Francisco Javier González / Artículos de opinión.- Ríos de tinta en mares de papel, invasión de vídeos y noticiarios televisados, saturación radiofónica, reinvento de casposos pasodobles y pingüe negocio para vendedores de politonos, es la secuela mediática de la barriobajera intervención de Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias -beneficiario, “por la gracia de Dios” y la mano de Franco, de la sinecura, vitalicia y heredable, del empleo de Rey- en la Sesión Plenaria de la XVII Cumbre Latinoamericana.
De tanta alharaca -que aún continúa, celebrado ya el referéndum sobre el proyecto Constitucional venezolano- la producida en España, salvo honrosas excepciones de intelectuales -en el más pleno sentido gramsciano- como Alfonso Sastre, Ignacio Ramonet, Martín Medem, Pascual Serrano, Higinio Polo…. y de algún político “políticamente incorrecto” como el senador de Entesa, Nuet i Pujals, ha oscilado entre los más serviles y encendidos ditirambos de los turiferarios cortesanos y las críticas más acerbas e insultantes, con la ligera diferencia de que los primeros se aplican a la deslustrada corona hispana, mientras que las segundas, las que en buena lógica se habría ganado la zafia intervención del Borbón, se dirigían, sin embargo, al Presidente -electo, reelecto y refrendado- de un País soberano que cometió el grave delito de denunciar públicamente la actuación fascista en el 2002 del entonces Presidente del Gobierno de España, J. M. Aznar. De esta estrambótica situación, en que los que sufren el golpe militar son los condenados y no los que lo han perpetrado, no escapa la prensa cortesana española de más referencia, ni siquiera los aspirantes a ser “globales”. El País saca a relucir su profunda vena antirrevolucionaria un día sí y otro también, y hasta parece que Chávez desplaza a Castro como objetivo preferente de sus diatribas seudoinformativas. De El Mundo ni siquiera meneallo, que no merece siquiera la pena analizar como, para los plumíferos a sueldo de JJ, Ortega ha sido “arrastrado por el matonismo político de Chávez” al que “solo el Rey de España le para los pies”, y hasta el neófito Público nos pone en guardia contra el “mesianismo antidemocrático”, pero no de Aznar, sino de Chávez. De nuestra prensa canaria colonizada, mejor dejarlo, que si ya Secundino la calificaba de “venal y asalariada” si llega a conocer La Provincia y a Tristán Pimienta se queda sin diccionario de epítetos.
Recordemos que esos fueron los momentos en que sectores de la oligarquía más reaccionaria, agrupada en FEDECAMARAS, con el apoyo del general Lucas Rincón y de la jerarquía eclesiástica venezolana, daban un golpe de estado fascista del que Gustavo de Arístegui, portavoz sempiterno de exteriores del PP, decía que “abre una puerta a la esperanza” después de que, en la madrugada del 12 de abril, Pedro Carmona mediante el llamado “Decretazo” constituía un “Gobierno de Transición Democrática y Unidad Nacional” se autoproclamara Presidente, derogara las Leyes Habilitantes, disolviera a la Asamblea Nacional y al Tribunal Supremo, destituyera al Fiscal General del Estado y al Defensor del Pueblo y apresara al Presidente Chávez en Fuerte Tiuna. Es en ese crítico momento cuando, en declaración conjunta, los gobiernos gringo y español “…en contacto continuo, expresan su deseo de que la excepcional situación que experimenta Venezuela conduzca, en el plazo más breve, a la normalización democrática plena…” declaración que los gobiernos de México, Brazil, Argentina y Francia, a los que Aznar se dirigió para que se sumaran, se negaron a firmar. A pesar de ello, nada impidió que el Gobierno Español, que ejercía la Presidencia de turno de la U.E., emitiera, bajo su exclusiva responsabilidad, un comunicado que significaba, de facto, un reconocimiento de la “legalidad” del golpe de estado, quedando designados el embajador español, Manuel Viturro, y el Cardenal Velásquez, Arzobispo de Caracas, de conducir a Chávez al aeropuerto de Maiquetía rumbo al exilio cubano. Desde luego que los momentos son diferentes, pero ahora, que Chávez, con el referéndum constitucional, ha dado muestras de la solidez democrática de su gobierno y que el gobierno español, por boca de su ministro de exteriores ha reconocido ese comportamiento ejemplar del gobierno venezolano y su presidente, ¿Dónde quedan los calificativos que J. M. Aznar le ha dedicado en su periplo neoliberal por América Latina, llamándolo “tirano”, “nuevo dictador”, “peligro enorme para la democracia y para América Latina toda”, “causa del empobrecimiento del pueblo venezolano”… y toda una colección más de lindezas por el estilo? Desde luego es algo diferente esta democracia venezolana de la que prometían los gobiernos de Aznar y Busch en su comunicado conjunto bajo el efímero gobierno de Carmona, muestra de la cual están todavía aplicando lo gringos en Irak.
