Desde una óptica libertaria y ecologista / Reflexiones de un anarquista majorero.- “(…) para hacer valer su personalidad, los proletarios deben abolir la condición de existencia que hasta hoy ha sido la suya, y que al mismo tiempo es la de toda la sociedad: deben abolir el trabajo. Por eso se encuentran en oposición directa con el Estado, forma con la cual los individuos de la sociedad se han dado hasta el presente una expresión colectiva; deben destruir el Estado para afirmar su personalidad” [Marx "La Ideología alemana", 1847]
Perjudicado por discípulos que no consiguieron hacer el balance, ni trazar los límites de su teoría, ni definir las normas y el campo de su aplicación, Marx ha acabado por convertirse en un gigante mitológico, símbolo de la omnisciencia y de la omnipotencia del homo faber forjador de su destino.
La historia de la Escuela está por hacer, aunque conocemos su génesis: codificación de un pensamiento mal conocido y peor interpretado, el marxismo nació y se desarrolló cuando la obra de Marx no era aún accesible en su totalidad y cuando importantes partes estaban todavía inéditas. Así, el triunfo del marxismo como doctrina de Estado y como ideología de partido, ha precedido en varias décadas la divulgación de los escritos en los que Marx ha expuesto, de la forma más clara y más completa, los fundamentos científicos y las intenciones éticas de su teoría social. Que con la invocación de un pensamiento, cuyos principios esenciales han sido ignorados por los protagonistas del drama histórico, se hayan producido profundas transformaciones bastaría para demostrar que el marxismo es el mayor, si no el más trágico, equívoco del siglo. Pero, a su vez, podemos medir el alcance de la tesis sostenida por Marx según la cual no son ni las ideas revolucionarias ni los principios morales los que provocan la mutación de las sociedades y las transformaciones sociales, sino las fuerzas humanas y materiales; ideas e ideologías sólo sirven, casi siempre, para travestir los intereses de la clase en cuto provecho se han realizado las transformaciones. El marxismo político no puede, al mismo tiempo, reclamar la ciencia de Marx y sustraerse al análisis crítico empleado para desenmascarar las ideologías afines al poder y a la explotación.
Ideología dominante de una clase de amos, el marxismo ha logrado vaciar de su contenido original los conceptos de socialismo y de comunismo, tal como Marx y sus precursores lo entendían, y substituirlos por la imagen de una realidad que es su más completa negación. Aunque ligado estrechamente a los otros dos, un tercer concepto parece, sin embargo, que ha escapado a ese destino: el anarquismo. Pues si es sabido que, Marx tuvo pocas simpatías para algunos anarquistas, se ignora generalmente que compartió con ellos el ideal y el objetivo: la desaparición del Estado. Conviene pues recordar que al abrazar la causa de la emancipación obrera, Marx se situaba de golpe en la tradición del anarquismo más que en la del socialismo o del comunismo. Y cuando al fin eligió llamarse comunista, este nombre no designaba, para él, una de las corrientes ya existentes del comunismo, sino un movimiento de pensamiento y un modo de acción a construir juntando todos los elementos revolucionarios herederos de las doctrinas existentes y de las experiencias de lucha del pasado.
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