Michel Balivo / Artículos de opinión.- (Ilustración de J. Kalvellido). Los camarógrafos de Aló Presidente comienzan a experimentar una filmación más dinámica de los inicios del programa. Esta vez estaban los presidentes Evo Morales y Hugo Chávez mientras unas excavadoras extraían material ferroso del suelo, con una riqueza de más del 60% para irlo cargando en un tren que lo llevaría hasta los lugares de procesamiento.
Era la presentación satelital de la inauguración de las piedras fundamentales de seis empresas siderúrgicas básicas de producción social y otra de pulpa de papel y enseres de madera, que abastecerán al país de sus necesidades.
Ellas se desarrollarán o desdoblarán por así decirlo en muchas pequeñas y medianas empresas sociales filiales, con la participación de los consejos comunales cual forma de organización constitucional de la población, produciendo valor agregado gracias a la trasformación de la materia prima en productos intermedios y bienes.
Esta serie de empresas sociales del Estado se ubican en Guayana, Estado Bolívar, Venezuela y generarán miles de empleos directos y decenas de miles indirectos. Y si bien la CVG, (Corporación Venezolana de Guayana), ya ha sembrado una cultura del hierro, acero y aluminio por décadas en esa zona, será necesaria sin duda la capacitación anticipada y coordinada del personal necesario a tales empresas.
Pero además generará una enorme demanda habitacional en esas zonas, lo cual exige la construcción planificada de ciudades desde un enfoque socialista, es decir ciudades para seres humanos. Porque si son decenas de miles de empleos y cada empleo sostiene una familia, entonces estamos hablando de cientos de miles de seres humanos que necesitan todos los servicios básicos del Estado.
Eso requiere una planificación centralizada de la Comisión Presidencial, una gran coordinación y eficiencia para todas las entidades que han de participar conjunta y articuladamente en tales proyectos. Es una poco habitual exigencia para un pueblo y profesionales que han sido educados y entrenados en una dinámica feudal, donde los caciques de cada Estado y gobernación, han considerado siempre suyos los territorios así como los bienes y personas que en el existen, disponiendo de ellos a su entero antojo sin consultar ni acordar con nadie.
Me parece que esta es una situación propicia para contestar a algunos periodistas que en su correspondencia me hacen una lluvia o andanada de preguntas sobre el presidente así como las condiciones de Venezuela. Dejemos que el presidente mismo las responda con su particular pedagogía desde estas tierras y los hechos de su particular historia.
El escenario es el Estado Bolívar, localizado dentro del Macizo Guayanés, el más antiguo de la Tierra geológicamente hablando. Lo cual ya de por si guía nuestra memoria e imaginación a pretéritos y profundos tiempos en los que esta se formó. Pero ahora nos desplazamos hacia 500 años antes de nuestra época, cuando Europa estaba en transición entre el Medioevo y el Renacimiento.
Entonces entre tantos hechos como la barbarie de la inquisición, pero también asistiendo al nacimiento de los fundamentos del pensamiento científico, partió Cristóbal Colón rumbo a las Indias Occidentales. Dicen que venían en búsqueda de las míticas tierras del Dorado, y que pudo hacerlo gracias a que Copérnico planteó y demostró que la Tierra era redonda y no terminaba allende el horizonte, en las abiertas fauces de insondable profundidad de una bestia que el temor proyectaba en la imaginación de aquellos tiempos.
Por eso entre supersticiones, sueños y ciencias a los habitantes originarios de nuestras tierras los llamaron y aún tienen el nombre de “indios”. Desde entonces los conquistadores fundaron sus ciudades aisladas y protegidas de los tales indios. ¿Qué más podían hacer si los habían reducido por la fuerza, esclavizado imponiéndoles su cultura y dioses? ¿Acaso suponemos que podrían confraternizar y vivir mezclados con sus esclavos sin temer amanecer con el cuello cortado?
