Foros ciudadanos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Francisco Javier Delgado, junto con su familia de Machado, lo tiene claro. Y tan claro lo tiene que este lunes llevó a cabo una de las acciones de protesta más impresionantes que uno recuerda, ante otra de las muchas cacicadas del cacique Macario Benítez, otro alcalde perpetuo que le ha salido al municipio de El Rosario que dícese del PSOE pero que no se diferencia del prototipo de dictador bananero absolutamente en nada. Aunque como seas amigo de él, como ocurre habitualmente con todos estos personajes, lo tienes garantizado casi todo, que de ahí el clientelismo político que los sostiene. Otra cosa es que te le plantes, como ha hecho la familia González Gil de Montaña Carbonero, que entonces te manda hasta a la policía municipal para borrarte hasta del padrón. Que no es un chiste, lo hizo, en un Archipiélago donde la casi única obsesión de todos los ayuntamientos, incluido el de El Rosario, consiste en inflar el padrón como sea para trincar más perritas de aquí y de allí.
Y nosotros siempre hemos valorado al que le planta cara al cacique porque se trata de un ciudadano no sólo valiente sino casi imprescindible en esta época, casi de terror, que vivimos en algunos sitios, incluidos los medios de comunicación, después de un montón de años de que el Generalísimo muriera en la cama. Que acaso porque no nos costó tanto como en otros sitios luchar por lo que representa una verdadera democracia es por lo que no sabemos valorarla. Y Javier Delgado quería hacerlo y lo hizo, tranquilamente y con una sangre fría impresionante. Macario le había entregado en el 2004 una medalla en recuerdo de su padre, concejal de aquella época en que los políticos eran de vocación sin ver un duro por su trabajo -que nos parece muy lejano eso pero no hace ni tanto tiempo tampoco- y le apetecía devolvérsela en las mismas condiciones en la que se la entregaron, en el salón de plenos y rodeado de cámaras y periodistas. De pura lógica.
Su padre se marchó muy joven, con 55 años y con una durísima enfermedad por medio que dejó a la familia tocada, como es lógico. Y Javier sabe que si su padre -que en su día ayudó a Macario a llegar al poder- viviera, bajo ningún concepto le hubiera permitido al cacique la machada que pretende con una unidad de actuación que ninguna persona sensata entiende, al borde de un barranco de alto valor paisajístico y etnográfico. Y esa es la fuerza que le mueve a llevar a cabo acciones como la del pasado lunes. Todo un ejemplo de coraje ante el ex vendedor ambulante de calderos, convertido hoy no sólo en una potente fortuna de esta Isla, tras su paso por la política, sino en otro que pretende implantar el imperio del terror después de que metiéramos al compadre bajo una losa de cinco toneladas en el Valle de Los Caídos (de sus caídos, que los otros están en fosas comunes en montes y cunetas aunque los del Vaticano no chisten del asunto). Que hace más de 30 años de eso.
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