Colonialismo / Magec.- La COAG advierte que puede volver el hambre a Canarias, por la dependencia alimentaria y la subida de los combustibles. Los agricultores canarios alertan que "podría volver el hambre a las islas aún con dinero en el bolsillo" para importar alimentos si falla el suministro de petróleo en los mercados internacionales.
Lo advierte el economista y responsable técnico en Tenerife de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG Canarias), Manuel Redondo, quien también advierte de la "fuerte" relación que existe entre el precio de los recursos energéticos y los costes de producción agraria.
La posibilidad de que se produzca una escasez de alimentos en el Archipiélago surge, según explicó Redondo, por que la región compra fuera la mayor parte de los alimentos. "Las importaciones de productos alimentarios constituyeron en 2006 el 27% de todas las importaciones canarias".
La ganadería canaria sólo cubre un 13% de la demanda de carne y sus derivados mientras que la agricultura apenas aporta el 20% de la demanda del mercado.
Se trata de porcventajes muy inferiores al nivel mínimo de autoabastecimiento aconsejado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que estima que la seguridad alimentaria existe cuando las producciones autóctonas satisfacen, al menos, el 75% de la demanda.
Al dirigente agrícola le "preocupa y mucho" un eventual encarecimiento del petróleo y sus efectos sobre el transporte marítimo, vía casi exclusiva de las importaciones alimentarias canarias, porque su coste puede llegar a representar más de la mitad del precio final que pagan los consumidores.
En 2006, las importaciones de productos alimentarios elaborados representaron el 150% de la producción fresca de Canarias, según Redondo.
"El año pasado, el archipiélago exportó 129.000 millones de euros en alimentos pero las importaciones alcan- zaron los 928.000 millones de euros; estos datos corroboran la dependencia energética que tiene Canarias para satisfacer sus necesidades alimentarias".
En el caso particular de los cereales, "las compras en el exterior suplen el 99,6% de la demanda canaria".
El precio del petróleo también afecta la producción en el campo canario. El técnico de COAG Canarias estima en 23,1% "el coste directo derivado de la energía para los productores isleños", repartido entre combustible y lubricantes (diez por ciento), fertilizantes y derivados del petróleo (7,86%) y productos fitosanitarios (5,24%).
Redondo explicó que la fabricación de fertilizantes inorgánicos requiere gas natural y petróleo. También los pesticidas, las maquinarias para arar y los sistemas de riego, aspectos todos presentes en el campo canario, que es "muy intensivo" en el uso de la energía.
La transformación de los productos agrarios demanda electricidad, latas y plásticos. Exige maquinaria de lavado, calibrado y envasado que deben ser fabricadas y mantenidas mediante productos derivados del petróleo.
La distribución de la producción agraria también demanda energía. Hay que trasladar los alimentos entre los centros de empaquetados a los puntos de distribución y luego a los puntos de venta. "El gasto de mantenimiento en frío es muy alto".
Redondo lamenta los "daños" que todos esos productos químicos causan al campo canario, "alejan" al agricultor de la relación que debería mantener con los ciclos naturales de la tierra y lo obligan a emplear pesticidas y fertilizantes inorgánicos para mantener la productividad.
Canarias es el territorio del Estado que emplea más fertilizantes y productos fitosanitarios por hectárea y con el mayor número de cultivos intensivos, gracias a las plataneras y cultivos de tomates.
Redondo teme a la dependencia energética del campo canario. Por ese motivo, propone un "cambio en el modelo de producción" que descarte los abonos y productos fitosanitarios químicos a favor del binomio agricultura y ganadería, que "reducirá las importaciones de compuestos inorgánicos y aportará fertilizantes orgánicos".
Se trata de un método "menos dependiente de la energía que reduce los pesticidas y es más respetuoso con el medio ambiente".
Se completa con la rotación de los cultivos "para evitar plagas permanentes" y con el comercio agrario de cercanía. "Con el encarecimiento de los carburantes, el origen de los productos agrarios y su destino tendrá que ser muy cercano o los costes se dispararán".
El cambio necesita una ley que le dé definición. "Desconocemos si los políticos son partidarios de las explotaciones agrarias familiares o si prefieren las industriales; si apuestan por la agricultura ecológica o la industrial y si respaldan el modelo de distribución cooperativo o si prefieren el de venta de cercanías".
Además, la ley debe dar prioridad al sector agrario ante cualquier otro. Las autoridades deben "endurecerse" ante las importaciones alimentarias fraudulentas y velar por la protección del territorio.
"El único problema de las directrices es que se incumplen", ironiza Redondo, quién aboga por la adaptación al archipiélago de los seguros agrícolas, la creación de bancos de tierras, préstamos preferenciales y formación específica para atraer jóvenes al campo.
Plataforma contra los transgénicos
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