Aún hoy, 500 años después la mayoría de los pueblos y aún ciertas zonas de las nuevas ciudades, mantienen sus viviendas coloniales, su estilo de construcción y organización. Continuando nuestro paseo nos acercamos a unos cien años atrás, cuando nuestro petróleo y hierro sobre todo atrajeron la atención, interés, ambición de los vecinos americanos del norte. Que ya habían conspirado antes para evitar que América, el sueño de la Gran Colombia de Miranda y Bolívar no se convirtiese en realidad, dificultando sus planes de conquista y dominio continental.
Esta vez tras fomentar un golpe de estado que nos dejó bajo una férrea dictadura de décadas para controlar las pretensiones de un naciente gobierno nacionalista, repitieron el modelo de colonización anterior, esclavitud y saqueo aunque ajustadas a las modalidades de la época. Sus ejecutivos se instalaron en ciudades aisladas y protegidas totalmente separadas de los nativos del lugar.
Todo lo que usaban y consumían lo traían de EEUU, y cuando digo todo me refiero a todo, desde las tecnologías hasta las servilletas y el papel higiénico. Extrajeron el petróleo y el hierro a flor de tierra, el más cómodo y rico que representaba menor inversión, y se lo llevaron a cambio de nada. ¿Cómo? Por el simple proceso de amenazar, chantajear, seducir con las riquezas y poderes tecnológicos, prometer, mentir, comprar a los responsables.
El pueblo nativo produjo todas esas riquezas sin recibir la menor mejora en su calidad de vida a cambio. Solo se desarrolló la infraestructura necesaria para llevarse esas materias primas. Dicen que muchas de las modernas ciudades de descomunales edificaciones, carreteras y calles del norte, de las que sus habitantes se sienten tan orgullosos, se construyeron con el fruto de tal expoliación. Miles de millones de barriles y toneladas de hierro y acero que su conocimiento y tecnología les permitían extraer rascando apenas la superficie, alimentando directamente su maquinaria con la pureza de aquellos materiales a un costo irrisorio.
Que luego nos devuelven transformados por su tecnología al precio que se les de la gana por supuesto. Dicen que nosotros no podemos desarrollarnos porque no tenemos mercado de consumo. ¿Cómo podríamos tenerlo si ellos y los capataces y mayordomos criollos que sedujeron y compraron, se encargaron de que siguiéramos ignorantes y muertos de hambre mientras engordaban sus mercados a costa del nuestro?
Si hasta se llevaban los profesionales que se destacaban, concentrando cada vez más capitales, invirtiendo y pagando cada vez menos a medida que privatizaban, aumentaban precios y desmantelaban el ya pobre Estado porque interfería con el libre flujo de sus dividendos y productos. Igual sucedió con las enormes riquezas de Bolivia, a la que ahora aplican el mismo plan de conspiración violenta que a Venezuela y cualquier otro gobierno que pretenda dejar ser rebaño de ovejas y salirse de su corral.
Tampoco fue diferente cuando los europeos con el oro y la plata robados, alimentaron el naciente capitalismo burgués que emergía sustituyendo los reinados. (Porque eso no es sino robar y cualquier otro nombre que se le de es un eufemismo de esos que aún hoy plagan nuestro impotente verbo, un lujo que solo se pueden dar los que ostentan el poder de la fuerza).
Es decir industria, negocios y billetes en lugar de divinidades y azul sangre. Dicen que hubiese podido construirse un puente de materiales preciosos entre América y España con todo lo que se llevaron. Pero hoy nos quieren dar el ejemplo y preguntan por qué el sur está en estas condiciones.
Unos cuantos años atrás el gobierno de Carlos Andrés Pérez hizo la parodia de nacionalizar esas fuentes, cambiando unas cuantas cosas para dejarlo todo igual. Y esas son la CVG y PDVSA que hereda el gobierno revolucionario hace 8 años, sin contar la deuda internacional, el campo abandonado por la emigración a las ciudades poblándolas de rancheríos marginales en los cerros y zonas adyacentes, dejando inclusive a propósito las arcas sin dinero siquiera para pagar sueldos.
