Agapito de Cruz Franco / Artículos de opinión.- Dar al César lo que es del César supone asumir, por parte de la Iglesia Católica, lo que en referencia a ella expresaba Gregorio Peces Barba: “No podemos aceptar el rechazo de la laicidad que es la esencia de la democracia moderna. No podemos…equiparar a las autoridades eclesiásticas con las civiles…Ni basar el orden público en la moralidad de una sola religión…No podemos aceptar que los problemas éticos sean decididos por la Iglesia. No podemos aceptar límites a la libertad y al pluralismo desde una verdad que se esgrime dogmáticamente…No podemos aceptar la tesis de la esencia católica de la identidad nacional, ni confundir ciudadanos con creyentes…No podemos aceptar su postura respecto a la democracia, ni que nunca la haya reconocido como el único régimen legítimo, ni la consideración del relativismo como un mal puesto que es expresión de la libertad de conciencia y de la autodeterminación, expresión de la dignidad humana…” (El País, 15 agosto 2008)
Por el contrario, su Jerarquía sigue creyendo que el César le pertenece. Que el Estado se debe plegar a sus principios, en un remake medieval en el que sigue considerándose como absoluta poseedora de la verdad, con total desprecio a quien no acepta sus cánones. A ello se suma el agravio comparativo con las demás religiones, entre las que, además, ocupa la segunda posición con 1.131 millones de adeptos. Le precede el Islam con 1.500 millones y a quien parece envidiar su trasnochada concepción de la vida social, jurídica y política. En tercer lugar aparecen los agnósticos y ateos con 1.100 millones, para continuar en cuarto lugar los cristianos protestantes con 969, el hinduismo con 900 y el budismo con cerca de 400.
Su enfermiza oposición en España a la asignatura de Educación por la Ciudadanía, aparte de un sectario pataleo irracional, refleja a las claras que no ha abandonado aún la concepción arcaica de una polis y unos reinos a su servicio, en lugar de dar a Dios lo que a Dios le pertenece. Aunque los Estados modernos empezaron a limitarla, hoy en día política y religión sigan siendo, en parte, sinónimos.
Un ejemplo de esa confusión entre el César y Dios se produjo en marzo de 2008 en Madrid, el caso de los cursos de formación para sacerdotes y seminaristas impartidos por políticos del PP como Jaime Mayor Oreja, Gustavo de Arístegui o Carlos Clemente y organizados por la Diócesis de Rouco Varela. El hecho fue denunciado por el “Foro de Curas”, integrado por más de un centenar de sacerdotes críticos con el Sr Varela y su Diócesis del PP. Los sacerdotes lamentaron que los argumentos expuestos partieron de los “análisis, orientaciones y estrategias del PP”, y no de la “argumentación racional o espiritual” o de la “razón iluminada por la fe”. Y se preguntan si con este tipo de cursos se está intentando convertir a los sacerdotes de Madrid “no solo en devotos votantes del PP, sino en sus agentes y propagandistas”. La organización considera que esta “sumisión a los intereses y estrategias del PP” perjudica a la Iglesia y “no responde al pluralismo político legítimo y real de los católicos ni a las orientaciones del Concilio Vaticano II”, según comenta V. Vadillo.
La llamada del Presidente José Luis Rodríguez Zapatero a que la Jerarquía entienda de una vez por todas, que Iglesia y Estado tienen ámbitos de actuación diferentes, choca con la real-politik del partido en el Gobierno que, en su 37 Congreso terminó plegándose a los intereses de la Iglesia al no pedir la revisión de los Acuerdos entre ambos Estados.
Sin embargo, multitud de organizaciones firmaron en febrero de 2008 un Manifiesto por una sociedad laica, pidiendo la derogación de ese Concordato y una verdadera separación Iglesia Estado como en cualquier país civilizado, donde se eliminen los privilegios económicos, jurídicos, educativos, simbólicos y sociales de los que disfruta la Iglesia Católica.
