Francisco Javier González / Artículos de opinión.- Llega el verano y con el solajero uno se asiroca y le apetece escribir, pero de cualquier cosa que no sea política. Coge uno otro tema y termina, sin darse cuenta, escribiendo de…política y es que, incluso la música, todo lo que el hombre crea es, nos guste o no, pura política.
Uno fue, generacionalmente, un “pibe del rock” y donde hubo algo queda. Recuerdo mi etapa quinceañera en que a la ciudad de curas y rigidez franquista que era la vetusta Aguere llegaban, de matute, los nuevos sonidos. Me introdujo en ellos mi amigo Pepe Mascarell Inta –fifty-fifty de bubi y lagunero- con Louis Armstrong, Duke Ellington y Dina Washington. Entonces llegó el Rock en forma de una pequeña colección de discos que a un amigo y compañero de instituto, Javier Trujillo Carreño, le trajo de tierras gringas su hermano Ramón, profesor entonces en un Liceo venezolano y hoy Presidente de la Academia Canaria de la Lengua, defensor de nuestra habla peculiar y estudioso científico del silbo gomero. En su casa, al final del muy lagunero Camino Largo, nos reuníamos para oír a Bill Haley y su “Rock the clock”, a Little Richard y al Elvis que, aún, no era “el Rey”. Eso, y los libros prohibidos que primero Armando Sigut y luego Melquíades Álvarez nos suministraban subrepticiamente, eran las cosas anatematizadas que nos apartaban del clima opresor de la dictadura española.
Casi diez años después comienza el rock a extenderse por el Estado Español y coge fuerza con el desembarco en Madrid en 1966 de Los Beatles, surgiendo grupos como Los Bravos, Los Brincos, Bruno Lomas, Los Mustang…. Aquí, en las colonias, surge en Tamarán el grupo “Los Ídolos” con Teddy Bautista como cantante y armónica y, si mal no recuerdo, con Tato Lutzardo, Nano Muñoz, Germán Pérez y Rafa Izquierdo. Los Ídolos se van a tierra yankee y cambian el nombre por “The Canaries”, que traducen a “Los Canarios” al instalarse en Madrid. Van pasando sin pena ni gloria hasta que graban “Get on your kness, baby” en el 68. Ese año, estando yo en Santa Cruz de La Palma, conocí, de mano de un entonces casi imberbe Luis Ortega Abraham, a Teddy Bautista que hacía allí su servicio militar. Recuerdo que le comenté, en medio de un baile de carnaval, la poca gracia que me hacía ese “ponte de rodillas y reza, reza, reza…”, pero hoy, 40 años después, me parece tan premonitorio, para lo que ahora nos hace a los sufridos compradores de CDs vírgenes o cualquier tipo de reproductor, como el hecho de que interpretara, unos años más tarde, el papel de Judas en el “Jesucristo Superstar” de Camilo Sesto.
En esos años nos pasamos muchos desde el rock al aprendizaje urgente del idioma català con Els Setze Jutges y los Pí de la Serra, Lluís Llach, Raimon, Serrat…además de la irrupción en nuestras vidas de los Víctor Jara, Carlos Puebla, Silvio, Pablo y media Latinoamérica rebosante de música, lucha y poesía, por lo que prestamos –al menos yo- menos atención a los siguientes trabajo de Teddy y Los Canarios: “Free yourself”, que a pesar de esa llamada a la liberación entendimos que no se trataba de la de nuestra colonizada patria, y “Ciclos”, rebosante de sintetizadores y resumando a Las Cuatro Estaciones de Vivaldi por todos los costados salvo la carátula. En Canarias surgían entonces con fuerza Los Sabandeños, ya con dos singles y un nuevo estilo para nuestra música tradicional que renovaba la que desde niño oíamos, mezcladas con corridos, rancheras y boleros, en las ventas laguneras de chochos, cabrillas de gofio y pescado salado o en los ventorrillos festeros de cañas y sábanas y que Nanino Díaz Cutillas recupera para todos con sus Tenderetes a partir de las fiestas del Pino de 1971.
