Partidocracia / Ser rizomático.- Hannah. No hace mucho escuché decirle a Pepe Blanco del PSOE que el pueblo debe comprender la voluntad de sus dirigentes… Porque esa es la cuestión, que el pueblo comprenda cual es la santa voluntad de los que mandan, y lo de que los dirigentes son servidores que se atienen a la voluntad del pueblo soberano, es un cuento chino, como cuento chino debe ser también lo de los derechos que la constitución otorga, a juzgar por las declaraciones realizadas por el Sr. Vicepresidente segundo del gobierno y ministro de economía, manifestando su total desacuerdo a conceder “derechos para toda la vida” y dinero para proyectos de bienestar social. ¡No sabía yo que un derecho tenía fecha de caducidad! y que la gestión de un gobierno que se dice socialista debía encaminarse a llenar las arcas del estado sin que los pecunios reviertan en el pueblo...
O sea, que la cosa es así: “tiene usted derecho a la libre expresión los meses que no lleven erre” o “su derecho a una vivienda digna es sólo válido para los años pares” o “el derecho a la igualdad se concederá sólo a hombres y mujeres de ojos verdes y por bienios”, esto es, derechos no para toda la vida y en todo caso, limitaditos para que resulten baratitos… Y los dentistas serán gratis por la gracia de no se sabe quien, y no porque los pecunios del estado sean fruto de la recaudación de impuestos pagados por el pueblo... ¡Qué disparate, por favor!.
Cada vez que un dirigente de no importa que partido, “legalizado” o no, abre la boca, dice algo que denota la realidad de lo que significan y para lo que están: para mandar y ejercer el poder pasando por la falacia de las urnas, y pasándose por el arco del triunfo una voluntad popular que de soberana parece no tener nada de nada.
Se dice que es en el parlamento dónde reside la soberanía popular, pero lo de soberanía debe referirse a la de los partidos y no a quienes estos representan, mientras que lo de popular deben referirlo a la acepción 5ª del diccionario de la Real Academia Española, que dice: "Que es estimado o, al menos, conocido por el público en general" en lugar de hacer referencia a la primera acepción que dice "que es peculiar del pueblo o procede de él" como en realidad debiera ser... Y si de esto ofrece dudas, véase lo que ocurre con la renovación de cargos del Consejo del Poder Judicial...
No nos engañemos, para estos politicastros del tres al cuatro, en este sistema pseudodemocrático y partidocrático en el que nos movemos y sufrimos, lo único que interesa e importa a la clase dirigente es la ostentación del poder; y la soberanía popular se la traen al pairo.
En este sistema nuestro, la clase política, con muy pocas excepciones, ejerce el “primero digo” de sus falaces promesas electorales, y el “luego diego”, de no dar cumplimiento a nada y pasárselo todo por el forro, a diestro y siniestro; con arrogancia, con todo descaro y sin que les tiemble ni un poquito la voz. Lo mismo da que sean de derechas o que se llamen de izquierdas –porque serlo sería otra cosa y lo que es serlo, de izquierdas, digo, ni uno lo es-. Y el pueblo, que sólo es soberano sobre el papel, ese papel ambiguo y contradictorio llamado Constitución Española del 1978, que, verbigracia, proclama la igualdad de género para todos los españoles, excepción hecha de la familia real y la sucesión, –que no sólo es esa la ambigüedad y la contradicción que alberga ese texto, sino una más-, sigue siendo lo que siempre fue y nunca ha dejado de ser: esclavo y sometido, dejándose engañar y permitiendo que le sigan dando por dónde amargan los pepinos.
Y luego, para apuntalar bien sus tesis y voluntades, recurren a eso tan manido de “todos los españoles piensan”… “Todos los españoles creen”… “Todos los españoles saben”… “Todos los españoles esperan, desean, entienden, rechazan, aceptan”… “El pueblo español quiere”… Que digo yo que esos dirigentes afiliados a la partidocracia –partido único español, con matices-, además de codiciosos y corruptos, deben ser videntes, ¿o le han preguntado uno a uno a todos los ciudadanos, sobre todas esas decisiones y conflictos bizantinos que enarbolan, arguyen e instrumentan? ¡Qué va!. Y sino, vean como se ponen lívidos de pánico, cada vez que alguien plantea hacer un referéndum para saber la voluntad soberana y real –de realidad- de la mayoría del pueblo… En fin, una miseria monumental, pues los miserables no siempre son esos marginados paupérrimos y sin techo que nos encontramos, sino gentes de corbata, guantes, sombreros y barrigas llenas que ocupan escaños en parlamentos y esas cosas.
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