Agapito de Cruz Franco / Artículos de opinión.- Lugar de encuentro en la lengua de los imazighen, la “Casa Tahime” de La Laguna, ha sabido desplegar una actividad que conjuga la creatividad en sus más diversas expresiones con, asimismo, ser referente para el encuentro y el debate político a contracorriente. Se topa uno con ella a la vuelta de la esquina en la C/ Marañón, nº 3 en Barrio Nuevo. En la Aldea Global en http://www.casatahime.blogspot.com y en el correo-e: [email protected]



Fue en 1999 cuando gente joven, vinculada a movimientos libertarios y de izquierda, idearon un proyecto al margen de los poderes establecidos y de la cultura institucionalizada. Proyecto, que en 2001 empezó a visualizarse en el citado local de La Laguna. Surgen entonces como asociación juvenil concreta, de carácter laico, progresista, plural, independiente y totalmente abierta a la participación. Su vehículo es la cultura. Y a través de él y de ella aparece en estas Islas un espacio donde empieza a escucharse la voz de los sin voz. La de quienes, en la sociedad no encuentran sitio ni en las trilladas autopistas de la comunicación, ni en los dependientes e interesados, muchas veces, espacios ad hoc al poder establecido. Ni lo encuentran, ni pueden, ni les dejan.
Arte, pintura, bio-danza, yoga, sexualidad, aborto, cantautores, okupas, clowns, actores, música, temas de salud, libertarios, grupos ecologistas, movimientos feministas, pacifistas, foros, debates… Todas aquellas personas con una voz distinta a la sociedad de consumo, esa que tiene al capital como dios del bien y del mal, de la moral y de la vida. Personas y asociaciones. Mujeres preocupando. Son los diferentes grupos –partidos no institucionalizados, colectivos libertarios, sindicatos, movimientos sociales y políticos … -, quienes ponen vida, con sus inquietudes a la actividad de Tahime. El Eje Central de La Casa es la Asamblea de cada martes a las 19.30h. Abierta a quien desee participar es un mundo sin jerarquías. Ni reales ni invisibles, como muy a menudo sucede en partidos políticos o grupos sociales llamados falsamente alternativos, pero que mantienen entre bastidores la rémora de un pasado jerárquico del que no se pueden desprender y que forma parte de ellos mismos. La actividad se organiza cada mes. Hay un tema central en torno al cual giran todos los actos. Y como el espíritu debe tener su complemento, un cenador expone toda la riqueza culinaria donde participan en su elaboración casera hasta las propias madres, padres, abuelos y abuelas, como comentan Mª Jesús, Jasmina, Ana y muchas y muchos otros, de quienes hemos bebido para dar fe ante ustedes, del agua fresca de Tahime. Estos cenadores suelen tener relación con el tema del mes, como el pasado, en el que dedicado a América Latina, el lugar se llenó de arepas o comida mejicana. Siempre, eso sí, con el denominador común del vegetarianismo, pues la mayoría de la gente es vegetariana.
Sin renunciar a las subvenciones –tan sólo piden una anualmente para ayudar a pagar el local- procuran que estas no se conviertan en una rémora. En un difícil equilibrio con la autogestión, sufragan sus gastos con imaginación a través de talleres, bonos, conciertos etc. mas una hucha donde se vierten las cuotas de socios y socias. Cada cual de forma responsable, según sus posibilidades y sin andar pasando por el Banco.
En 2005 apareció un fantasma en La Casa procedente del subsuelo. Daba gritos atípicos afirmando que sus actividades culturales eran inocuas, molestas, nocivas e insalubres para sus chanchullos del otro mundo. Estaba conectado con el Ayuntamiento a través de un taller mecánico subterráneo. Como en el cuadro de las Meninas de Velázquez, su denuncia se reflejó como en un espejo sobre sí mismo. Acudieron a espantarlo desde los vecinos, hasta voces de toda la isla provocando un pasacalles por la Ciudad de los Adelantados. Su alegría hizo que el fantasma desapareciera. Fue el único momento en su historia en que Tahime tuvo que vérselas con las fuerzas del mal. Hoy, guarda entre sus paredes, y en su activismo imparable, los secretos de esa anarquía, de la que decía Antonio Gala que es como una madre de la que se sale y a la que se vuelve…
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