Nos preguntan también por qué la constitución y leyes que aprobamos, y ahora la novel reforma constitucional que proponemos despierta tanto alboroto en las naciones del norte, cuando son las mismas o similares de que ellos disponen hace décadas. ¿No es evidente? Simplemente porque todo sigue igual que hace 500 años, porque EEUU y Europa dilapidaron todas sus reservas y dependen ahora de las materias primas del sur para poder continuar su nivel de vida. Porque contaban con todo ese suministro como propio.
Antes o después, si es que la evolución no es un cuento, como parecen asumir tras todos sus grandilocuentes discursos los colonizadores, los pueblos expoliados, mantenidos miserables e ignorantes, tratados peor que bestias de carga sin el menor respeto ni consideración a su humanidad, habían de despertar y exigir su parte del pastel.
Eligiendo representantes dispuestos a nacionalizar y distribuir verdaderamente los beneficios de las riquezas naturales del país. Entonces es necesario usar todos los recursos disponibles para que estos ignorantes muertos de hambre, estos indiecitos de m., estos brutos e inferiores sin alma, no pretendan la imposibilidad de elevarse a la condición de seres superiores. Hay que hacer lo necesario para doblegarlos nuevamente, para que continúen arrodillados y mirando allá en la altura al conquistador y al cura.
Sobre todo si se considera que estamos en una coyuntura, en una acumulación de tiempos históricos donde una chispa es suficiente para incendiar la pradera seca del continente. Los colonizadores se habituaron a dominarnos y engañarnos, y esos hábitos centenarios les hacen creer que son sus derechos de conquista, algo así como impuestos de los siervos para el señor feudal. Les hacen creer que esa es la misma realidad, que durará para siempre. Han perdido de vista que todo somos seres humanos y por eso mismo han dejado de comportarse como tales ellos también.
Es por eso que hoy se sorprenden cuando la amansada y domada bestia de carga y paseo, despierta del sueño temporal de dioses y culturas superpuestas recordando que su principal impulso es su amor a la libertad, sacudiéndose encabritada toda la carga y jinetes de siglos de su lomo. ¿Pero acaso olvidaron ya su revolución y los gritos de hermandad, libertad y justicia que expandieron su pecho restallando en la atmósfera, y todas las barbaridades que hicieron en su nombre no hace tanto tiempo? ¿Acaso no tenemos hoy ya toda la información necesaria y suficiente para saber que ser humano y ecosistema son un solo organismo interdependiente, que solo puede existir y sobrevivir como totalidad, que cualquiera de las funciones afectadas termina afectando a la totalidad? ¿Acaso no estamos ya en capacidad de reconocer que una sociedad patriarcal que pretendía y creía estar imponiendo su dominio sobre la mujer, las razas inferiores y la naturaleza, en realidad trabajaba creando los medios para su presente liberación? ¿No es todo esto que presenciamos y vivimos una clara muestra de que todo en la vida busca antes o después, en su preciso momento nuevamente el equilibrio cual condición indispensable para dar un nuevo paso evolutivo, para continuar adelante?
Si vamos hacia atrás en la memoria, si profundizamos verdaderamente en los recuerdos históricos, no solo cientos sino miles de años, seguramente encontraremos un punto, un momento donde las ramas del árbol genealógico que se diferenciaron para ganar más posibilidades de acceso a la luz del sol y producir abundancia y riqueza de fruto, vuelven a reunirse en el único tronco camino de su raíz.
Tal vez allí bajo los disfraces temporales también encontremos nuestra verdadera patria y hogar, perdidos navegando a la deriva en el flujo del tiempo. Cuando buscando identidad y dirección, descubrimos que teníamos libertad de elección y capacidad para superar los determinismos naturales gracias al conocimiento. Pero también con ese mismo conocimiento nos erigimos unos en superiores de otros imponiendo nuestras creencias a los dominados.