En un plano práctico, en la dirección electrónica: [email protected] pueden solicitarse hasta ¡camisetas laicas!, en una iniciativa, que, como dicen socarronamente sus responsables, vendrá muy bien hasta para asistir al macroconcierto que el Papa Joseph Ratzinguer dará en Madrid en 2011. Justo a las puertas de unas elecciones en nuestro país, y que denota una vez más su nada “apolíneo sacro coro”, que diría el represaliado por la Santa Inquisición Fray Luis de León, y sí la secularización más partidista por parte del defensor a ultranza de su versión moderna, la Congregación para la Doctrina de la Fe que el Vaticano II había liquidado (Más detalles en: http://www.laicismo.org/PHP/p_documento.php?id=5717 Para darte de baja y devolver el pasaporte de ese Estado: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/03/05/madrid/1204747410.html o si deseas quejarte por las llamadas a la oración en el Aeropuerto de Madrid-Barajas, no sea que luego hagan lo propio los muyaidines y a continuación los predicadores evangelistas de EEUU y aquello parezca cualquier cosa menos un Aeropuerto, puedes entrar en este enlace: http://www.laicismo.org/PHP/p_documento.php?id=5301).
Pero si alguna Institución debiera reivindicar el lacismo, esa debiera ser la propia Iglesia. Precisamente porque laicismo significa dar al César lo que es del César. Pero ya se ha analizado profusamente que esta máxima evangélica, como tantas otras, quien no sólo no la cumple sino que hace todo lo contrario es su propia Jerarquía. Y esa es la revolución que deviene para la Iglesia, como en otros tiempos acontecieron otras referidas a la fe, la pobreza o la coherencia evangélicas, con cismas o sin ellos, como pasa en todos lados.
“En el nombre de la Madre, de la Hija y de la Espíritu Santo. Diosa nuestra, acoge a nosotras cristianas. Madre nuestra que estás en los Cielos”. Con este titular, analizaba José Luis Barbería (El País, 15 de agosto de 2008) el movimiento subterráneo existente en la Iglesia de lucha por la igualdad de la mujer. Las teólogas feministas pretenden no sólo subvertir el lenguaje de género de la liturgia sino equipararse al varón en todos los sentidos. El Vaticano, no la Iglesia, hace oídos sordos a temas como el Sacerdocio, Obispado y Papado femenino o el fin del celibato obligatorio. Amenaza con la excomunión, dejando a las claras que “el mal no reconocido de la Iglesia católica es el autoritarismo, la falta de democracia interna y el rechazo a la libertad de pensamiento” según asegura Teresa Cortés quien preside el Movimiento para el Celibato Opcional (MOCEOP) Esa visión, no sólo machista, sino irreal de la mujer, procede de los viejos Padres de la Iglesia –no de los primeros cristianos-, que la juzgaban inferior, de materia defectuosa, impura, culpable de haber entregado la manzana a Adán y que hace que sólo pueda leer la Epístola en la Misa y no el Evangelio reservado al macho, o que le estuviera prohibido entrar en la Iglesia en los períodos de menstruación o tocar los vasos sagrados. Esta filosofía sigue vigente en la primera Encíclica de Benedicto XVI en donde expone que la mujer fue creada por Dios “como ayuda del hombre”. Por eso las feministas católicas integradas en el amplio entramado asociativo “Redes Cristianas” son la esperanza de una Iglesia, que, ante actitudes como las comentadas, es raro que no haya sido citada ya a las puertas de los Juzgados o en el Tribunal de la Haya: “La democratización-feminización modificaría sin duda la visión interior y exterior de la Iglesia y desbarataría el entramado vertical del poder: Obispo, Cardenal, Sumo Pontífice”, comenta J. Luis Barbería.
Si hablo de este Tribunal Internacional es porque no se puede permitir que la Santa Inquisición, con los centenares de asesinatos que cometió se perpetúe en esa Congregación comentada y que el actual Papa potencia cada vez más; porque no se puede permitir, que por una concepción antisocial y anacrónica de la vida se margine al mujer que es sujeto de los mismos derechos que el hombre; porque a raíz de esa actitud tan irracional como antinatural que es el celibato, aparezcan cada día más pederastas por la gracia de Dios, con todo lo que ello representa para unas vidas infantiles desechas. Sólo unos datos: 107 clérigos han sido condenados en Australia por abusos sexuales, mientras que en EEUU y desde hace 30 años han sido denunciados abusos y violaciones perpetrados por 4000 curas. Eso que se sepa y sin hacer un estudio en profundidad a lo largo de la historia desde que se impone esta aberración. Ante todas estas razones, no sirve pedir perdón, como hiciera Juan Pablo II. Hay que hacer justicia.
Son cada vez más los cristianos que no se sienten representados por la ortodoxia y conservadurismo de la actual Jerarquía y sus fariseas estructuras antidemocráticas:
-“Maestro, sabemos que hablas y enseñas con lealtad, y sin acepción de personas; antes bien señalas según verdad el camino de Dios ¿Nos es permitido pagar el tributo al César o no? Y El les contestó…Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. (Lucas, 20-26)
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