Foros ciudadanos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Para mi que un individuos, qué les digo yo, como Hilario Rodríguez -por ejemplo- compare las características del incendio que invadió Masca a finales de julio con una 'nube ardiente' [1] pues me puede parecer hasta comprensible, teniendo en cuenta que se trata de un auténtico bestia, que no se corta ni en ofrecer cogotazos a la gente delante de las cámaras de televisión. Que imagínense ustedes de lo que no es capaz cuando nadie le está enfocando.
Ahora bien, que Wladimiro Rodríguez Brito, ilustre barloventero que preside el área de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife y que es responsable de esto de los incendios -de los que no prosperan, porque de los que prosperan por lo visto los responsables somos el resto de la humanidad en su conjunto-, tenga la osadía de comparar un 'nube ardiente' con el incendio que sólo la irresponsabilidad permitió que afectara a Masca, no es fruto de la ignorancia -ni muchísimo menos- sino de un intolerable descaro impropio de un doctor universitario al que, como tal, muchos hemos respetado desde siempre.
Porque probablemente la única razón por la que se podría justificar en esta Isla el que se le meta una segunda pista -o media docena porque con dos tampoco sería suficiente- al aeropuerto del Sur o se amplía la plataforma del de Los Rodeos, sea la de estar preparados para cualquier aviso que nos advierta de una posible explosión volcánica que pueda traer consigo la formación de alguna 'nube ardiente' de éstas a las que, con tanta alegría y desparpajo, se refiere Wladimiro después de que, como hace siempre, comienze su homilía dominical en El Día tachando irónicamente de ignorantes a todo el resto de seres humanos que habitamos en esta Isla. Porque la amenaza de un fenómeno de estas características, que es el que hizo que hace decenas de miles de años todo ese sureste se cubriera de jable, implicaría necesariamente una operación de desalojo de la totalidad del millón de habitantes que vivimos en esta Isla y de los 300.000 mil turistas que habitualmente se encuentra aquí en un día cualquiera. Que a ver a dónde llevamos a Pepito Rodríguez, porque a Gran Canaria se negaría a ir si previamente no le retiran el 'Gran' en el estatuto 'especialísimo', pese a que su abuelo era canarión. Que váyase usted a saber qué fue lo que le hizo el abuelo a este hombre para que se ponga de esta manera con la isla hermana.
Que yo no sé cómo fue que se le coló este incendio a Wladimiro en Masca, y está claro que por la 'explicaciones' que pretende nunca nos enteraremos ni, lo peor del caso, aprenderemos nada de la tragedia.
Este domingo, a diferencia del domingo pasado donde sólo hablaba de éxitos cuando desvergonzadamente comparaba su foco de Los Realejos con las decenas y decenas de incendios criminales que afectaron al Peloponeso, ya habla de errores que ni especifica ni asume de ninguna de las maneras. Sus ocurrencias siempre las mismas, tratar de ignorantes a resto de la humanidad y, en este caso también, desmarcarse utilizando un término que se refiere a la mayor catástrofe vulcanológica conocida -y que él sabe interpretar perfectamente- para justificar el incendio de Masca que debería avergonzarle a él y a media docena de ingenieros, de los que se las saben todas también, que llevan años invirtiendo miles de millones en repoblaciones, compra de fincas y entresacas cuando la triste realidad ha venido a demostrar que de políticas forestales serias -para cuando nos enfrentásemos a problemas graves- cero patatero.
Y ni una nube ardiente, por mucho que Wladimiro sea un tipo simpático -que yo no digo que no lo sea en un momento dado- ni el que goce, como le ocurre a Zerolo, de una inmunidad mediática inimaginable en cualquier democracia avanzada; podrá borrar de la memoria colectiva de unos cuantos las desastrosas consecuencias de un incendio que nadie ha explicado ni, por lo que se ve, están dispuestos a aclarar jamás porque vamos de barbaridad en barbaridad y tiro porque me toca.
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[1] Nube ardiente. Cuando las erupciones de un volcán están acompañadas de gases calientes y cenizas se produce lo que se conoce como flujo piroclástico o nube ardiente. También conocida como avalancha incandescente, la nube ardiente se desplazan pendiente abajo a velocidades cercanas a los 200 km/h. La sección basal de estas nubes contienen gases calientes y partículas que flotan en ellos. De esta forma, las nubes transportan fragmentos de rocas que –gracias al rebote de los gases calientes en expansión– se depositan a lo largo de más de 100 km desde su punto de origen.
En 1902 una nube ardiente de un pequeño volcán llamado Pelée en la isla caribeña de Martinica destruyó a la ciudad portuaria de San Pedro. La destrucción fue tan devastadora que murió casi toda la población (unos 28.000 habitantes). A diferencia de Pompeya, que quedó enterrada en un manto de cenizas en un período de tres días y las casas quedaron intactas (salvo los techos por el peso de las cenizas), la ciudad de San Pedro fue destruida sólo en minutos y la energía liberada fue tal que los árboles fueron arrancados de raíz, las paredes de las casas desaparecieron y las monturas de los cañones se desintegraron. La erupción de Pelée muestra cuan distintos pueden ser dos volcanes del mismo tipo.
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