Transportes y comunicaciones / Cuentos y noticias desde Canarias.- Tenemos un tranvía que nos ha costado una sobrevalorada fortuna, y únicamente nos ha servido para cambiar a los usuarios de transporte colectivo, generando de paso toda una crisis laboral a guaguas y taxis.
Se han construido kilómetros y kilómetros de carreteras hasta tener la mayor proporción de asfalto de todo el Estado sin que con ello hayan solucionado el problema del tráfico, aunque si lo han hecho con los bolsillos de constructores de piche, a la vez que han facilitado el acceso a zonas agrícolas debidamente recalificadas para el vil hormigón.
Se han realizado enlaces bajo el pretexto de desviar el tráfico y evitar embotellamientos, y lo que han conseguido es dirigir a los consumidores en manada hacia los lugares en los que deben realizar sus compras.
Nos amenazan con un puerto innecesario en Granadilla, detestado por la mayoría de los tinerfeños, con la falsa promesa de disminuir el tráfico de vehículos pesados, mientras que lo único que conseguirá será el dirigir todo el tráfico en un único eje Sur/Norte, cuando ahora se dividen en dos: zona metropolitana/Sur y zona metropolitana/Norte, entrelazándose en los traslados Norte/Sur. Aumentaría con ello, la cantidad de trabajadores, y por tanto, de desplazados demandados desde el Sur.
Continúan amenazándonos con otro enlace que desvíe el tráfico Norte/Sur del área metropolitana, y con ello solamente conseguirán una mejor accesibilidad a nuevos terrenos agrícolas a urbanizar.
Y terminarán de arruinar el futuro turístico de esta isla, al arrasar los escasos paisajes agrarios y naturales “protegidos” del norte de Tenerife, valiosísimos para un turismo que aprecie algo más que el sol y el alcohol todo incluido, con el mal llamado anillo insular y que mejor denominarían “soga al cuello” de una isla que un día no muy lejano fue afortunada.
Se quejaba el SEÑOR (igual se lo cree, lo de señor con todas las letras mayúsculas) Plasencia, de cómo iba a regresar un turista que permaneciese retenido en una cola durante 3 horas.
La solución real para ese caso sería, dejando a un lado su demagogia constructiva, bastante sencilla, barata y eficaz: un carril bus en el que la guagua de ese turista y las de los que no lo son, tuviese preferencia.
Pero no se hagan ilusiones, no interesa, aunque ahora el Cabildo, al comprobar la ineficacia del tranvía, usa los carriles bus como maquillaje, del mismo modo que utiliza al ITER con las energías renovables, cuando apuesta claramente por el gas y el petróleo.
Una persona que tenga que salir del Valle de La Orotava para dirigirse al Hospital Universitario de Canarias para una cita (cuando no una urgencia) a las 8:30, tendría que salir desde las 6:15 y aún así, tendría bastantes posibilidades de llegar con retraso, aunque afortunadamente contaría con la inestimable ayuda del mal funcionamiento del Servicio Canario de Salud, para que no se notase tanto.
¿Se imaginan en una cola interminable de coches desde Santa Úrsula hasta Santa Cruz, en 1ª y 2ª marcha, y pasando raudas y veloces guaguas?¿Tardarían muchos días en dirigirse a su trabajo en guagua, si además les garantizasen un enlace rápido, económico y puntual?
Entonces, tal y como subtitulábamos, ¿quiénes son los irresponsables de este desaguisado? Y decimos irresponsables porque en estas islas nadie responde de los derroches y malos usos del dinero público y de las malas políticas, dimitiendo aunque fuese exclusivamente por vergüenza.
Pero no, no son nuestros políticos gobernantes los únicos irresponsables. Lo somos todos, al menos un poco, en la medida en que miramos hacia otra parte, cuando hacemos gala de una paciencia que raya lo patológico, cuando no nos organizamos, cuando no vamos a votar o lo hacemos manteniendo en el poder a la misma oligarquía que gobierna estas islas desde tiempos del caudillo, pasando por la UCD, ATI, CC y lo que haga falta con tal de permanecer en él, como bien demuestra al tener tanto problema para volver a poner el nombre original a tanta calle franquista modificado en su día.
En definitiva, está en nuestras manos el cambiar ésta y otras situaciones, y el darnos cuenta de que otra isla sí es posible.
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