Carlos Rodriguez Dominguez * / Artículos de opinión.- Alguien dijo que «un pueblo sin memoria es un pueblo sin fututo» y no le faltaba razón...
El título de este artículo toma rúbrica de un libro de Juan Antonio Delgado Santana, publicado por Editorial La Marea, que ya hace bastantes años está en mi biblioteca. La obra narra la historia del emergente movimiento obrero portuario en el Puerto de la Luz y la coyuntura sociopolítica de los años 70 y principios de los 80.
En esta etapa histórica, no tan lejana de nuestros días, se crea la Asociación Sindical de Estibadores Portuarios de Canarias que comenzó a extender la lucha de los trabajadores portuarios desencadenando diversas huelgas. Los estibadores ganaban salarios irrisorios, se producían despidos masivos y la contratación de esquiroles estaba a la orden del día. En ese escenario, el 25 de julio de 1980, mientras los portuarios se manifestaban en la Plaza Manuel Becerra, Belén María Sánchez Ojeda -hija de un trabajador portuario- fue atropellada y falleció a las pocas horas mientras se solidarizaba con la justa lucha de su padre y sus compañeros. Ese mismo día, varios manifestantes resultaron heridos y uno de ellos perdió un ojo en la carga policial dado que la Guardia Civil lanzó varios botes de humo a los manifestantes por una causa justa, la dignidad de sus puestos de trabajo.
Belén María constituye un ejemplo vivo de la historia solidaria de las islas, al igual que Remigio Vélez, cuyo esfuerzo y solidaridad militante ayudó decididamente a sentar las bases del sindicalismo portuario. Remigio era un cristiano de base y un sindicalista de verdad, de esos -aún quedan unos pocos- que lo dan todo por mejorar las condiciones de vida y trabajo de sus compañeros sin pensar en liberaciones ni prebendas. Siempre preocupado por dignificar la profesión y mantener unido al colectivo.
En nuestros días, la lucha portuaria de los estibadores canarios es reconocida a nivel internacional pues Antolín Goya -estibador de Tenerife- es el coordinador del Sindicato Internacional de Estibadores (IDC en su acrónimo sajón) y Lázaro Lemes -estibador de Gran Canaria- también ocupa un puesto en la dirección de dicha organización sindical sectorial. Además, los estibadores canarios siempre han tenido un papel preponderante en la Coordinadora Estatal de Estibadores Portuarios.
Hoy -justo veintiocho años después de su muerte- Belén María tiene una plaza con su nombre en la zona portuaria pero está siendo condenada al olvido de todo un pueblo. Revivir para afrontar y luchar en el presente deben ser nuestras consignas.
* Profesor de Derecho del Trabajo ULL.
Comentarios