Y tanto como profundicemos en las raíces seremos capaces de proyectarnos en nuestra imaginación al distante futuro para traerlo a ser, trascendiendo todas esas miradas interesadas y parciales. Porque si bien es cierto que hemos sufrido tragedias históricas, no es menos cierto que no ha habido pueblo que no las sufriera y se las inflingiera a si mismo, que conquistadores y conquistados no podían hacer más que aquello que su condición evolutiva les permitiera.
En ese sentido las posibilidades históricas de esos momentos estaban escritas para quien las mira imparcialmente desde el conocimiento del aquí-ahora. Haya sucedido lo que haya sucedido, creamos quienes creamos que sean los culpable situacionales, estemos hoy en las circunstancias que nos encontremos, la verdad es que no somos una agregado de genes y culturas sino una integridad orgánica que por sobre todo se piensa y es relativamente conciente de si misma.
Hemos sido y seremos siempre impulsados ante todo por nuestro amor a la libertad. Solo que dada nuestra limitada conciencia pareciera que solo experimentamos la libertad ante aquello que la limita. Por eso tal vez necesitamos un pinche tirano que nos oprima lo suficiente para hacernos recordar y reaccionar. En la medida de la opresión, ya sea por intensidad o duración temporal, ha de estar entonces también el despertar de los hábitos de esclavitud y el alcance de la revolución de tales circunstancias.
En esta larga historia todos hemos sido opresores y oprimidos, y mientras no lo comprendamos y sigamos buscando culpables no lograremos el acceso a una libertad de elección que no sufra ya recaídas en la negación de la humanidad de otros, que es la fuente de toda violencia propia y ajena, ya que deshumanizando nos deshumanizamos inevitablemente.
Hoy los pueblos de América despiertan ineludiblemente del sueño en medio de sus hábitos de esclavitud de siglos, e intentan comprender como es que han llegado a tal situación para entonces poder salir de ella. ¿Nos comportaremos otra vez como animales en celo o seremos humildes aprendices que asimilan las lecciones que la maestra vida nos enseña con nuestra historia?
Finalmente nos preguntan por qué el presidente Chávez aspira a prolongar su mandato. ¿Y por qué no si el pueblo lo decide así en referéndum? ¿Acaso los conquistadores hacen referéndum? ¿Temen que el oligarca dictatorial engañe a los indiecitos con su verborrea? ¿O tal vez que los compre con los petrodólares que consideran propios? ¿Una vez más los conquistadores pueden y los indiecitos y mulatos no?
Eso es más o menos como preguntarnos por qué Bolívar no se fue de vacaciones y dejó su secretario administrativo a cargo, a mitad de su gesta libertadora de los españoles, mientras aún restallaban los gritos de libertad de las revoluciones europeas.
Lo que realmente cuenta son las intenciones, las direcciones de los procesos. El que en Europa o EEUU hagan todo un show entorno a que una persona gobierne o no con cierta continuidad, solo exhibe que son tan fetichistas y cultivadores, endiosadores de personalidades como cualquier otro. ¿O acaso bajo sus aparentes impersonales gobiernos no lleva el proceso de todos modos una dirección de concentración de capitales y paragobiernos corporativos deshumanizantes?
Pretender ponerse en el extremo de negar el personalismo sin reconocer que todo movimiento humano significativo de cambio hasta ahora ha tenido líderes, es lo mismo que intentar luchar contra el capitalismo con ideales ingenuos, sin comprender que es lo que motiva esa ambición desmedida que renace una y otra vez en los lugares más insospechados. Si miramos los terribles costos de tal empresa, creo que no hay como negar tan contundente evidencia.
Tal vez algunos crean ingenuamente que los tiempos han cambiado y las nuevas circunstancias hacen ya innecesarios esos recursos. Pero si miran atentamente los hechos bajo las apariencias de los discursos e ideologías de moda, notarán que no solo nosotros, sino también uds. habrán de luchar muy pronto nuevamente por los recuerdos de una libertad perdida entre la hipnosis de los hábitos. Entonces tal vez recuerden por qué en todos los himnos nacionales se canta “libertad o muerte”.
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