Zerolo´s police / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Un tal Juan Henríquez, que les juro que no sé quién es aunque seguro que es más famoso que el carajo, arremete hoy en el Diario de Avisos con una valentía que te cambas contra 'esos gallinas que se amparan en el anónimo de unas páginas colgadas en internet donde blasfeman, insultan y amenazan impunemente; son los que huyen entre las aglomeraciones y esquivan el cara a cara'.
Y no es que nosotros nos demos por aludidos ni muchísimo menos, como ustedes comprenderán. Pero lo que llama poderosísimamente la atención es que se refiera este hombre nada menos que a la supuesta agresión de miembros de la Unipol a un joven motorista en Ofra y a la repercusión que tuvo en su momento el asunto cuando, por lo visto y según nosotros también hemos informado el pasado 29 de enero con los correspondientes enlaces, una juez ha decidido que "lo único que hizo la Unipol fue auxiliar al joven".
Y es que dice el tal Henríquez que 'las personas de buena fe preferimos esperar a que la justicia se pronunciara'. Y a mí, que el concepto ese de la buena y la mala fe me resulta cada día más ininteligible, sobre todo cuando un personajes como éste -exclusivamente por las cosas que dice- se los atribuye para sí mismo; he de decir que pareciera que también se está precipitando el tal Henríquez al elevar a conclusiones 'definitivas' una primera resolución judicial que, por lo visto, la familia piensa recurrir a no ser que don Juan Henríquez tenga algún dato extra según el cual ya no se pueden recurrir decisiones judiciales en primera instancia en este país. Que si hay que esperar a que la justicia se pronuncie, desde luego para condenar a alguien así tiene que ser -no para opinar porque de lo contrario no existirían los columnistas en los periódicos-, pareciera razonable que, en su 'buena fe', el señor Henríquez se tomar el asunto con un poquito más de paciencia.
Ahora bien, lo que uno no entiende mucho -ya les adelantaba que de esto de la 'buena fe' no entiendo una mierda- es el por qué, puesto el señor Henríquez, en su valentía, a crucificar a todo el que según él juzgó y condenó a la Unipol antes de tiempo, se olvida de personajes como Ignacio González, el hijo del Padre, quien exigió al que por aquella época era alcalde en funciones, Miguel Zerolo, la disolución de la Unidad de Intervención Policial, Unipol, tras el lamentable suceso ocurrido el pasado lunes, 4 de junio, en el barrio de Ofra cuando, supuestamente, dos agentes de este cuerpo propinaron una paliza a un joven que conducía su moto, por la citada zona, señala González. El concejal centrista "exige al máximo responsable municipal que cese de su cargo y funciones al edil de Seguridad, Hilario Rodríguez, una vez se ha podido demostrar, incluso a través de la televisión, cómo ha llegado a amenazar a algunos vecinos de Ofra cuando se manifestaban pacíficamente". (Ver uno de los artículos)
Y yo no sé tampoco, lo he metido en el Google y no veo nada, dónde es que vio el señor Henríquez ese titular que entrecomilla de "La Unipol de Santa Cruz de Tenerife da una brutal paliza a un joven en moto vecino de Ofra". Para mí que se lo ha inventado el nota para darle como mayor dramatismo al asunto. Pero lo que no me gusta nada del tema, si les digo la verdad, es ver cómo comentaristas como el Henríquez, como el Peytaví en su momento, o como la Marlén Meneses desde Radio Club (perdón, alguien nos ha corregido amablemente y no se trata de Marlén, que por lo visto hace tiempo que no está en Radio Club, la susodicha se llama una tal Puchy -que nos han mandado la grabación y es terrorífica-, la Marlén se ha ido a la Delegación del Gobierno), se refieren al joven de los besos hinchados de Ofra como un pendenciero que circulaba sin carne, por los railes del tranvía y que, para más Inri, era "analfabeto". Eso sí que me produce cierto estupor porque soy incapaz de relacionar lo del aspecto de la cara del pibe con ese tipo de consideraciones.
