José Luis Valdés / Artículos de opinión.- (Recopilado por el Canario). Por la vida diaria sabemos que llamamos verdadero el juicio que no ha sido inventado, sino que corresponde a algo real, existente en la propia vida. Todo cuanto corresponde a la realidad es verdadero. La verdad es contraria a la equivocación. Nuestros juicios son falsos si en ellos se afirman aquello que no existe en la vida real, el socialismo científico, en consonancia con la práctica de la humanidad, parte de que verdad es un reflejo fiel de la realidad.
Si nuestros conocimientos están en correspondencia con el mundo objetivo, son verdaderos. En este sentido, la filosofía marxista trata de la verdad objetiva.
En su obra 'Materialismo y Empirocriticismo' Lenin llama verdad objetiva a un contenido de representaciones humanas que no depende del sujeto, es decir, no depende ni del hombre ni de la humanidad. ¿Cómo se debe de entender esto?
Sin el hombre no hay verdad; pero lo que constituye el contenido de esta no depende del hombre. La verdad se toma del mundo que rodea al hombre. No son los deseos de los hombres los que determinan la verdad de los juicios, las opiniones, sino la correspondencia de estos con la realidad objetiva, con lo que existe en el mundo independiente del hombre. Por eso precisamente Lenin dice que la verdad objetiva no depende del hombre ni de la humanidad. En estos términos, no depende de la arbitrariedad de los hombres. El hombre no crea la verdad, sino que la refleja con arreglo a lo que existe en la realidad objetiva.
¿Qué es, pues, lo que garantiza a los hombres la veracidad de sus conocimientos, la correspondencia de los mismos con la realidad? ¿En otros términos, cual es el criterio, la medida de la verdad de nuestros conocimientos? Este criterio es la práctica social. La actividad práctica de los hombres es el único procedimiento acertado de comprobación de la verdad o la falsedad de nuestros juicios, teorías, representaciones. Marx escribió: Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento.
Si nuestros conocimientos, que hemos recibido como resultado del estudio de la realidad son confirmados por la práctica, esto quiere decir que son verdaderos, fidedigno, y no tenemos motivos para dudar de ellos. Y viceversa, las teorías y los juicios que no han resistido la prueba de la vida, la práctica, son teorías y opiniones falsas. Por mucho que los socialdemócratas y revisionistas de todas las índoles afirmaran y afirmen durante mucho tiempo y decenios que es posible, sin una revolución proletaria transformar “gradualmente” la sociedad burguesa en socialista, no han logrado ni lograrán prácticamente realizarlo: esta teoría es falsa. Las teorías falsas son incapaces de resistir la prueba del tiempo. La práctica es siempre la piedra de toque de cualquier teoría.
Así, pues, corresponde a la realidad lo que ha sido confirmado en la práctica y, en virtud de ello, puede llevarse a cabo. Por eso el marxismo creador exige que siempre se tome en consideración las condiciones concretas, la situación histórica en que trascurre nuestra actividad. En esto consiste la esencia del enfoque histórico concreto de los fenómenos de la realidad. Tales son los requisitos de la teoría del conocimiento propugnado por el materialismo dialéctico.
¿Ahora se preguntan algunos de ustedes porque nos metemos estos rollos teóricos filosóficos?
Para nosotros los revolucionarios canarios los tiempos no han cambiado y en la práctica continúa pasando lo mismo que hace cien y doscientos años y en el caso de Canarias desde la colonización europea hasta nuestros días, que hace que los trabajadores más conscientes intentemos con la verdad demostrar la dependencia imperialista y colonial de nuestra Nación Canaria.
El abandono de los principios y la dialéctica revolucionaria por parte de algunos sectores de la izquierda revisionista y de algunos llamados independentistas de izquierdas claudicando ante el revisionismo con el cambio permanente del contenido de sus discursos, demuestran en la práctica la influencia burguesa y la perdida de principios de los llamados “revolucionarios”.
Canarias es una nación
La Nación Canaria nace el mismo día en que los españoles dan por finalizada la conquista en el 1496, los que utilizan la ambigüedad para expresar el termino NACIÓN son falsos teóricos.
La política anexionista y expoliadora del imperialismo Español y europeo tuvo su forma extrema a principio del siglo XX, todo el mundo estaba repartido entre las grandes potencias coloniales: Francia, Gran Bretaña, Alemania, EE.UU. Italia, Japón, España, Países Bajos y Portugal.
Existen distintas formas de dependencia colonial, una como el caso de nuestra Nación Canaria en que la metrópoli española es dueña absoluta de los destinos de nuestra tierra y de nuestro pueblo, y otra, la de la explotación que sufren los países de nuestro continente Africano que siendo naciones “soberanas” padecen las zarpas permanente del neocolonialismo a través de la dependencia económica, para esto el imperialismo utiliza el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, y otras asociaciones y organizaciones monopolistas que asfixiando las economías de los pueblos de nuestro continente, lo que nos obliga a los anticolonialistas hacer un analisis real de la verdad objetiva y de las condiciones políticas en que nos encontramos.
Independencia y Socialismo
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