José Luis Valdés / Artículos de opinión.- Tras la muerte de Franco, el 20 de Noviembre del 1975, y a principio del 1976, en la época de Arias Navarro, en Tenerife existían colectivos de amigos y trabajadores en fábricas y en los barrios periféricos de Santa Clara, Somosierra, Barrio la Salud, Taco, La Cuesta, etc. y entre los estudiantes de La Laguna que se agrupaban en pequeños grupos clandestinos, no vinculados ha partidos políticos pero profundamente democráticos y antifascistas. Este tipo de células estaba, por lo general, formados por tres o cuatro personas, siempre alguien del grupo tenía contacto con algún otro pero actuaban autónomamente. Estos colectivos se definían de izquierdas y autogestionarios, algunos de sus miembros tenían contacto con algún sindicato o partido. Todos ellos intentaban mantener su clandestinidad en cuanto a la militancia política, ya que se corrían el riesgo de ir a la cárcel por la mínima sospecha que la policía tuviese sobre la vinculación política directa del trabajador o estudiante. Todos estos grupos, de carácter libertario y con una enorme simpatía hacia el MPAIAC, eran en parte un ejército de acción y propaganda por la independencia y el socialismo autogestionario, muy influenciados por la ideología Tito y el modelo de socialismo Yugoslavo. Entre esas personas me encontraba yo personalmente.
Yo pasé a ser militante del sindicato sueco de la marina mercante a finales de 1968, y un año mas tarde mantuve contacto directo con la socialdemocracia sueca, la cual, a través del sindicato, me ofreció asilo político en la ciudad de Gotemburgo. No me acogí a ese derecho por mis padres y hermana, ya que el asilo me implicaría el no poder ir a ver a mi familia a Canarias. El asilo político era válido para todos los países del mundo, menos para el Estado Español, y en caso de que pusiera los pies en Canarias hubiese sido detenido y procesado por prófugo o rebeldía, por lo que decidí no asilarme y seguir políticamente en la clandestinidad.
En febrero del 1977, tras un viaje de regreso de Canadá, arribamos en el puerto de Argel en donde mantuve contacto con militantes del MPAIAC, los cuales nos dejaron un par de paquetes con cerca de 200 del Libro Blanco del MPAIAC. Al principio la idea era desembarcar yo con ellos y distribuirlos a mi regreso en Canarias, pero se dio la circunstancia que el agente de la empresa había comprado mi billete de vacaciones desde Argel en donde desembarqué, haciendo escala en Mallorca y no en Francia, como había pensado, lo que significó un cambio de planes y los libros se quedaron abordo. Cuando llegó el barco a Las Palmas fui a recogerlos. He de decir que mi maleta a la llegada a España fue registrada y nada mas que llegar a Tenerife me enteré por colegas del barrio que mi casa estaba siendo vigilada por secretas, por lo que procuré mantener cierta discreción en el tema políticos. En esa época yo tenía amistad con algunos amigos laguneros, entre ellos Militón, que trabajaba de chapista en un taller en la Finca España, donde paraban algunos estudiantes libertarios para arreglar sus coches. Él y otro amigo me ayudaron a repartir la propaganda del MPAIAC. De vez en cuando salíamos ha hacer pintadas por la independencia. Cerca de unos 70 libros se lo dimos a otro compañero que era de Gran Canaria y que estudiaba en la universidad de La Laguna, del cual no recuerdo su nombre ya que nosotros acostumbrábamos a conocernos por nombres de guerra.
Seria bueno que alguien preguntase a los familiares de Javier si entre sus pertenencias estaba el libro blanco del MPAIAC editado en Argel.
Hay elementos reaccionarios y españolistas que en diciembre del 77, cuando la huelga General en Tenerife, en la cual fue asesinado por la Guardia Civil el estudiante Javier Fernández Quesada, se dedicaron a hacer de esquiroles de la patronal y el Gobierno, estos elementos hoy día siguen haciendo de las suyas sin tener vergüenza, se dedican a difamar a los independentistas, incluso intentan algunos de ellos tergiversar la historia. Esto nos demuestra que, aunque hayan pasado treinta años, los elementos reaccionarios, tanto los de la derechona, como algunos que se ponen las medallas de izquierdazos, en realidad continúan siendo tan españolistas como lo eran antes e igual de peligrosos para el movimiento de liberación nacional y social de Canarias, como en su día lo fueron, por lo cual lo mejor es poner a cada cual en su sitio y no darles pie para que sus teorías de la historia circule por nuestra patria Canarias.
¡Por una Canarias Libre y Socialista!
Independencia y Socialismo
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