Agapito de Cruz Franco / Artículos de opinión.- Artículo de opinión aparecido en "La Gaceta de Canarias" el 6 de diciembre de 2007.
“Yo aquí rompo una lanza
por los discriminados,
los que nunca,
o pocas veces comparecen,
pobres pajaritos del olvido
que también están llenos de memoria” (Mario Benedetti)
A la muerte le encantan las fronteras. Hay veces en que el mar se convierte en la peor de ellas. Pero a veces también, avergonzada, deja que el miedo llegue a nuestras costas y ponga a prueba esta cultura de patrias y banderas. En Canarias, hay un país, entre los niños más pobres, que se llama MENAS -menores extranjeros no acompañados- Alguien, en esta nación, autonomía, región o archipiélago, los ha archivado en su burocracia de innumerables siglas huecas con el epíteto de extranjeros. Destacan ya, y han sido la revelación este año, como auténticos puntales de la lucha canaria a la que están resucitando con mañas ágiles y vistosas practicadas por los antiguos y ya olvidadas. Pero han sido tildados de extranjeros. Pueden contribuir a reverdecer el futuro de las Islas, pero se ha preferido concentrarlos en campos, donde esperemos que un día, La Esperanza signifique para ellos algo más que el nombre de un monte.
No entiendo cómo se puede llamar extranjero a un niño indefenso que un día trajo una patera o un cayuco de Senegal, Zambia, Mauritania o el Magreb. Luego se habla de los derechos de la infancia. Tampoco, cómo han ido a parar al lugar más frío de Canarias, estos pequeños acostumbrados a una media de 30º al año, con tantos hoteles como sobran en el Sur de la isla, sobre todo tras la Ley que pretende derribar barrios enteros en el litoral de Agache y no hace lo propio con los hoteles del de Los Cristianos y Las Américas.
En el país de MENAS, trabajadores de los Centros de Emergencia o DEAMENACS, están pidiendo que no se vuelvan a repetir este invierno las condiciones del pasado donde fue notoria la escasez de mantas en unas noches esperanceras que empiezan a alcanzar ya los 5º C y en un lugar, encima, famoso por ellas. Estas condiciones ambientales extremas provocaron, que la salud de los niños empeorara considerablemente por el frío extremo, la deficiente dieta alimentaria y la insuficiente agua caliente para el aseo diario. Eso sí, la situación ha mejorado algo gracias a la ciudadanía, que ha donado ropa y diferentes materiales aunque aún insuficientes para satisfacer unas condiciones idóneas. Ciudadanos. Siempre los ciudadanos. ¿Dónde están los políticos responsables en materia de inmigración? ¿Discutiendo competencias de las mismas? ¿Preparando las siguientes elecciones?
Son ciudadanos también, quienes voluntaria y solidariamente van un par de días en semana a impartirles clases de español. Desde aquí, el reconocimiento para esos profesores de Instituto de La Orotava y sus hijos, e incluso alumnado de Ciclos Formativos que también colaboran en talleres y actividades, que siguen abiertas a quien desee participar desinteresadamente. Recogida de material escolar por los centros de enseñanza esta Navidad completa esta labor. Y para no salir de La Orotava, citar a su Ayuntamiento, que siempre que puede integra a estos menores en actividades municipales varias, como el caso último de los carnavales donde muchos de ellos participaron en unas fiestas realmente integradoras.
En medio de una tragedia, la de los inmigrantes, que de habitual se ha convertido en algo escandalosamente normal para nuestra sensibilidad, llega la Navidad con su consumo compulsivo y millones de voltios anunciando el cambio climático y a los 250 millones de refugiados que éste provocará. Mientras, frente a Dakar, en Senegal, en la Isla de los esclavos de Goré, cada Navidad se monta un Belén con San José, la Virgen y el Niño Jesús de raza negra. Negra Navidad. Aquí, en Canarias nuestra blanca Navidad debiera contaminarse y mezclarse, como en la canción de Pedro Guerra, con esos canarios negros a los que el Gobierno sigue denominando “menores extranjeros no acompañados” en este país, donde su Patrona, también de raza negra, estaría a favor.
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