Sanidad pública / Canarias Insurgente.- No es el primer artículo que publicamos en Canarias Insurgente respecto a la deplorable atención dispensada en los Centros de Salud a los sufridos pacientes de la Sanidad Pública tanto en lo sanitario como en lo humano.
El número de quejas que tenemos en relación a la asistencia primaria es muy elevado. Nuestra propia experiencia como usuarios nos ha hecho padecer diferentes vicisitudes: problemas de coordinación de los servicios, los días de espera para acceder a la consulta, las largas esperas en los ambulatorios, la masificación -los médicos han de atender un gran número de usuarios-, el escaso tiempo dedicado a cada paciente, las derivaciones a médicos diferentes de los de cabecera.
En la época de vacaciones, formación y por bajas laborales, los centros se quedan sin médicos ni ATS que no son sustituidos siguiendo las directrices de apretar al máximo al profesional, siendo asignados los pacientes a otro médico del ambulatorio doblando así el número que debe atender.
La degradación ha llegado a tal extremo que el trato humano entre médico y paciente se ha deteriorado hasta extremos inusitados. La mala planificación condiciona "el tratamiento humano y/o la tarea asistencial".
Se ha convertido en "habitual" encontrar médicos crispados y malhumorados que [mal]tratan al paciente con sus destemplados comportamientos, con sus malhumores, con sus respuestas ironicas, descargando todas sus frustraciones con el eslabón más debil de la cadena, el sufrido paciente.
Algo evidente es que la planificación de los ambulatorios pasa por sobrecargar el trabajo diario del personal sanitario, por disminuir el tiempo de atención por enfermo, por aumentar la lista de espera para acceder a la consulta, por imposibilitar por parte de los profesionales de la sanidad el mejor estudio de los casos complicados, por la imposibilidad de realizar trabajo en equipo... En definitiva, por disminuir la calidad asistencial en base a criterios ahorrativos, de priorizar lo contable antes que el derecho inalienable, irrenunciable y constitucional a ser asistido sanitariamente de forma profesional, responsable y humana.
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