Y sólo dos cosas más. La primera es que la juez tuvo que pedir un tercer informe forense, cuando ya el chico tenía la cara bastante recuperada afortunadamente, porque en los primeros no había más que contradicciones, lo que es muy sintomático de cómo se hacen las cosas aquí en ocasiones. Así, en la descripción de las heridas que presentaba el afectado este primer análisis sostiene que la herida contusa que el joven presenta en su cara ha sido producida “por piedras, palos, golpes de puño o con objetos duros, contusos o contundentes”. Sin embargo, el médico concluye sólo unas líneas después que “la etiología médico legal es de impacto violento sobre o contra superficie rugosa, lo que produce hematoma y por debajo fracturas”. Ante esta evidente incoherencia, la juez decide practicar un segundo reconocimiento al joven lesionado, sólo unos días después, el 30 de julio, cuya conclusión final acaba estableciendo que “la naturaleza y localización de las lesiones no excluyen el mecanismo de producción referido por el lesionado”, es decir una paliza. (Ver artículo)
Y la segunda. Cuando Pepe Segura dio una rueda de prensa con lo de la detención del tipo de Las Palmas por lo de los secuestros de menores (en realidad Segura no hizo otra cosa que dar ruedas de prensa desde que se anunció su candidatura al Parlamento) dijo algo del detenido -al que ha crucificado sin sentencia todo el mundo con fotos incluidas sin que a personajes como el Henríquez le preocupe el asunto un carajo- que a mí, concretamente, me recordó mucho a la UNIPOL y a estos cuerpos especiales que no me gustan una mierda en una policía municipal, sobre todo cuando sus miembros practican y dan clases de king boxing además de repartir chocolatinas a los niños por los colegios (prohibidas, por cierto, en los colegios que se toman en serio lo del fomento de la salud en los menores): "... Destaca su gran dureza emocional. A estos rasgos se le une que es un perfecto conocedor de las normas y sabe transgredirlas” (hasta en el Diario de Avisos se puede leer junto con las imputaciones a un supuesto cómplice detenido que el juez soltó sobre la marcha), dijo José Segura del tal Marcos Rodríguez.
Yo no he visto estos días tampoco, si les digo la verdad y pese a que les juro oí al Pepe Moreno leer un titular donde decía que la familia iba a recurrir la decisión de la jueza, a la prensa especialmente empeñada en conocer la versión de la familia. Ni sé si al final se meterán en un recurso que les puede costar una pasta. Y por todo eso me parece también, no sé cómo decirlo, un poco excesiva la virulencia con la que se están manifestando algunos columnistas, aunque nunca contra Ignacio González, que no sé por qué aunque me lo imagino. Sin embargo sí recuerdo, hace algún tiempo de eso, cuando el Diario de Avisos, donde escribe el tal Henríquez, abrió la portada (si la busco la encuentro) con una supuesta paliza que le habían dado los de la UIP a uno de sus reporteros en la entrada a un concierto, creo que en el Recinto Ferial. Estuvieron con el tema a tope una buena temporada porque, está visto, no hay nada como recibir en carne propia para sensibilizarse con ciertos temas. A eso póngale el cuño, y encima un redactor que, por definición, no es ningún 'analfabeto' que es como definía el Peytaví al pibe de Ofra en otro brillante artículo sobre el asunto.
Eso por no recordar aquella en la que desde El Día crucificaban, con una descripción física perfecta e inconfundible, a un policía municipal por cumplir de puta madre con su trabajo. Riguroso más de la cuenta. A ese, al que puede identificar todo el mundo y señalarlo por la calle, no ha salido nadie a defenderlo sino que, por lo visto, según Radio El Día lo sacaron de la calle a raíz de la campañita que le montaron sin juicio ni nada. Así somos, vemos más jodido que nos toquen la cartera a nosotros por incumplir con las leyes que la posibilidad de que le hayan hinchado los besos a otro, sobre todo si es analfabeto y de barrio, por el mismo motivo.
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