De todas formas, toda la carajera montada por el exabrupto real solo ha servido como cortina de humo para ocultar la realidad que mostraba la Cumbre. Desde la inauguración se decantaron las posiciones contrapuestas de los que defendían un modelo oscilante entre el neoliberalismo y la socialdemocracia, encabezadas por la delegación española, y los que como Bolivia, Ecuador, Cuba y, en menor medida, Argentina, planteaban la necesidad de un cambio en el sistema económico del neoliberalismo salvaje que asolaba Latinoamérica en el último cuarto de siglo, bloque este encabezado por Venezuela. En su discurso inicial el Rey Borbón pontificaba que “la democracia y el crecimiento con equidad son elementos esenciales para conseguir la concertación social…..y acabar con la desigualdad mediante el diálogo y la concertación….”, discurso complementario a la loa que hace el Presidente Zapatero a la libertad de empresa y el libre comercio. La contestación de los países que ya han optado por una vía de desarrollo no capitalista puso de relieve el estado de postración brutal a que décadas de privatizaciones salvajes han conducido a los pueblos latinoamericanos, privatizaciones de las que los únicos beneficiarios han sido las oligarquías y élites económicas locales y las compañías extranjeras, fundamentalmente yanquis y españolas, y que para contrarrestarlas, en palabras del Presidente nicaragüense, “los servicios básicos, como el agua potable, el alcantarillado, el teléfono o la energía no pueden seguir siendo un negocio privado”. La respuesta viene de mano del presidente español, defensor de las multinacionales hispanas instaladas en ultramar, que arremete contra las nacionalizaciones de los servicios públicos “Hay una historia en muchos países de Latinoamérica donde sus pueblos sienten que sus recursos se han utilizado para beneficios privados frente a lo que son las necesidades del país y pueden tener una parte de razón .... pero nacionalizar o renacionalizar, o que la producción de determinados bienes o servicios estén en el sector publico o privado, no garantiza nada, como teoría o como receta ideológica. Nada…..¿Privatizar sin más?. No. Tiene que haber reglas y que se cumplan”. Zapatero, además y muy en su papel, niega que sean las intervenciones e influencias extranjeras –gringas y españolas- las que condicionen la situación económica y social latinoamericana ya que, según sus palabras, “un país nunca puede avanzar si busca justificaciones de que alguien de fuera impida su progreso”.
