Memoria colectiva / Asociación Cultural y Ecologista Tagaragunche.- La reciente polémica desatada con motivo de la ley sobre la memoria histórica pone en la palestra una de los grandes cuestionamientos de la sociedad moderna: su vinculación con el pasado.
La vorágine del mal llamado progreso hace que la mayor parte de la sociedad despliegue su mirada hacia delante, olvidando el girar la cabeza, de vez en cuando, para observar la senda por la que ha transitado. El interrogante se cierne sobre el que pasará y no sobre el análisis de lo que ya pasó. Se olvida que en el presente, y como no en el futuro, están vigentes los trazos del pasado, sutil pero indeleblemente.
Es también innegable que cada cierto tiempo, por coyunturas determinadas y no siendo una actitud común y generalizada, parece ser que las sociedades asumen el acercamiento a su pasado, no siempre acompañado de la necesaria reflexión sobre éste. Alguna veces es la propia sociedad quien lo demanda, motivada por un deseo de racionalizar determinados aspectos de su presente, otras son las instancias institucionales y políticas como estrategia de la cual extraer pingues devengos.
La Gomera no queda al margen de tales avatares. En los últimos años se ha desarrollado por parte de ciertas instituciones insulares un esfuerzo por vincularse con su pasado. Por otro, asociaciones, entre ellas Tagaragunche, han optado por hacer de nuestra historia un campo para reflexionar sobre el presente. Y ello es enormemente difícil en una isla donde lo pasado es sinónimo, en términos generales, de sufrimiento y penurias.
Pero en ese deseo de vincularnos con el pasado se pueden observar dos vertientes claramente diferenciadas. Una de ellas lo hace de manera supuestamente aséptica, pretende limar todas aquellas “asperezas” que pudiesen generarse al analizar, o tan siquiera, observar nuestro pasado. En tal sentido hemos asistido a dos tipos de celebraciones que son muy elocuentes. Una tiene un carácter permanente y se trata de la Semana Colombina, otra fueron los actos conmemorativos de la visita a Canarias de Alfonso XIII. Decía el filósofo búlgaro Tzvetan Todorov: “La memoria puede ser esterilizada por su forma: porque el pasado, sacralizado, sólo nos recuerda a sí mismo; porque el mismo pasado, banalizado nos hace pensar en todo y en cualquier cosa”. La Semana Colombina, a pesar de sus deseos de ser un puente que se traza desde La Gomera hacía América, se ha convertido en un mero acto institucional con toda la parafernalia al uso: homenajes a las banderas, discursos de los políticos, procesiones, ramos, y lo más actual: verbenas. Se sigue optando por utilizar vocablos más dignos de la grandilocuencia franquista tales como: gesta, hazaña, descubrimiento trascendental; que por un verdadero análisis de las consecuencias de ese proceso en la vida de los gomeros y americanos. En un hecho, de tan oscuras consecuencias, se sigue ocultando de manera vergonzosa lo que muy bien significa el historiador Henry Kamen “La crueldad que emplearon los españoles es incontrovertible, fue despiadada brutal, ello es indudable.” Sorprendente, sin duda alguna, fue la celebración de la visita de Alfonso XIII a Canarias, que sólo puede ser entendida en ese deseo por parte de determinadas instituciones de presentarnos la cara amable de la monarquía y justificarnos de paso su actual existencia. Parece olvidarse que este Rey, de siniestro recuerdo, apoyo el golpe de estado de Primo de Rivera y no aportó nada a la modernización de estado español y por ende de la Islas Canarias.
Con un carácter ciertamente distinto, otras instituciones han optado por reivindicar figuras emblemáticas en la historia de La Gomera como Ruiz de Padrón o Guillermo Ascanio. En el caso del primero por medio de unas jornadas con la participación de diversos investigadores y con un marcado carácter académico y también institucional, que a nuestro juicio se debería obviar para no caer en cierta suerte de banalización. De exiguos se pueden tachar los actos referentes al nacimiento de Guillermo Ascanio, si tenemos en cuenta su importante papel como ideólogo durante el periodo republicano. La Segunda Republica, a pesar del excelente libro de Ricardo García Luís y Juan Manuel Torres Vera, El Fogueo, sigue siendo un tema tabú en la isla. Las instituciones no han apostado decididamente por reflexionar sobre un periodo de tanta trascendencia. Interesante fueron las jornadas sobre García Cabrera, cuyo pensamiento y reflexiones siguen teniendo una enorme vigencia. La organización de jornadas y seminarios, alguno de ellos proyectados desde la más absoluta modestia en oposición a la opulencia desmedida y rimbombante de la Universidad de Verano, han aportado interesantes debates sobre determinados aspectos de la historia y la etnografía insular. Como muy positiva se debe tachar las Jornadas de Historia Local celebradas en Hermigua y sobre todo la Iº Jornadas de Etnografía organizadas por AIDER, donde se desarrollaron, tras intensas discusiones, una serie de propuesta de trabajo para el futuro en vista a una gestión efectiva de nuestro rico patrimonio etnográfico.
Para felicitarse ha sido la reciente apertura de los museos etnográfico y arqueológico, así como el Archivo Insular. Sin duda alguna dilatadas en el tiempo, esperamos contribuyan en un nuevo tiempo donde los investigadores puedan reconstruir el pasado de la isla. Tagaragunche ha participado abiertamente en muchas de las propuestas formuladas, aportando sus ideas y trabajos.
Pero nuestra Asociación vuelve a convertir la Rebelión de los Gomeros en un acto central para reflexionar sobre nuestra historia. Cierto es que a veces hemos podido caer en cierta sacralización, cargando de una mítica heroica a Hautacuperche, tal héroe románico y trasnochado del siglo XIX. Sin embargo, el significado real de aquel hecho ha de ser leído desde la perspectiva de una colectividad que se rebela ante las injusticias y atropellos sufridos. Hemos aportado a través del libro “Ya se quebró el gánigo de Guahedum”, no sólo parte de las fuentes sino el análisis de los especialistas. Los actos, con la entrega del regatón y la ruta, han de ser espacios donde tomemos conciencia de la vigencia de los allí acaecido. No en balde, junto a la emigración, quizás sea el acontecimiento más significativo en la historia de la isla. Estamos pues en tiempo de reconstrucción. Hagamos de la historia una herramienta de análisis no sólo del pasado sino también del presente e intentemos por todos los medios evitar su banalización y sacralización. Apostemos por una historia que sirva para conocer nuestro pasado y a través de ella ver nuestro reflejo como comunidad. No dejemos que de ella se hagan depositarios aquellos que sólo la quieren constreñir al frío mundo académico o al protocolario e insustancial marco institucional. Ese es nuestro deber
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