Transporte / Apestando por lo Nuestro.- 3 de Septiembre. Primer día laboral después de las vacaciones de verano, para la mayoría de los trabajadores, especialmente aquellos que tienen niños. Esto se nota en el tráfico y en el número de usuarios del transporte público.
Lo habitual, en un lugar civilizado, es que se tenga en cuenta este problema, y se prevea. Aquí no sé si habían previsto algo, pero, desde luego, el resultado fue catastrófico. El tranvía, sin locución ni información de salidas en las paradas. Había que adivinar, por ejemplo, si habían aumentado la frecuencia. Se supone que eso será a partir del 17 de septiembre, pero como ahora tampoco están cumpliendo el horario previsto, y ya nos han engañado al menos dos veces, no hubiese sido nada extraño que hubieran modificado algo en una fecha imprevista. Tampoco funcionaba la señal que indica el cierre de las puertas, y algunos semáforos tardaban demasiado en cambiar, lo que provocaba retrasos de un par de minutos.
Esto es inadmisible en un sistema de transporte que ha costado más de 300 millones de Euros. ¿Dónde están los grandes expertos planificadores? ¿Para qué queremos un Director Insular de Transportes? ¿Dónde está el famoso plan para reorganizar el transporte público en el área metropolitana, en el que llevaban meses trabajando? ¿A qué amigo le han concedido la elaboración del mismo?
Ayer, domingo, el tranvía estaba especialmente lleno. Todos los viajeros decían lo mismo: Que, desde luego, no se podía decir que no fuese rentable, que por qué no aumentaban la frecuencia, si veían que había demanda… Parecía una premonición.
Y TITSA como siempre. Ahí no hay quejas nuevas, sino una repetición de las habituales. La línea 905, la más importante de Santa Cruz, a las 8 de la mañana es un infierno, y tarda en pasar casi tres veces la frecuencia teórica. Las del norte, con un retraso tremendo. En San Isidro se ha armado ya la cola habitual, con las guaguas en medio, en una avenida donde sobra espacio para hacer 2 carriles exclusivos.


¿Qué pasará en Octubre, cuando a toda esta gente se añadan los que tienen suerte de coger las vacaciones en septiembre, y los alumnos de la Universidad de La Laguna? Pues lo de siempre: una catástrofe. Dos horas para moverse entre Santa Cruz y La Laguna.
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