ultranza del actual régimen colonial. Esto no significa nada nuevo bajo “magec” -nunca mejor dicho- pues este estado de alerta y temor ante lo que en lenguaje periodístico suelen denominar “un nuevo brote del independentismo canario” se remonta a la misma conquista y posterior colonización. Sólo hay que estudiar un poco de historia para darnos cuenta de esta realidad.
Tras la conquista que abarcó alrededor de todo un siglo -oficialmente, pues en realidad se prolongó mucho más-, la resistencia ante el invasor siempre estuvo presente, veladamente o de forma insurreccional, pero en cualquier caso, al igual que la lucha de clases, la lucha nacional siempre fue constante y ha evolucionado hasta nuestros días.
En el año 1402 la población de las islas sufre los primeros grandes ataques que significaron el comienzo de la conquista que duró hasta finales del siglo XV. Una vez los conquistadores alcanzaron su propósito se constituyeron dos bandos: el de “paces” y el de “guerra”. En este último grupo se encontraban los “alzados” (igrawlen), que resistieron en las montañas continuando con la vida que llevaron hasta entonces y no se sometieron a los españoles. En ese momento, cuando los vencedores -que como siempre son quienes escriben la historia- proclamaron finalizada la conquista, surge la lucha anticolonial en nuestras cumbres. Por supuesto, se trataba de una lucha espontánea que obedecía al rechazo del cruel y sanguinario invasor y en defensa de la “libertad” y la pervivencia del modo de vida existente hasta entonces por parte de los canarios más valientes, leales y orgullosos. Valorando objetivamente a esos hombres aguerridos, aunque muy noble y justa su lucha, se limitaba naturalmente al restablecimiento de las formas de vida que precedieron a la conquista y que perduraron durante el transcurso de la misma y décadas posteriores.
Ya en el siglo XIX -sobre todo al final del mismo- se desarrollan las primeras manifestaciones independentistas significativas -no siempre obreristas- cuya naturaleza tenía un carácter político. Véase la iniciativa independentista del Cabildo insular de Gran Canaria en 1808, la fundación en 1868 de el periódico El Obrero y la publicación en Caracas de El Guanche en 1897 o la creación en 1900 de la Asociación Obrera Canaria.
Y una vez comienza el siglo XX, en 1911 en el Ateneo de La Laguna se podía vislumbrar una bandera azul con siete estrellas blancas.
Una década después, en 1924 en La Habana (Cuba) se funda el Partido Nacionalista Canario y al año siguiente el palmero José Miguel Pérez se convierte en el primer secretario general del Partido Comunista de Cuba. El dictador Machado que gobernaba en la isla caribeña en aquel entonces, lo expulsa y vuelve a La Palma, donde impulsa el Grupo Espartaco, la Federación de Trabajadores de esta isla y participa en la creación del Partido Comunista Canario.
Es a partir de estos acontecimientos cuando el independentismo canario ya no es exclusivamente nacionalista y/o resultado de las contradicciones interimperialistas o burgesas. Y ¡horror!, con la aparición de las ideas comunistas en Canarias aparecieron organizaciones que defendían el socialismo y lo que es aún peor, ¡organizaciones que defendían la independencia para obtener la soberanía y como estrategia para construir y consolidar ulteriormente el socialismo en Canarias! Ahora si que podía echarse a temblar el colonialismo español.
En 1934, socialistas, comunistas y sindicatos, firman la constitución y sientan las bases del Frente Único Revolucionario, un frente que abogó por la independencia y que constató que la liberación nacional y la superación de la estructura dependiente era una premisa necesaria para acabar con las injusticias existentes y construir una economía nacional que condujese al desarrollo de las fuerzas productivas.
Luego y hasta nuestros días se formaron un reguero de organizaciones y movimientos nacionalistas y socialistas que aunque no defendiesen en todos los casos la independencia, de un modo u otro participaron en la evolución de las ideas y las organizaciones obreras de Canarias.
Una de esas organizaciones fue el Movimiento Independentista Canario (MIC), fundado en Venezuela en 1956, que como otras organizaciones promovidas en el exterior por la diáspora canaria, por el distanciamiento con su pueblo no tuvo una influencia destacable en las islas.
En 1959 -el año en que ejecutaron a “El Corredera”- nace el Movimiento Canarias Libre, donde entre otros fundadores participó Fernando Sagaseta.
El activismo y la represión que sufrió esta organización dio lugar al movimiento independentista contemporáneo.
En 1964 nace el Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario en Argelia, a raíz de la sugerencia que Amílcar Cabral realizó a Antonio Cubillo, tras la reclamación en Argel en la Cumbre de los Países No Alineados de la independencia del Archipiélago canario.
Sagaseta, que había ingresado en el Partido Comunista de España (PCE) en 1963 tras contactar con personas vinculadas al Partido durante su encarcelamiento, en 1971 discrepa con la línea eurocomunista del Partido (carrillismo), así como con la línea organizativa de José Carlos Mauricio -quien se convirtió en secretario general tras “los Sucesos de Sardina del Norte”, y a día de hoy es uno de los máximos exponentes de los intereses de nuestra burguesía- y es expulsado a causa de estos enfrentamientos. Comienza a organizar entonces el Movimiento de Células de Base por la Reconstrucción del PCE (Células Comunistas).
En los 70 se precipitan los acontecimientos. En 1975 el MPAIAC inicia las emisiones de La Voz de Canarias Libre desde Radio Argel, durante este año y el siguiente Antonio Padilla y Tanausú -activistas del movimiento- morirían asesinados por las fuerzas de seguridad españolas, el MPAIAC declara ese mismo año (1976) la lucha armada, en el 77 Santiago Marrero Hernández muere por las fuerzas de la Marina Española y en 1977 las Células Comunistas se coaligarán con otras fuerzas para formar primero Pueblo Canario Unido y luego Unión del Pueblo Canario.
