David Rizo González / Artículos de opinión.- Hace muy poco tiempo, disfruté de un verano de reuniones y almuerzos de unos demócratas inquietos, porque nuestro partido se había convertido casi en una dictadura, hecha a imagen y semejanza de algunos miembros con la única idea de perpetuarse en el poder, me pareció lógicamente que algo había que hacer y apoyé sin fisuras un movimiento de unificación del partido, contra lo que llamábamos, las manipulaciones de unos cuantos.
Me pareció un fin donde uno podía embarcarse, aunque por eso me tacharan de lo que fuera, se trataba de consensuar una lista para las elecciones locales de Icod, aunque todos los que estábamos allí sabíamos perfectamente, que lo que realmente se pretendía era confeccionar una lista con la incursión en ella de miembros de donde poder sacar, obtener y preparar un candidato que sustituyese al que, por entonces, era el alcalde, una vez ganadas las elecciones y en el mínimo tiempo posible, ese consenso de lista nunca llegó, ya que no se trataba de incluir un número concreto de hombres en esta, sino de nombres, empecé en este momento de mi joven y corta experiencia en política a ver en muchos el poder de la ambición.
Una vez pasadas las elecciones y perdidas, llegaba el momento de reconstruir un partido decepcionado y maltrecho, dividido en dos mal llamados sectores, uno perdedor por comparecer en una lista no respaldada por la mayoría, después de veinticinco años y otros que se sentían ganadores morales por no apoyar a los primeros.
Empezaba una nueva etapa donde teníamos que llegar a entendernos y me embarqué en un proyecto dentro de la dirección del partido, una nueva ejecutiva, corta en miembros y con carácter casi temporal, entonces todo cambió, ya no era valido para el cambio ni yo ni ninguno de los que me acompañaban. Y esto sin preguntarme nadie nunca que proyecto teníamos para el partido y que pensábamos hacer. De un día para otro pasé a ser un objetivo a perseguir y derribar por parte de aquel sector, con el que coincidía en ideas aquel verano, pero nunca me extrañó, siempre fui hombre y nunca nombre, de repente se llegaron a publicar desde algunos medios digitales artículos (no firmados) que eran auténticas barbaridades, e incluso se me desprestigió como militante y como persona, se juzgó mi vida personal y profesional sin ningún reparo, supongo que ahora los argumentos de aquellos artículos, se convertirán en simples burradas escritas desde la cobardía, ya que como en su día nadie dio la cara por ellos, no creo que nadie vaya a rectificar.
A mi quizás me daba un poco igual todas esas mentiras, si me dolió fue porque no sólo hablaban de mí, también de compañeros que vivían para este partido y no se merecían nada de aquello, sólo por pensar diferente y gestionar de otra manera.
Fuimos entre todos tan ilusos que creímos en que era posible conseguir el tan afamado consenso dentro del partido, pero fue imposible, ya no quedaba otra salida más que mi propia "dimisión inmediata", espero que sirva como ejemplo para que otros se den cuenta que nunca acabarás con el problema si formas parte de el.
Vivimos en una democracia que nos permite expresar abiertamente nuestras ideas, nuestros conceptos e incluso señalar libremente pensamientos propios, las verdades y también las mentiras.
Muchos piensan que lo importante es hablar, no importa ni cómo ni cuando y así observamos que en la política es fácil hablar y después callarse, muchas veces cuando los criterios que se utilizan tienen una fuerte dosis de tensión y las ideas se fanatizan, los conceptos que se vierten pueden expresar cosas particulares que empobrecen la realidad, tergiversan los hechos y desestabilizan todo proceso y si además le unimos un alto grado de rivalidad personal, fomentada por el protagonismo, nos encontramos con un fanatismo que roza lo enfermizo. Quizás deberíamos entender que no todos podemos estar en política, quizás deberíamos utilizarla para resolver problemas y no para crearlos y quizás debería estar el bien de la mayoría por encima de la minoría, nunca me ha gustado que triunfe la minoría en el juego democrático, porque cuando esto pasa, significa que alguna regla democrática se ha quebrantado y eso me produce una gran decepción, además de una enorme vergüenza. Resulta aun más indignante cuando se utiliza la traición a la amistad y a la confianza para pasar de la minoría a la mayoría.
Aquellos con los que, aquel verano, me lancé a defender la libertad y la democracia dentro del partido, han aprendido a utilizar las artes del engaño y manipulación que les achacábamos a otros, ahora parece, ya todos son iguales ya vale todo, cueste lo que cueste. Sólo pienso en estos días en los militantes y simpatizantes, ya que mucho me temo que volverán a vivir una auténtica guerra de poder.
Volvemos a subir el telón de la guerra interna en su primer acto, lamentable ya hemos consumido un año y volvemos sobre nuestros pasos.
Sólo quiero pedir disculpas a todos esos militantes y simpatizantes que pusieron todo su esfuerzo y empeño junto con nosotros en que todos estos problemas se solucionaran.
Así que muchas gracias y mucha suerte compañeras/os.
David Rizo González
Militante del PSOE
Ex miembro ejecutiva local Icod de los Vinos
BUENAS TARDES,
ESTAS GUERRAS DENTRO DE LOS PROPIOS PARTIDOS POLÍTICOS SÓLO SIGNIFICAN UNA COSA, ANSIA DE PODER Y BENEFICIOS PROPIOS.
CUANDO COMIENCEN A PENSAR EN LO MAL QUE SE ENCUENTRA LA CIUDAD DE ICOD DE LOS VINOS Y NO EN EL BENEFICIO POLÍTICO DE UNOS CUANTOS SE PODRÁ HACER ALGO.
MENOS HABLAR DE TRAICIONES Y PONEROS A TRABAJAR POR ICOD Y SU GENTE.
UNIDAD Y PROGRESO
Publicado por: UNIDAD Y PROGRESO | 25/06/2008 en 12:57 p.m.