Agapito de Cruz Franco / Artículos de opinión.- No es, ni mucho menos, una película de Steven Spielberg. Es la escenificación por enésima vez de la farsa de las cloacas. Con la perspectiva que da el tiempo, uno ya sabe con meridiana nitidez todos los capítulos de la obra teatral a representarse en Güímar por los de siempre. Aparte de que sus presuntos autores tienen tan poca imaginación para innovar, que el espectáculo lo repiten una y otra vez sin variar apenas el guión. No voy a nombrar ejemplos anteriores. Eso será contenido de un libro: "Esfínteres del Poder", que habrá que escribir para que las futuras generaciones visualicen toda esta cohorte de cantamañanas, correveidiles y ad-láteres de la Administración. Colchón del poder, no merecen sino el desprecio.
En Güímar, el Colectivo Ecologista “Tabona” lleva ya sus 30 años peleando por SALVAR EL MALPAIS. Últimamente con unas expectativas de crecimiento y activismo de lo más interesante y que está sacando los colores a las Instituciones locales y autonómicas hasta en los propios Juzgados. Cualquier persona de buena voluntad que quisiera "interesarse por el conocimiento, conservación y gestión de la Reserva Natural Malpaís de Güímar, de manera amplia" o "hablar sobre qué objetivos se pueden plantear, organización y forma de trabajar" -como apunta la nota de un correo virtual anónimo que anda estos días por la Red convocando al personal a crear un Foro por el Malpaís-, iría, como han hecho tantas personas, a donde se está peleando para unir su esfuerzo al de otros. Pero no: "La próxima redacción del Plan Director de la R.N.E. (Reserva Natural Especial) del Malpaís ofrece una oportunidad de trasladar a las instituciones opiniones de la ciudadanía" termina diciendo el virtual organismo que ya existe antes de nacer: El Foro del Malpaís ¡Fuerte manipulación! Las Instituciones ya saben de sobra lo que piensa la ciudadanía sobre el Malpaís. Sólo tienen que meterse en una hemeroteca, ver las noticias de la tal ciudadanía las últimas décadas, o, simplemente, desempolvar las denuncias habidas hasta el presente y registradas en su estómago con sello de entrada incluído.
Siempre sucede lo mismo. Cuando una lucha ecologista despunta, y se enfrenta, con el poder de la lógica, a la lógica del poder, aparecen estos virus mutantes para intentar anularla, idear superestructuras fantasmagóricas y controlar la rebelión. Pasan a ser, con toda su aristocracia chic y su solapada arritmia de negro satén, los intermediarios entre la ciudadanía y las instituciones, los auténticos valedores para el Señorito, que premia su fidelidad permanente, con opulentas subvenciones, estudios sobre el paisaje de la burocracia o un puesto de trabajo en su red de canalizaciones. Pone a su disposición además, toda la infraestructura oficial necesaria porque, como es de recibo, ellos representan la versión oficial subtitulada.
Después está la carátula. Aparecen junto a ellos, políticos tradicionales que ahora se autoproclaman alternativos. Desubicados de la historia, no les ha quedado otro camino que ir traicionando una tras otra todas las iniciativas y colocando sus apestosas patas sobre la fresca hierba de los nuevos movimientos sociales. Recogen el estandarte caído, se apropian de los símbolos sagrados, y pujan, en el mercado de los nuevos esclavos, por la conquista del poder, que, sepa usted, es cosa indecente esa. Eso sí, como bufones del mismo, que de ahí no pasan. Embadurnados con una coloraína medioambiental de carnaval posibilista, son todo un cartel para las próximas fiestas de Don Carnal y Doña Cuaresma.
Sólo hay una forma de neutralizar estos especímenes: no desapareciendo del escenario. La sociedad detecta al instante dónde está la farsa y dónde una verdadera obra teatral. Estos bichos se desintegran cuando se topan con el mundo real. Y desaparecen tras las bambalinas al faltarles los hilos que como títeres les sujetaban, o comprobar frente a esa realidad, su corta existencia de entremeses informáticos. (Hoy día el que no tienen una Plataforma en la web es porque no quiere, que no cuesta sino un rato de ponerse a ello).
La Forilitis, sinceramente, era una enfermedad que yo creía ya desaparecida. Como en su momento se extinguió el Plataformismo. Y mucho antes la fiebre de Coordinadoras. Porque al final todo terminaba en simples asociaciones con una cabina telefónica como local. Este falso asociacionismo teledirigido, que vacía de contenido el verdadero, ese que es espontáneo y originado por la propia sociedad que se autoorganiza hasta conseguir el objetivo –y en cuyo caso responde a otros parámetros- siempre tiene cuatro etapas: 1, el brikidans: liquidar el activismo sustantivo existente. 2, el crusaíto: ponerse luego en su lugar. 3, el maikelyakson: desteñirse y desaparecer si ya no hay peligro para la Administración y 4, el Robocop: perpetuarse como robots con un Registro Oficial, que como los ojos del Guadiana aparece y desaparece cuando los intereses lo demandan. Señor correo anónimo de Forilandia y quien se oculte tras de él: ¡Saludos a sus padrinos del Ayuntamiento de Güímar y del Cabildo de Tenerife….!
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