Guardias civiles detenidos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Lo más que me ha jodido de la noticia sobre los picoletos detenidos en el aeropuerto de Gando, en relación con una presunta estafa a ciudadanos extranjeros a los que se les podría estar cobrando por 'agilizar' trámites en la aduana, no es el hecho en sí -lamentable a estas alturas- lo que me ha indignado, sino que hace ahora 19 años que no me creí (uno era un chiquillo y aún veía peces de colores por todas partes) lo que me contó mi suegro que le había pasado en el aeropuerto Reina Sofía.
Y es que la semana que viene hace 19 años que me dio por casarme y mi suegro, que en paz descanse, se hizo en Venezuela -donde residía- un baúl de madera donde metió todo un ajuar compuesto de vajilla, cubertería, calderos y demás menaje doméstico, mandándolo por paquetería al aeropuerto del Sur. Y, por lo que él me contó y que nunca me he creído hasta hoy (o más bien no quería creérmelo porque tampoco tenía ningún motivo para dudar de lo que me contaba), la Guardia Civil le abrió el baúl y le hablaron de un montón de trámites y de un montón de dinero que tendría que pagar porque aquellas cosas no eran usadas sino que estaban nuevas, cosa que mi suegro no les negó porque les explicó que es que se casaba su hija y tal cual.
No recuerdo, si les digo la verdad, la cantidad exacta de dinero que me dijo que les había entregado a los guardias para que le dejaran pasar la mercancía, pero el caso es que aquello se 'solucionó' en un momentito. Claro que cuando me lo contó, francamente, me pareció completamente imposible pese a que yo le había visto hacer esa maniobra en el aeropuerto de Maiquetía para 'solucionar' cualquier problemilla de exceso de equipaje o lo que fuera. Pero si me predica un santo que eso ocurre en nuestro entorno, protagonizado por la Guardia Civil -fíjense lo ignorante que es uno- y no hacia extranejeros, como dicen los periódicos hoy y que al fin y al cabo es lo de menos, sino tratando de esas manera a canarios que con miles de trabajos se fueron a la emigración, pues francamente se le cae a uno el alma a los pies. Y todo el peso de la Ley contra los miserables que puedan actuar de esa manera y los responsables que lo consienten.
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