Agapito de Cruz Franco / Artículos de opinión.- En el mundo aborigen isleño, las harimaguadas eran las jóvenes dedicadas al culto y relacionadas con los ritos de paso de la niñez a la madurez. Su nombre fue elegido en 1980 para un proyecto que uniría la cultura canaria con el hecho de ser hombre y mujer en la sociedad actual. En realidad había nacido en 1978, cuando personas de Magisterio, Psicología y Pedagogía de la Universidad de La Laguna y vinculadas al Movimiento Feminista se interesaron por el sexismo. Era el Colectivo “Mujer y Educación”. Las escuelas de verano, y los movimientos de renovación pedagógica que bullían en el Local Tamonante de la ciudad de Aguere, hicieron que ese primer embrión se transformara en un proyecto para la educación afectivo sexual en la escuela, hasta entonces tabú.
Mari Bolaños, una de sus fundadoras, cuenta que en ello también influyó el encuentro en Madrid en 1984 con el Catedrático de la Universidad de Salamanca Félix López en un Curso sobre Educación Sexual y Planificación Familiar.
La socialdemocracia había dejado atrás el franquismo, y soplaban aires de cambio. En Canarias, la Consejería de Educación se fijó en Harimaguada, extendiendo el proyecto a los centros educativos, donde participó interactivamente toda su Comunidad. Se integró en sus Programas sin perder el colectivo su identidad ni hacer concesiones ideológicas. Era el final de los 80 e inicio de los 90, produciéndose un trabajo hacia Infantil y Primaria que terminaría rebasando las Islas para experimentarse en Andalucía, Euskadi, Méjico, Nicaragua o Cuba.
Sin dejar el mundo de la educación, se expandió a toda la sociedad. Entraron en escena las Consejerías de Sanidad y Asuntos Sociales con el “Primer plan canario de atención a la sexualidad juvenil 1996-2000”: campañas de TV, masters a profesionales, consultas de jóvenes, tfno de información sexual etc.
Pero tras este I Plan, el silencio. El voluntarismo perpetuó algunos centros de consultas, mientras el Gobierno lo desmantelaba, entregando los servicios a subcontratas más baratas, sin preparación ni relación alguna con la educación o la innovación pedagógica. En 2003 la Consejería de Educación cerraba el Programa “Harimaguada”.
Fiel a su identidad, el colectivo continuó su actividad de forma gratuita y sin subvención alguna. En 2006 recibía el “Premio 8 de marzo” a su labor. Hoy, con sede en la calle San Agustín de La Laguna, tfno 922257904 y pág. web www.harimaguada.org, y en donde ha formado parte de un plan municipal hasta 2002, mantiene consultas de documentación, información y terapia sexual de forma altruista, entre amenazas de cierre de su local por parte del Ayuntamiento y la puesta en marcha de un plan municipal que nunca llega. Completan su actividad ciclos de cine sobre esta temática en el Ateneo, o campañas por los derechos humanos y sexuales.
La escuela, donde había surgido, de creer en el cambio pasó a un modelo educativo del que está ausente la innovación, presente la falta de apoyo institucional hacia la misma y teledirigido a la simple transmisión de conocimientos. La sociedad también terminaría cambiando. Internet, videojuegos o medios de comunicación han conformado un sistema de consumo seguido por una juventud que no está capacitada para asumirlo y a la que se le ofrece un ambiente erotizado pero no de una sexualidad libre y placentera. Contra-valores como xenofobia, violencia o explotación sexual y humana corren pareja con la hipocresía institucional: celebraciones que no rebasan los carteles publicitarios, actos institucionales y anuncios televisivos color pastel. La familia parece no poder compatibilizar su proyecto vital con su rol educativo, descargando en la escuela funciones que no son propias de esta. Escuela, donde las leyes hacen que en lugar de educar para la vida se haga para el trabajo y bajo la dictadura del Mercado.
En este contexto, el agua fresca y clara de “Harimaguada” sigue fluyendo para hacer reverdecer el futuro. Frente a los agoreros del mal, los banalizadores del sexo, la represión religiosa o la jaula de hierro de la burocracia, su labor conserva el asombro y la semilla que hacen posible el amor y la vida.
Artículo de Opinión de Agapito de Cruz publicado el jueves 29 de noviembre en La Gaceta de Canarias (página 4).
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