J. M. Álvarez / Artículos de opinión.- Actualmente la estrategia que pretende imponer Estados Unidos (EEUU), está destinada a impedir un reordenamiento mundial que relegue su supremacía- en estos momentos sólo militar- a un segundo plano. Su táctica consiste en mantener una desestabilización permanente, inventando mentiras que le permitan desarrollar nuevas guerras contra los estados que considere enemigos, pese a que en ellos la Unión Europea (UE) pueda tener intereses. A pesar del empeño pro americano del presidente francés Nicolás Sarkozy (devenido en neocon de última hora, cuando ya pocos quieren serlo), las contradicciones entre los países imperialistas siguen su proceso de agudización; por tanto París, con o sin Sarkozy, no cederá el control absoluto de los recursos del planeta ni a Washington ni a nadie.
Tanto Francia como Alemania están en competencia con EEUU, una competencia que se ha recrudecido a raíz de la desaparición del campo socialista (paradójicamente la caída del muro de Berlín está acelerando el desplome estadounidense) porque la existencia de la Unión Soviética servía como muro que contenía las contradicciones entre todos ellos. Por entonces, a europeos y japoneses les interesaba financiar al gendarme americano para vigilar al enemigo común. Ahora, los tiempos han cambiado y nadie quiere correr con gastos ajenos.
Hace unos meses el presidente francés – a través de su ministro Bernard Kochner- habló sobre una posible guerra nuclear contra Irán. Esta alineación con EEUU, dio alas a quienes discursean sobre la presencia de un Imperio omnímodo, en torno al que giran, dócilmente, el resto de países desarrollados. Pero ese discurso nunca considera la existencia de graves divergencias entre los aliados a la hora de repartirse el botín. Si esas rivalidades no existieran, las reacciones a la declaración de Sarkozy no habrían sido negativas. Sin embargo el ministro de Exteriores italiano, la calificó de propaganda interna por la que la UE podría pagar un alto precio económico; la ministra austriaca de Exteriores la definió como "retórica marcial”; el periódico Frankfurter Allgemeine publicó que la oligarquía alemana se limitó a encogerse de hombros al considerar que tan sólo buscaba protagonismo, y Le Monde afirmó que la apuesta americana del mandatario francés estaba condenada al fracaso, a causa del retroceso de las políticas neoliberales.
A pesar de las bravuconerías de Sarkozy, la posición de la UE es la de no cerrar la puerta al diálogo con Teherán, pues Alemania es el socio principal de Irán, y Berlín es quien tira del carro europeo. Los dirigentes iraníes dicen la verdad, cuando afirman que las declaraciones del presidente galo (tonto inútil de políticas económicas fracasadas como reconoce el propio ideólogo del neoliberalismo, Francis Fukuyama), son diferentes de la postura real de la UE. A Irán no le preocupa las paridas de Sarkozy, le preocupa la huída hacia delante de la Casa Blanca, pues conoce muy bien la estrategia estadounidense. Para Washington, debido a su vulnerabilidad económica, cualquier nación que surja como competidora comercial es un enemigo a batir, y mucho más si- como pretende Irán-, desea sustituir dólares por euros. Eso significaría un golpe mortal para el petrodólar, sobretodo si Rusia y Venezuela adoptan medidas similares.
La errática conducta de Sarkozy, le hace declarar que Francia tiene que reforzar la defensa europea y, al mismo tiempo, también la OTAN. Eso es una estupidez supina. La OTAN es propiedad de Washington y la Casa Blanca vería con malos ojos, el surgimiento de una poderosa organización militar europea que podría comenzar a minar su hegemonía bélica, única que ostenta en la actualidad. Su viaje relámpago al Chad, ex colonia francesa cuyos recursos son explotados por multinacionales estadounidenses, no se debió sólo a una labor humanitaria, sino a negociar- aprovechando la coyuntura surgida a causa de la fechoría de una ONG francesa- un pasillo para que las tropas galas puedan acceder a Darfur, región de Sudán donde EEUU y sus “fieles” aliados, fundamentalmente Francia, se disputan enormes reservas de gas y petróleo.
Las relaciones históricas entre París y Washington siempre han sufrido crisis agudas y fases de aproximación, coincidiendo con los cambios en la presidencia francesa. Ya en 1958 el presidente De Gaulle, quiso establecer un eje franco-británico-americano. Sin embargo, poco después, adoptó una línea contraria a EEUU que culminó con la salida de Francia de la estructura militar de la OTAN, además de exigir la conversión en oro de las reservas francesas de dólares. Ahora Sarkozy ha manifestado que desea “reconquistar el corazón de EEUU”, pero en Washington no se fían de un inesperado amante que, además de secundar la decisión tomada por Jacques Chirac de oponerse a la invasión de Iraq, se niega a decir si les apoyaría en caso de un conflicto con Irán y repite que no trata de convertir a Francia en un país vasallo de EEUU. Ese es el límite del acercamiento del “Tony Blair, a la francesa”.
Nicolás Sarkozy sólo es un peón, que representa al Estado francés, en el tablero mundial donde los imperialistas mueven ficha para darse jaque-mate unos a otros. Sus devaneos y disparates contradictorios, vinculados a un talante reaccionario y una egocéntrica personalidad, le han empujado a declarar un supuesto amor a la novia menos agraciada, porque el poder económico ya no está en EEUU. Allí sólo hay papeles verdes sin avalar.
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