Agapito de Cruz Franco / Artículos de opinión.- Es la tercera lengua del Planeta, detrás del chino y el inglés y la que más crece. Sin embargo, la política doméstica de uno de los países donde se habla, España -que ha terminado dando nombre a la misma, y que, en el contexto general apenas representa el 9% de sus hablantes-, acaba de sacar un “Manifiesto por la lengua castellana” de lo más extraño. Filósofos metidos a políticos como Fernando Savater, escritores de renombre como Vargas Llosa, o críticos con el sistema como el actor Albert Boadella, lideran un texto que, aunque congruente en sus aseveraciones, “mezcla las churras con las merinas”. Hay que dejar claro que este idioma universal no se halla en peligro. Todo lo contrario. O no, como dice la Oposición. Los protagonistas del texto lo saben. El título es un error, pues su contenido se refiere sólo al Estado español. Para ser más precisos a las autonomías bilingües y, sobre todo, Cataluña. Es un Manifiesto nacionalista para criticar los nacionalismos, con lo que asume, en la práctica, la misma situación que critica. Nace viciado, como todas las cosas que hacen los partidos cuando entran en la esfera de lo social. La lengua lo es. Y el Manifiesto, la acción de un partido concreto que, surgido en la trasnochada asimetría ibérica no sabe cómo llamar la atención y cree que “todo el monte es orégano”.
Contradictoriamente, ignora donde el castellano sí tiene realmente problemas: la política bilingüe español-inglés, que han diseñado para todo el Estado PP y PSOE, a causa de algún complejo, pedantería o supina masoquista estupidez, en un país que cambia de entrenador de fútbol cuando llegan los mayores éxitos. De todos es conocida la manía por incluir el inglés desde los tres años de Infantil o la moda creciente por impartir asignaturas del currículo de Primaria y Secundaria en el idioma de su majestad la Reina Británica. Se han empeñado en hacer anglófonos a los ciudadanos desde Las Hurdes hasta el Faro de Orchilla. El turismo hace el resto por nuestras devastadas costas, para completar, ahora en lo lingüístico, un territorio arrasado en lo medioambiental. El alumnado tiene una gran labor de autodefensa y debe organizarse para impedir estos atropellos a sus propios derechos como ciudadanos, escenario donde precisamente sitúa sus objetivos el Manifiesto comentado, en el sentido de garantizar los derechos de los mismos a elegir el idioma con el que puedan conversar, trabajar o educarse. De hecho, estas iniciativas vulneran flagrantemente la Constitución Española, en la que en ninguno de sus capítulos aparece el idioma sajón como lengua del Estado.
Las lenguas viajan aparte de la política. El castellano, como lengua común se extendió por tan vastos territorios porque era la lengua franca donde encontrarse otros pueblos. Ese proceso lo vivió la Hispania medieval. El problema de las lenguas autonómicas arranca del franquismo, pues en los siglos anteriores convivían todas perfectamente. El virus fascista parece haber contagiado ahora a algunos de sus gobernantes, dadas las normativas en vigor criticadas por el Manifiesto y por las que la imposición del catalán y otras lenguas co-oficiales como vehiculares en la enseñanza violan los derechos de las personas y nada tienen que ver con el bilingüismo o la inmersión lingüística.
Siempre he defendido un currículum escolar en todo el Estado donde estuvieran incluidas las lenguas vernáculas peninsulares sobre todo el portugués –el sexto idioma de la Tierra- y en el caso de Canarias el tifinah la lengua hablada del pueblo amazigh o bereber y que está en la base del español de Canarias. En su lugar se ha introducido la obligatoriedad del inglés cuando debiera ser optativo, como el alemán o el francés y a quienes debieran precederles el chino, el árabe o el ruso. El catalán tiene vida propia y se habla de forma natural, no necesitando de ombliguismo totalitario alguno. El euskera está amenazado. Es una lengua extraordinariamente valiosa que no se puede perder. Este 2008 ha sido declarado por la UNESCO como Año Internacional de las Lenguas, en un mundo donde 10 de ellas mueren cada año y más de la mitad de las 6000 que se hablan, están amenazadas de extinción.
Comentarios