Es de nuevo Chávez quién lleva la voz cantante de la contestación al discurso neoliberal del presidente español. Le contesta, refiriéndose al chanchullo de Iberia en la privatización de Viasa y su posterior declaración de quiebra fraudulenta, que “de privatizaciones podemos hablar. Difiero de lo qua ha dicho el presidente del Gobierno español. Y quiero decir cuidado con las fórmulas. Venezuela tenía una línea aérea, Viasa. La privatizaron. A una línea aérea española. Se la tragaron. Hasta las aeromozas se las llevaron. A las bonitas, pero todavía andan jubilados de Viasa que no les pagaron sus prestaciones y nosotros las hemos pagado…Los sectores privados que conocemos en Venezuela no tienen nada que ver con las necesidades sociales, lo de ellos tiene que ver con el enriquecimiento rápido y fácil…..No existe libre comercio, es una verdadera falacia. Comercio justo es lo que quisiéramos…”. Para esas “justificaciones externas” de que habló Zapatero, Chávez plantea que “veamos nuestra historia, y ni siquiera la historia de hace 200 años, sino la historia más reciente” y relató el derrocamiento y asesinato de Allende, “un presidente pacífico y democrático” en el golpe militar “organizado por la CIA” en 1973 y su propia experiencia con Aznar y los gobiernos gringo y español en el 2002, de ese Aznar que le propuso en el 99 ingresar en el Club de los países ricos porque Venezuela tenía petróleo y, relata Chávez en la clausura de la Cumbre “…Y le pregunté ¿Y Haití, y Centroamérica y África ? Pido perdón a la opinión pública por la palabra pero Aznar me dijo: “Chávez, esos se jodieron”. Aquel hombre revelo allí todo el rostro horrible del fascismo, racismo y todo lo demás….porque somos humanos y los fascistas no son humanos. Tienen forma humana pero no son humanos….”
Es a esta intervención a la que el presidente español contesta que “..en una comunidad iberoamericana, que tiene como principios esenciales el respeto, se puede estar en las antípodas de una posición ideológica, no seré yo el que esté cerca de las ideas de Aznar, pero el ex presidente Aznar fue elegido por los españoles y exijo ese respeto..” frase que interrumpe Chávez con “Pídale lo mismo a él, que respete a Venezuela”, momento que el Rey de España considera inmejorable para su arrabalero ¡¿Porqué no te callas?!. Aquí comienza la cortina de humo borbónica sobre una realidad, la latinoamericana, expoliada y explotada por sus propias oligarquías, por las yanquis y por las españolas, esa latinoamérica de la que el presidente ecuatoriano aclaraba a la Cumbre que en ella “Los pobres son más pobres que en África y los ricos son más ricos que en Suiza”, Cumbre en la que el Borbón y el presidente español hablaban de “concertación social”, Ortega, Morales, Correa y Kirchner, lo hacían de “justicia social”, y Chávez se atrevió a hablar de “revolución social”. La cortina de humo sobre cual era el enfrentamiento real queda de manifiesto cuando en su intervención final, Daniel Ortega habla de Unión Fenosa y otras empresas españolas como “un equipo mafioso” y de las “practicas gansteriles de la economía global” de compras en medio de actos de pura corrupción, y cuando seguía con la actuación del embajador español en Managua, Jaime Lacadena Higuera y en el momento que planteaba que “Embajadores españoles, antes de las elecciones, junto a los yanquis, reuniendo en la Embajada de España a las fuerzas de derechas para unirlas para que no triunfara el Frente Sandinista…”
En ese preciso momento, y tal vez para que no se sacara a colación, no solo los modos empresariales españoles sino las actuaciones foráneas en lo que se refiere a los procesos revolucionarios, incluido el venezolano de modificación constitucional, la cortina de humo borbónica alcanza su máximo espesor. Ya que Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias no podía emular a sus antecesores en el oficio de Rey de España y decapitar a unos cuantos indios y zambos, decide hacer algo que a los que seguimos colonizados nos gustaría fuera permanente. ¡Mandarse a mudar!
Tenga este señor, sucesor de Franco y de oficio y beneficio Rey, que Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador…. seguirán su camino hacia el socialismo democrático y que Canarias ya ha empezado el suyo hacia la independencia y el socialismo. Esas cosas, cuando se inician, no tienen marcha atrás
Gomera a 4 de diciembre de 2007
Francisco Javier González
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