Teodoro Santana * / Artículos de opinión.- La primera gran conquista del primer ayuntamiento democrático de Las Palmas de Gran Canaria tras la dictadura, encabezado por la Unión del Pueblo Canario (UPC), fue la municipalización de las guaguas. Serían inconcebibles la ciudad y su desarrollo durante todos estos años sin un servicio de guaguas público.
Como quiera que sucesivas y pésimas gestiones han arruinado a Guaguas Municipales, el grupo de gobierno municipal, encabezado por el ínclito Jerónimo Saavedra, ha buscado la solución más cómoda y derechista: privatizar. Y "lo antes posible".
Ni siquiera los nefastos gobiernos municipales del PP llegaron a tanto. El primer paso es poner en manos privadas el 49% de las acciones de la compañía. Para más inri, este retroceso social y político se hace en nombre del socialismo gobernante.
En su habitual y afectada verborrea, Jerónimo Saavedra ha negado que privatizar la mitad de Guaguas sea privatizar. Algo así como estar medio embarazada. Y dar semejante argumento, el engreído alcalde le autotitula dar "una lección de economía y de gestión municipal" (sic). Incluso cuestionó el nivel de formación de quienes discrepamos de tal medida, afirmando que "da vergüenza que ocurran estas cosas en mi ciudad" (es decir, que haya gente que discrepe de su refinada sabiduría). Para aquellos que tuvieran dudas, sin embargo, llamó a comprar Guaguas con dinero de los impuestos no pagados a través de la RIC.
Curiosamente, la otra gran privatización en la ciudad, la de la empresa municipal de abastecimiento de agua (EMALSA), se hizo bajo el mandato de otro alcalde del PSOE, Emilio Mayoral, ahora colocado en el Cabildo. Todavía estamos sufriendo -y pagando- las consecuencias de aquella decisión. Eso sí que da no ya vergüenza, sino asco.
Lo preocupante es una ciudadanía incapaz de reaccionar. Y claro, como Momo es más progre que Soria o Luzardo -y por eso lo apoyaron los intelectuales de la cosa-, pues a tragar ruedas de molino.
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