Ciudadanos comprometidos / Agapito de Cruz Franco.- Desde 1980, los activistas del Colectivo Ecologista “Tabona” y su incombustible Mónica Díaz Tabares, han venido luchando en solitario contra la extracción de áridos en Güímar. Denuncia tras denuncia. Protesta tras protesta. Siempre cayendo en saco roto. Asumido por las Instituciones como “necesaria para que no parara la construcción”, esta mentira transformó la desembocadura del Barranco Badajoz en la antesala del Infierno. Una auténtica era cavernaria que dura ya cuarenta años y a la que días atrás, el alcalde Rafel Yanes (PSOE) ponía punto y final con el último precinto a la Empresa “Aridos del Atlántico”. Curioso eufemismo este del Atlántico. Pues mientras el movimiento ecologista no se cansó una y otra vez de ir a la mar a por naranjas, las garras depredadoras sí que encontraron en el Océano del clientelismo y la desidia la materia prima con que sembrar de cemento y bloques la insular miseria.
Cuatro millones de metros cuadrados son el resultado de este saqueo de la mejor tierra agrícola del Valle de Güímar. Como declaraba al Programa El Chaboco de Radio Pimienta de La Orotava (FM100.30 y www.radiopimienta.org), Francisco Armas, también del grupo ecologista citado e impulsor de la primera denuncia en Canarias por delito ecológico contra todos los extractores de áridos, “los materiales extraídos, no eran precisamente áridos, sino tierra de aluvión, tierra fértil. El árido no existe en Güímar. Arido es el suelo que no da nada. De hecho tras la extracción, se hacía necesario lavar la tierra para limpiarla de arcillas y materia orgánica, pues sobre ella se estuvo cultivando durante 500 años. Con lo cual, estas canteras se abrieron en el lugar menos apropiado de la Isla”. La propia Subdelegada del Gobierno ha llegado a afirmar que es el desastre ecológico más grave de las Islas.
Siempre se ha dicho la catástrofe anunciada que representa esta orografía del egoismo y la incompetencia. Hay antecedentes. En 1826, una riada arrasó estos parajes muriendo siete personas. El abanico de las aguas llegó a alcanzar 1.500 metros y la profundidad siete. ¿Qué ocurriría ahora que la población se ha multiplicado hasta la saciedad y ocupado el fondo de los barrancos? ¿Qué sucedería si el agua arrastrara todos los materiales existentes por doquier o que, producto de la actividad extractiva ha taponado las salidas naturales del cauce? ¿Y si añadimos el elemento de que en la mismísima desembocadura del Barranco, nos encontramos con un Puertito donde se construye hasta en el propio espacio natural del Malpaís, y donde los primeros edificios de esa desembocadura son un Colegio Público y un Centro de Mayores? Si añadimos además el factor del cambio climático y las lluvias torrenciales que van a ser habituales en las Islas en años venideros, la tragedia ha empezado ya a llamar a las puertas del Jardín de Archaco. Y como todo por estos lares, sin la existencia de un mínimo Plan de Riesgo.
Los mayores del lugar, pescadores unos, curtidos agricultores otros, y que durante media vida han sentido en sus propias carnes este expolio, hace años que empezaron a gritar. El 10 de noviembre de 2003, creaban junto a las ecologistas de Tabona y en el Barrio alto de San Juan, la “Plataforma “Saturnino García” en defensa de los Barrancos de Güímar”. Su primera acción fue echar abajo el Plan Especial de Barrancos que continuaba, de facto, las extracciones de arenas. Francisco Chávez, Presidente actual de la asociación, representa con claridad el perfil de un pasado que pretende de nuevo volver a ser futuro. La sociedad güimarera ha dicho: ¡Basta! Los responsables de esta barbarie deben pagar y recomponer el espacio. No se trata, como apuntan algunos, de continuar abriendo en canal el Barranco, sino de restaurarlo.
En el Valle de Güímar se avecina pues es una auténtica revolución: convertir de nuevo este territorio en el granero de Santa Cruz, que es como era conocido por los antiguos. Lo curioso es que sean las mismas Instituciones que en otro tiempo y en este lugar hacían la vista gorda y miraban hacia otro lado, las que se hayan puesto de acuerdo para retornar a la agricultura y a la ganadería. Bienvenida sea la iniciativa. Aunque para ello, haya tenido que entrar en crisis la construcción. No se puede servir a dos señores. Aridez de una clase política de amasadora. Negocio hotelero en una tierra masacrada. En el fondo siempre tuvieron un único lema: “Sí señor, no señor, lo que usted mande”…
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