Pronto Teddy Bautista se pasó a la faceta de productor, en la que los canarios –los de a pie, nosotros, no los excomponentes de su banda- tenemos que agradecerle la producción de Nuevo Cauce, primer disco en que Miguel Pérez, Manolo Pérez y Luis Morera dejan de ser La Contra para convertirse en Taburiente, así como de su segundo LP, Ach Guañac, verdadero himno del nacionalismo canario en aquellos años 70 y cuya carátula, obra de la fertilidad creativa de Luis Morera, sigue siendo hoy un icono del independentismo. Para Nuevo Cauce escribió T. Bautista: "De toda la colonizada periferia cultural hispana, Canarias ocupa un puesto preponderante por el exhaustivo proceso despersonalizador sufrido por esta región. Por eso si alguien sale por su propio esfuerzo, arrastrando en su despegue elementos entrañables, sociopolíticos y musicales, como Taburiente en este caso, reafirma nuestra fe en que las raíces populares son más fuertes que unas décadas de represión centralista" en un no logrado intento de asimilar el contenido nacionalista real del disco donde La raza vive, Folías del campesino o Navidad guanche no encajan con el regionalismo españolista de su productor. Completando esos años nace la Nueva Canción Canaria de autor desde Caco Senante a Taller Canario pasando por Ángel Cuenca, Suso Junco, José Luis Calcines, Alberto Cañete o Lito Martín, que nos interesan y ocupan más que el rock.
A partir del 83, en que pasa a ser Vicepresidente de la Sociedad General de Autores de España y poco después a la presidencia de la misma deja de ser Teddy y pasa a ser D. Eduardo Batista, especialista en recaudaciones –la SGAE pasa de alrededor de 25 millones de euros a los más o menos 400 que espera recaudar en este 2008- , y en cargos directivos, de los que ostenta como una docena, sobresaliendo la mentada presidencia de la SGAE, la de la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música, la de la Sociedad Digital de Autores y Editores, la Dirección General de la Fundación Autor y sus otras filiales y un largo etcétera. D. Eduardo Bautista, además de introducirnos, con la complicidad gubernamental, el canon que nos grava desde los CDs a los móviles aunque solo los usemos para grabar datos o hablar por teléfono, se ha metido a abogado de secano denunciando a todo blogero que califique de robo a ese canon injusto, porque, como sentencia D. Eduardo "antes no había asociaciones de internautas, ni comunidades electrónicas, y ahora cualquier pendejo electrónico está construyendo la nueva democracia digital" o persiguiendo a cualquier hijo de vecino usuario de kazzaa o de YouTube, donde, por cierto, se encuentra toda la producción de Los Canarios desde cuando Teddy tocaba la armónica a cuando componía para sintetizadores.
Ahora, como última hazaña crematística de D. Eduardo Bautista, nos viene su alianza con lo más rancio del PP valenciano para que, en un pequeño solarcito de solo 70.000 metros cuadrados, propiedad del Ayuntamiento valenciano en el distrito de Quatre Carreres –donde está el barrio Ciutat de les Arts i les Ciències- y con el apoyo no solo de Rita Barberá sino también del presidente de la Generalitat valenciana Francisco Camps, la Fundación Autor que él preside, con los fondos en gran parte de nuestros CDs, construya una faraónica “Torre de la Música” en forma de rascacielos con apartamentos y superficies comerciales incluidas. Una buena parte de la pequeña choza musiquera de más de 100 millones de euros se le “alquilará” como sede europea del Berklee College of Music de Boston del que, faltaría más, D. Eduardo Bautista es miembro del Board of Trustees o Consejo de Administración traducido a cristiano. Según nuestro ex-Canario estos 100 milloncejos son parte del 20% del canon que la Ley de Propiedad Intelectual obliga a las sociedades de gestión, como la SGAE, a dedicar a “actividades asistenciales para los socios y para la formación y promoción de los autores”. Las Escuelas de Música han enviado escritos al Presidente del Gobierno Español y a su Ministro de Cultura protestando por el nuevo saqueo de la SGAE. Para Lluís Cabrera, director de la Fundación Taller de Músics de Barcelona, “en lugar de apoyarnos la SGAE emplea parte del dinero que recauda por copia privada para crear una sociedad lucrativa con una escuela privada de Estados Unidos” mientras que Pedro Carrillo, director de la Escuela de Música Creativa de Madrid, plantea que “es como si para potenciar el cine español se montara una sede a la Paramount en suelo público de Valencia” declaraciones ambas hechas, entre otras igual de contundentes, a El País (04/07/08). Desde luego que algo de esos 16.600 millones de las antiguas pesetas –que se entiende mejor- que costará el chiringuito valenciano de la SGAE saldrá de los casi 2.500 millones que recaudaron en esta colonia africana el año pasado o de los 3.300 que esperan recaudar en este 2008, pero, como declaraba D. Eduardo -para quien "bajar música es como robar un jersey en unos grandes almacenes"- al programa “Caiga quién Caiga” cuando le preguntaron porqué un estudiante tenía que pagar un canon para poner sus apuntes en un CD, “lo importante es que pagan”.
Allá por el 2005, D. Eduardo Bautista declaraba a la revista “El Fuerte”: “Mi música es, fundamentalmente, una mierda”. No estoy de acuerdo en absoluto, pero si se lo aplica a lo que hace en la SGAE hay que reconocer que es una mierda de oro.
Francisco Javier González
Aguere 9 de julio de 2008
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