Luis Francisco Padilla / Artículos de opinión .- El independentista, el que es consciente del necesario cisma político y económico de Canarias respecto al estado español, el que no se deja embaucar por una “socialdemocracia” centralista y monárquica ni por un quimérico estado federal y republicano, siempre bajo las faldas hispanas. Los que somos consecuentes ante la realidad colonial del país, Canarias, sabiendo que la senda resolutoria para encausar las lacras que van devorando la naturaleza del isleño, igualmente su medio, es administrarnos nosotros mismos, no por “godos” y menos desde España. Debemos ser consecuentes en qué, si bien, abstenerse electoralmente tal vez nos parezca una justa medida de rechazo frente a la sumisión nacional, hay otros talantes que además pueden servirnos de reclamo y demanda ante la desidia social: Votar por organizaciones nacionalistas que se presenten en las elecciones generales ostentando un verdadero programa secesionista.
Se reitera y subraya. <> Nunca al españolismo de izquierda, bajo la mascarada soberanista, pseudos-nacionalistas que abogan por un sistema republicano de estado, claro, español. Al fin y al cabo, estos últimos pretenden para nuestro pueblo el mismo manto jurídico que Coalición Canaria (CC) o IU; eternizar a la nación sin estado de Canarias en una maquiavélica red federal, siempre española, pretendiendo con tal parche apagar una demanda, tanto histórica como necesaria. Lo que públicamente no se atreven a decir ciertos sectores pseudos-nacionalistas, de la izquierda española más camaleónica y manipuladora, sí lo enmarcó Paulino Rivero (CC)<>.
Pero, si bien es cierto (hasta un justo economista nos daría la razón) que la única vía sensata para el Archipiélago Canario es su descolonización y consiguiente auto administración, no menos es que la nómina de todo funcionarizado depende del estado español; lógicamente la de los políticos electos, ya sean del PP, PSOE, IU o CC. Con unos suculentos ingresos, que en algunos casos llegan a sobrepasar los 6.000 €, no debe extrañarnos que tales representantes renieguen de lo que es el mejor fin, además de un derecho, para su pueblo: Evidentemente, ante la coyuntura de romper y crear un estado propio se desvanecerían las prebendas españolas de tales “chupópteros”, lo cual no les interesa, así es que la independencia ha de resultar tan mala-malísima de cara a la opinión pública. Luego, tenemos subvencionados e infiltrados, además de los típicos oportunistas, “izquierdosos-españolistas” que tanto mal han hecho a los necesarios movimientos nacionalistas canarios, envenenándolos desde dentro para revertirlos hacia tendencias licuadas cual “aguachirre”; podemos citar los casos de UPC o al más reciente APC.
Adquirir cierta autonomía, confederándonos dentro de un estado español, puede resultar goloso pero no nos da ninguna garantía de afianzamiento nacional. Si hacemos un poco de historia podremos recordar que Canarias, ya, antes del siglo XVIII, disfrutaba de la autonomía propia de un verdadero estado independiente. Eso sí, siempre bajo el doble filo del protectorado castellano e integrándose (gozosamente mientras se lo permitieron) en lo que dicen “Las Españas”: Resulta que, tras firmarse el designado “Pacto de Calatayud” en 1481, entre Fernando Guanarteme y Fernando de Aragón, se permite, al recién denominado y generalizado pueblo canario, una serie de organismos propios y estructuras políticas con una amplia autonomía en capacidad de decisión y actuación. Tenemos derechos específicos para la Canarias de antaño como la existencia de milicias canarias; divisa canaria hasta 1776; existencia de una fiscalidad diferenciada; el derecho de placet con respecto a las leyes estatales; cobro de deudas de los canarios a los colonos como se puede ver en la herencia de Fernando Tacoronte; reclamación de los derechos por parte de los canarios ante los tribunales; el reparto de tierras y otros medios de producción entre los canarios; mantenimiento de los "títulos nobiliarios" entre los canarios; la posibilidad de comerciar independientemente del monopolio comercial español, incluso con Inglaterra, principal