Ruano, la cabra y la leche / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- José Miguel Ruano -funcionario- fue el autor, o el 'inspirador' necesario, de una de las cafradas más escandalosas -y más gravosas para el erario público- de nuestra joven autonomía. Y es que fueron tanto su cabezonería como su mala leche los que dieron origen a aquella vergonzosa Ley por la que se expropiablan de manera anticonstitucional edificios anexos al Parlamento para instalar más cómodamente a sus señorías pasando por encima de los derechos de los legítimos propietarios.
Pero yo creo que lo peor de este personaje, que como empleado público probablemente se hubiera llevado un disgusto por su ineptitud e incapacidad negociadora demostrada en cualquier país serio, no es ni su carácter ni las lindezas que suelta por la boca a las primeras de cambio, acaso lo más desagradable es la mueca esa que hace con la boca cuando de mirar al resto del común de los mortales por arriba del hombro se trata.
Y es que se supone que el personaje no sólo es funcionario público, gravoso y de ineptitud demostrada con graves consecuencias para los impuestitos que religiosamente pagamos a pesar de todo, sino que hoy en día es el responsable del Gobierno en lo que tiene que ver con la Función Pública. Y la función pública, como casi todo, tendrá sus cosas buenas y sus cosas peores. Lo más terrible, acaso, el miserable enchufismo que impide que prime el mérito y la capacidad, que en muchos casos es causa y fundamento de la desmotivación de muchos empleados públicos que ven cómo sólo el enchufado, o el patético lame traseros, son los únicos con opciones ciertas de promocionar profesionalmente.
Eso independientemente de que, en lugar de descalificar, acaso cabría esperar de un dirigente político de tan alta responsabilidad, que se encargara de velar por el correcto funcionamiento de los servicios públicos exigiendo, y no haciendo chistes bajos e indecentes, el cumplimiento del deber a quien lo incumpla efectivamente. Y otra cosa es la trayectoria histórica del personaje, a quien los funcionarios del Parlamento, en general, recuerdan con gratitud porque fue capaz de conseguir que los cuerpos de funcionarios de esta institución -entre los que se encontraba él mismo- subieran nada menos que un grado en su categoría con respecto al resto de empleados públicos de Canarias. Y fue gracias a Ruano, y a sus informes, que hoy en día quien realiza las funciones de subalterno o conductor en el Parlamento pertenezca al grupo D (mientras en el resto de la función pública se encuadran en el E, o que un auxiliar administrativo pertenezca al grupo C en el Parlamento mientras todos los demás con del grupo D. Y así sucesivamente hasta llegar a lo más alto, donde se colocaba el propio Ruano con unos complementos de escándalo.
Que yo me alegro mucho por los funcionarios del Parlamento -ojalá todos pudiéramos disfrutar de esa suerte-, sólo que, constitucionalmente hablando, qué quieren que les diga, al menos en la cosa pública debería respetarse el principio aquél de a igual trabajo igual remuneración, pienso. Y por mucho que Ruano haya informado en su día favorablemente a esta cuestión y por mucho que se les retuerza el alma a estos inmorales cuando alguien, en su legítimo derecho, reclama cobrar algo parecido a lo que cobran sus compañeros de la misma escala en cualquier otra administración del propio Gobierno de Canarias. Que ya verán ustedes, por otro lado, la que va a armar el Ruano -con nuestro dinero- cuando empiece a ponerles salarios golosos a la erchancha esa que quieren crear para que se les cuadren en las puertas de los edificios oficiales y para evitar que vuelvan a ocurrir 'luctuosos sucesos', como aquel en el que la Guardia Civil, persiguiendo unos posibles delitos, se encontró con jugosas conversaciones de miembros del Gobierno, como siempre, en defensa del bien común de unos cuantos.
Si desea ampliar la información y acceder a los enlaces e imágenes que acompañan a este artículo, toda la información se encuentra disponible haciendo clic aquí.
Comentarios