Agustín Mora Valle / Artículos de opinión.- Paraguay, lento pero viene.
Lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene (…)
lento
pero no lánguido
ni ufano
ni aguafiestas
sencillamente
viene
con su afilada hoja
y su balanza
preguntando ante todo
por los sueños
y luego por las patrias
los recuerdos yacentes
y los recién nacidos (…)
lento pero viene
el futuro se acerca
despacio
pero viene
lento pero viene
lento pero viene
lento pero viene.
(Mario Benedetti)
Hablábamos hace unos días del cambio económico, político y social que, poco a poco, se está produciendo en América Latina; cambio al que se ha incorporado Paraguay mediante las elecciones celebradas el pasado 20 de abril y donde cabe la esperanza de que se sacuda, decíamos, el asfixiante polvo o lastre de sumisión soportado durante más de 500 años de diferentes colonialismos.
También se hacía un breve repaso a la historia de esta pequeña nación, sometida primero a la corona española y, más tarde, a diferentes dictaduras o regímenes oligárquicos el último de los cuales, dirigido por el Partido Colorado, controló, atenazó, marginó y oprimió al pueblo paraguayo durante 61 años. Hasta que llegó, aún no hace un mes, un rayo de luz, un atisbo de esperanza encarnado en un “obispo de los pobres”: Fernando Lugo.
Un obispo suspendido “a divinis” por el Vaticano precisamente por defender esa causa, la de los pobres. Un obispo que poco después de su triunfo y con toda humildad manifestó: “Sólo quiero servir a mi patria desde la función de Presidente; si al Santo Padre le molesta, le pido disculpas”.
Evidentemente, el Santo Padre y el Vaticano se sienten molestos pero hay que esperar para ver cómo Don Joseph Alois Ratzinger, alias “Benedicto XVI”, se va a tragar esta culebra toda vez que ahora no se trata del sacerdote y ministro nicaragüense Ernesto Cardenal, sino de todo un Señor Presidente de una nación soberana elegido democráticamente por su pueblo.
Fernando Lugo no va a tener por delante un camino de rosas cuando asuma el poder en agosto próximo (si es que el actual Presidente, Nicanor Duarte, ese que ve comunistas con rabos y cuernos hasta en las sacristías, no se raja antes como ha insinuado) dado el marasmo de corrupción y caciquismo imperante en Paraguay.
Lugo se va a encontrar un país donde el asesinato de dirigentes campesinos está al orden del día; donde la concentración de la propiedad de la tierra se encuentra en manos del 20% de la población más rica, ostentando el 60% de la riqueza; donde más de 400.000 familias carecen de tierra para cultivar; donde más de 2.324.000 personas viven bajo el umbral de la pobreza, es decir, un tercio de la población si recordamos que Paraguay tenía, a julio de 2007, 6.669.086 habitantes.
También se va a encontrar Fernando Lugo un país donde un 37,4% de la población económicamente activa tiene problemas con el empleo (el paro “oficial” está en un 16% y el “subempleo” excede del 22%); donde el analfabetismo de la población mayor de 15 años llega al 7% a nivel nacional, siendo de un 10% en el ámbito rural y de un 4,5% entre la gente joven.
Otro indicador de la pésima salud social paraguaya nos dice que casi un 60% de los habitantes del campo carece de cédula de identidad. Cómo esto ocurriera por estos lares, media España estaría cazando “gamusinos” en la cárcel. Por otro lado no tener esa cédula ha podido ser una ventaja para los “colorados”: dirigente campesino muerto, dirigente campesino NN, no nacido.
Lugo se va a dar de bruces con un país donde menos presupuesto se destina para combatir la pobreza y la desnutrición. Según el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) para el año 2005 tan solo se dedicaron 300.000 dólares para atender a más de 35.000 niños en esa situación y a unos 140.000 en riesgo de estarlo. Y según datos de la Asociación Internacional Social Watch, Paraguay destina apenas unos 140 dólares por habitante para gasto social, estando la media latinoamericana en 696 dólares.
Todos estos datos contrastan con las elevadas sumas de dinero que este país sudamericano destinó a reflotar bancos en quiebra y a indemnizar a los ahorradores (que nunca podrían ser los trabajadores). En los últimos diez años estas sumas superaron los 2.000 millones de dólares.
Más o menos y en líneas generales, este va a ser el Paraguay que colonizadores españoles, dictaduras y 61 años de gobiernos del Partido Colorado han dejado a Fernando Lugo, este, por lo pronto “obispo de los pobres” y, hasta ahora, firme defensor de la “Teología de la Liberación”.
Lo que está claro y debemos alegrarnos por ello es que el pueblo paraguayo optó por un cambio radical porque ya no tiene otra cosa que perder que la esperanza. Y la esperanza, dicen, es lo último que se pierde.
Tiene ahora Paraguay la ilusionante posibilidad de ser, sentir y estar en una más de las primeras líneas para que América Latina vuelva a ser “Nuestra América”, la de todos los latinoamericanos tan injustamente vilipendiados a lo largo de sus más de 500 años de colonialismo político, social y económico.
Acusarán a Fernando Lugo de caer en la órbita de Hugo Chávez, el “indígena” Evo Morales o de los “dictadores cubanos”. Pero Paraguay debe comenzar a moverse, a caminar porque la historia se mueve y camina y a la historia la caminan los pueblos cansados de morir tantas veces de su propia muerte. La caminan personas como Bolívar, Martí, San Martín, Sucre… o como este obispo paraguayo, o como Monseñor Romero, o como tantos otros que un día decidieron que las palabras de un tal Jesucristo (para quien crea) no fueron dichas para quedarse enmudecidas en los misales, sino para ser aplicadas en la tierra.
Decía el sacerdote Camilo Torres, guerrillero del ELN (Ejército de Liberación Nacional) de Colombia y asesinado por luchar contra la pobreza y la miseria: “Porqué perder el tiempo hablando sobre la inmortalidad del alma, cuando el hambre de los pobres es tan mortal”.
Pregunta idiota que se me ocurre esta semana: ¿Enviará el Vaticano representación oficial a la toma de posesión de Fernando Lugo?
Agustín Mora
1-05-08
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