Toño Linares * / Artículos de opinión.- Con el paso del tiempo tenemos que reafirmarnos en que los políticos, que dicen representarnos, simplemente son títeres de las multinacionales y del sector empresarial que le sufraga los gastos electorales entre otros.
Revisando la hemeroteca nos encontramos con un detalle de fecha 9 de octubre de 1998, que publicado con humor nos destapa toda la intencionalidad del Gobierno de Canarias. Se trata de la época de recogida de firmas necesarias para llevar al parlamento de Canarias, la Iniciativa Popular para la creación de un Hospital Público para el sur suroeste de Tenerife y, en una visita del entonces consejero de sanidad, Julio Bonis, se le solicitó que firmase tal iniciativa popular, declinando tal oferta, pues según él y, por ente lo que representaba, el sur ya disponía de unas instalaciones hospitalarias refiriéndose al hospital privado de Playa las Américas.
La actitud del consejero de sanidad es deplorable, al igual que los que le han sucedido, siendo este en único caso que conozcamos, que la conciencia traicione a un político generándole una crisis de sinceridad, dilucidando lo que todos sabemos: “no se puede ir contra los intereses de un amigo”. Caso contrario ocurre con el resto, que guardando silencio o gritando sin hacer ruido, no han sido capaces de exteriorizar que reivindicar un hospital para esta parte de la isla, supone ser malagradecido con quienes le han hecho posible acomodar sus posaderas en un sillón institucional.
La complicidad del resto de representantes políticos, en retrasar al máximo la construcción de un hospital público, se ve acentuada con los posicionamientos de los alcaldes de la comarca, que al revisar los archivos de prensa encontramos lindezas, como las afirmaciones realizadas ante la burla pretensión de reducir el tamaño del puerto de Granadilla, reaccionado con declaraciones como que no se puede reducir su tamaño, ó la posición radical de exigir cuatro carriles del anillo insular, donde se tiene previsto dos. Sin que a ninguno se le haya visto la misma fuerza, la misma radicalidad en exigir un hospital público tan dimensionado como precisa la ciudadanía, que caso de que estas instalaciones hospitalarias fuesen destinadas a la explotación privada, hecho que está pendiente de adjudicarse, ya hubiesen proyectado y edificado una ciudad sanitaria, donde los enfermos pasarían de ser pacientes para ser clientes. Y es que es triste que exista especulación económica, aprovechándose del sufrimiento ajeno.
La dejadez institucional por la construcción de un hospital público para el sur de Tenerife ha cobrado aún intensidad, al ser publicado que la empresa adjudicataria de las obras ha procedido a la retirada de las grúas de obra, sin dar explicaciones tanto la constructora como de las administraciones públicas. Por lo que este sur profundo continuará sin tener unas instalaciones hospitalarias dignas y de calidad, hasta que se aclare porque la ciudadanía de esta parte de la isla sigue condenada a soportar a tanto aprovechado, inepto e, incompetente.
En cualquier sociedad que se denominase moderna, el hospital del sur y, por ente, el del norte, deberían ser una prioridad, ejemplarizando de lo que sería un autentico estado del bienestar. La sociedad canaria continuará en un estado tercermundista, si persiste en silenciar los desvíos de dinero público hacia la sanidad privada. Un claro ejemplo de corrupción al anteponer los privilegios de clases ante los derechos humanos.
* Toño Linares
Presidente de Tagoror Achinech
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