De esta última coalición así como de experiencias posteriores podemos realizar la siguiente reflexión: las uniones artificiales indefinidas ideológicamente, interclasistas y ambiguas, forman parte de la etapa antigua ya superada por las enseñanzas de la historia, y que las coaliciones sin base sólida, oportunistas y electoralistas fracasaron y deben ser tomadas en cuenta, para asumir la necesidad de la construcción de un partido comunista de clase. Un Partido que más allá de los fríos cálculos y planteamientos electoralistas asimilen y defiendan las aspiraciones, la problemática y los intereses de la clase trabajadora como vanguardia organizada de la misma.
Podríamos continuar con el guión histórico, pero sería enredarnos en una madeja compleja y un tanto reiterativa, pues todos son intentos de reorganización, creación de nuevas organizaciones a imagen y semejanza de otras anteriores y partidos que tardaron más en fundarse que en desaparecer.
La realidad es que desde los años 60 del siglo que abarcamos hasta ahora, la mayoría de los planteamientos políticos de los independentistas en esencia no se alteran y los comunistas hasta la creación del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias siguen la dinámica de lo que fue el PCE y no parten de nuestra propia realidad nacional.
Y ya que echamos mano del Manifiesto Comunista para realizar al principio de este artículo el símil político-metafórico de entonces, aprovechemos esta obra para ver lo siguiente: “Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre eĺ proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto“. Este es un extracto que escribieron Marx y Engels en el Manifiesto. Aparte de estar plenamente vigente su afirmación, podemos hacernos una idea del salto cualitativo que representaron para Canarias las ideas marxistas en la lucha independentista.
Casi a continuación los autores citados expresan: “Prácticamente, los comunistas son, pues, el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario“. Si en aquel momento era indiscutible lo que esto significa, un siglo y medio después no sólo los comunistas, sino cualquier persona que conozca mínimamente la historia contemporánea debe reconocer que ni Marx ni Engels erraron entonces, ni ahora el comunismo -teniendo en cuenta el desarrollo que imprimió Lenin a esta ideología- ha sido superado por otra ideología proletaria.
En los últimos cinco siglos de nuestra historia -los más silenciados y distorsionados-, y sobre todo en el siglo XX, los interesados en mantener el dominio colonial estuvieron preocupados por los “brotes” independentistas que una y otra vez amenazaron con acabar con ese poder. Ahora, tras unos años de relativa calma tras la desintegración del MLNC, la deriva oportunista del diario El Día y los pronunciamientos de algunos sujetos políticos de la burguesía “nacionalista”, en un momento en el que políticamente los independentistas se reorganizan y socialmente la situación es insostenible, la intranquilidad de los colonos reaparece.
Sin entrar a valorar el contenido de la línea “independentista” que ha emprendido El Día y lo rastrera y xenófoba que esta pueda ser, el que el Parlamento de Canarias se sobresalte y actúe como un tribunal inquisitorial precisamente ahora y no en las últimas décadas donde este diario nunca escondió su afiliación fascista y su obsesión anti-grancanaria y altos mandos militares expresen su preocupación habla por si mismo. No es a El Día a quien denuncian y condenan los parlamentarios, y no es la declaración de algunos miembros de CC lo que preocupa a los militares, pues los flirteos soberanistas de la burguesía nacionalista sólo buscan ganar terreno en la recomposición del Pacto Colonial con la metrópoli y estos una vez más, traicionaran a los canarios asestándoles una puñalada en la espalda. Lo que se persigue y lo que atemoriza son las ideas independentistas. Porque la clase trabajadora claramente está interesada en la independencia -otro asunto es que esta no sea consciente de ello-, pero es que la pequeña-burguesía, intelectuales e incluso sectores de la burguesía también lo están o pueden estarlo. ¿Y si todas las clases interesadas se organizasen en un Frente anticolonialista? Podríamos lograr la independencia.
Tenemos que aprender de los errores y deficiencias del pasado, tomar nota y comprender que ese camino es posible, si cada clase está claramente representada por una organización concreta. Que los intereses de cada clase sean defendidos por la organización que represente a estos intereses y a su respectiva clase para así poder emprender una acción conjunta, sobre una base definida y clara, pues reunir en una misma organización a independentistas que supuestamente representen al “pueblo” por encima de las clases fracasó y actualmente continua siendo una pesada losa que lastra las aspiraciones anticolonialistas. Los experimentos interclasistas deben ser superados dialécticamente.
Los comunistas no ocultamos que queremos la revolución socialista, pero nuestra táctica supedita nuestro accionar a la consecución de un amplio Frente anticolonialista. Todos los marginados y excluidos por el histórico Pacto Colonial debemos estar en él.
El PRCC asume el papel de vanguardia revolucionaria marxista-leninista que agrupará a las fuerzas anticolonialistas en la primera fase de la Revolución Canaria, que será la Revolución Democrática de carácter antiimperialista y antimonopolista que nos conducirá posteriormente al socialismo. Como escribiese Lenin en La revolución proletaria y el renegado Kautsky: “Los bolcheviques son los que han tenido muy en cuenta la diferencia entre la revolución democrático-burguesa y la socialista: al llevar la primera a término, abrían las puertas para el paso a la segunda. Esta es la única política revolucionaria y la única política marxista“. Aprendamos de la historia, seamos bolcheviques.
(*) David Delgado es miembro Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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