adversario de España en la época, contando con delegados comerciales ajenos al propio monopolio español; mantenimiento de roles socialmente relevantes por parte de las mujeres canarias en temas sociales como es el caso de Inés Chemida, o en temas legales como es el caso de María de Güimar, o en temas de sucesión como es el caso de ésta y sus hijas; mantenimiento de normas civiles guaches como el derecho de separación de las mujeres. Podemos presumir, pues, de haber disfrutado de un sistema monetario canario, en el siglo XVI, reflejando la eficacia económica gracias a la riqueza consolidada por los productores canarios. Una divisa, con una cotización superior a las españolas, que en la balanza comercial entre Canarias e Inglaterra permitía un superávit favorable a Canarias. Etc. Tal grado de soberanía fue repudiada por los colonos más reaccionarios. Fiel reflejo de ello se muestra documentado con unos conflictos donde se intentó burlar lo pactado, siempre encontrándose de frente al contestatario pueblo isleño; levantamiento de Ichasagua en 1502; mantenimiento de poblados y asentamientos tradicionales canarios en contra de las pretensiones de los colonos; el asalto del Cabildo de Tenerife y la quema del censo fiscal de Fernández de Lugo; levantamiento de Agüimes para evitar el robo de las tierras en explotación por y para los canarios por parte de colonos españoles; el ajusticiamiento del Intendente Ceballos en 1720, en Santa Cruz de Tenerife; levantamiento en la Aldea en 1770 por las roturaciones de tierras; levantamientos en 1778 por la explotación de las tierra en Arico, Chasna y La Aldea. Tal resistencia duraría hasta el siglo XVIII y es a partir de dicho lapso cuado comienza el verdadero proceso colonizador. La premeditada desidia por parte de España y respecto a lo pactado con Canarias se va haciendo cada vez más patente, agravándose durante el transcurso de las repúblicas españolas y recibiendo el tiro de gracia (a todo resquicio de costumbres “magas”) con la dictadura franquista. Por último, se reafirmó la situación colonial tras la consiguiente apertura y liberalización del mercado turístico, a partir de los años 60, a la par de la nefasta, para la sometida nación canaria, Constitución Española. Como dato curioso, y a raíz de lo dicho, no es casualidad que las primeras manifestaciones secesionistas se empezaran a producir durante el siglo XVIII. Es más, sabiendo un poquito de la verdadera historia canaria (la que nos quieren ocultar) y cayendo en la cuenta de que en ese periodo el pueblo canario ya no tenía la capacidad de defenderse, ni salvaguardar sus intereses, tal como se venía haciendo desde siglos atrás, por tanto, desmoralizado y carente de su antiguo coraje, llega a comprenderse el porqué de la frase de Secundino Delgado: "Mi tierra hoy sólo produce entecos... el que habla no es de éstos. Estévanez, tiene la arrogancia de los de antaño... Los canarios de hoy somos tan pequeños".
Concluimos reiterando que el supuesto hecho de adquirir más autonomía dentro de la suerte de un estado español, por muy federado que se pretenda, no es marchamo alguno para el porvenir isleño. Ahí está la historia para recordarnos que no se puede fiar “del godo” por muy bonita y larga que nos deje la correa. Hay que tener en cuenta que siempre que le dé la mala vena, va a volver a recortarla hasta terminar por asfixiarnos. En Canarias exclusivamente cave una juiciosa salida y es la de llegar a tener el tesón suficiente para poder construir un democrático estado archipielágico, soberano y sin ingerencias españolas, auspiciado por la Organización de Naciones Unidas.
Estas elecciones generales no nos van a resolver la raíz del mal endémico canario, la colonización. Al contrario, tan sólo se redundará en ello. La forma más inteligente de protestar no es el absentismo, dejar de votar. Con la pasividad únicamente conseguimos dar cancha al pro-colonialismo. Debemos fijarnos bien en qué opciones canarias hacen un sincero llamamiento independentista y reafirmarnos a través de ellas. Por ejemplo, “Movimiento UPC” o “ANC”…
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