Palestina / Comité Democrático Palestino - Chile.- El otro día, mientras estaba en la Ciudad de Gaza, conversé con Raji Sourani, director del Centro Palestino para los Derechos Humanos (PCHR). Era un día caluroso en Gaza, era verano en pleno mes sagrado del Ramadán, y en las calles afuera de la oficina de Sourani había poco movimiento.
¿Por qué será? La economía en la Franja de Gaza está en crisis. Los empleos que aún quedan, que son pocos, están desapareciendo.
Desde que el grupo radical Hamás hizo uso de la fuerza para expulsar a sus rivales, Fatah, en junio, el punto de entrada de mercancías que une a Gaza con Israel y el mundo exterior fue clausurado. Cerca de 1,4 millones de personas viven en la franja de Gaza. 1,1 millones de ellos reciben comida racionada distribuida por Naciones Unidas.
Israel, como la mayoría de sus aliados occidentales, ve a Hamás como una organización terrorista que busca la destrucción del estado judío, y cree que el embargo y el aislamiento son buenas medidas para arrojarlos al olvido de la historia.
Fatah, la otra facción palestina principal, también desea que se presione constantemente a Hamás.
En público, Fatah protesta por el sufrimiento que el embargo está causando a la población de Gaza, pero en privado lo aprueba tácitamente.
Para muchos palestinos, es irónico que su presidente, Mahmoud Abbas, hable con los representantes del gobierno israelí, pero no con alguien de un grupo islamista que ganó decisivamente las elecciones democráticas en enero de 2006.
Castigo colectivo
Raji Sourani y yo conversamos sobre esta situación. Raji comenzó a hablarme sobre unos huertos de naranjos que había poseído su familia.
A pesar de que Gaza es uno de los lugares más poblados en el mundo, hay una cantidad sorprendente de tierra arable.
Raji Sourani me explicó como durante los días calurosos de verano, como el de hoy, su familia merendaba a la sombra de los árboles.
Pero ya no lo pueden hacer, me explicó, porque las escavadoras israelíes entraron en Gaza y arrasaron los naranjos.
Una franja ancha del campo que se extiende a lo largo de la frontera con Israel ha quedado totalmente vacía, sin árboles.
Los israelíes aseguran que lo hicieron por razones de seguridad, así sus soldados pueden ver a los combatientes palestinos que quieren atacar su territorio.
Muchos palestinos, sin embargo, aseguran que las supuestas razones de seguridad son en realidad un castigo colectivo para los dueños de esas tierras.
Cosas peores suceden
Yo esperaba que Sourani me hablara del dolor de perder algo, lleno de recuerdos familiares.
Me dijo que esto le dolió, pero también describió la manera como su madre, ya mayor, le pidió a toda la familia que se tranquilizara.
"Escuchen", dijo la madre, "sólo eran árboles. Los cortaron, pero pueden volver a crecer".
Lo importante, recalcó, es que nadie está muerto.
Entonces, ¿qué sentido tiene escribir sobre todo esto?
Tal y como dijo la madre de Sourani, peores cosas pueden suceden en Gaza. La muerte violenta es parte de la vida de cada uno.
Más tarde en ese mismo día, fui a la casa de una familia que estaba de luto por la muerte de tres niños, dos muchachos de 10 y 12 años, y a una chica de 12.
Los soldados israelíes mataron por equivocación a los jóvenes porque jugaban cerca de las lanzaderas de cohetes de Hamás en las afueras de Beit Hanoun.
Supongo que menciono a la madre de Sourani porque no sólo posee un sentido de la proporción encomiable, si no también una capacidad de resistir. Uno no puede ir muy lejos sin esto en Gaza.
Frustración israelí
También lo necesitan al otro lado de la alambrada de la frontera en la ciudad israelí de Sderot, que regularmente es bombardeada desde Gaza.
Un par de días, después de haberme reunido con Raji Sourani, un cohete cayó cerca de la guardería de esta localidad.
Afortunadamente, no hubo heridos. Pero hubo muchos israelíes que, con rabia y frustración, vieron por televisión a niños pequeños aterrorizados.
Los columnistas de diarios se preguntaban qué hubiera hecho Israel si los niños de esa guardería de Sderot hubieran muerto (su respuesta: invadir de nuevo la Franja de Gaza), además de rechazar la idea de que la política israelí deba ser dictada por el número de cohetes palestinos lanzados.
Esto provocó llamados para encontrar una manera de castigar a los habitantes de Gaza por lanzar cohetes contra Israel, una situación que empeoró luego de que 60 soldados israelíes quedaron heridos tras otro ataque palestino.
Esta semana, el gobierno israelí encontró su respuesta.
Decidió calificar a Gaza de "entidad hostil", por lo cual, tras una revisión legal, se reserva el derecho a imponer castigos colectivos cortando los suministros de combustible y de electricidad y restringiendo el movimiento de personas.
Gran prisión
La actual situación de Gaza ha institucionalizado los métodos que Israel ha estado utilizando para incrementar la presión.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, pidió a Israel que reconsiderara esta decisión.
Dijo que la población de Gaza "no debe ser castigada por las acciones inaceptables de militantes y extremistas".
Los palestinos con los que he hablado se preguntan qué hay de nuevo.
Durante años, los palestinos han descrito la Franja de Gaza como una gran prisión. Ciertamente, es difícil contradecir esta descripción.
El paso fronterizo
En Gaza, hoy en día, los suministros de cualquier cosa son escasos debido a las restricciones israelíes, y el movimiento de palestinos dentro y fuera del territorio ya ha cesado.
Israel ha construido un puesto fronterizo enorme, con varias fases de seguridad que culminan con una exploración completa del cuerpo.
En primer lugar, uno entra a un compartimiento circular y las puertas se cierran.
Una voz que proviene de un altavoz, y que al parecer es de alguien que está observando lo que pasa en la sala a través de un monitor de televisión, te ordena que te quedes de pie con las piernas separadas y que pongas las manos sobre la cabeza.
Los sensores giran a tu alrededor, buscando sustancias peligrosas que puedas haber tragado o insertado en tu cuerpo.
No hace daño, nada te toca y si uno supera el examen, acabas pasando hacia una gran sala en la que el eco rebota en las desnudas paredes, fría por el aire acondicionado.
Más allá están los guardias de seguridad en un edificio que está casi vacío, porque pocas personas pueden llegar hasta ahí.
Quizás el puesto fronterizo fue diseñado para tiempos mejores, cuando haya relaciones amistosas entre los dos estados.
Sólo amigos de EE.UU.
Y mientras la vida de los civiles en Gaza empeora, los políticos y los diplomáticos occidentales tienen esperanzas de que por primera vez desde el fracaso de la Cumbre de Camp David en 2000, podría haber una posibilidad de reiniciar las negociaciones de la paz.
Para ellos, todo es más fácil desde que Hamás asumió el control en Gaza.
Así ahora sólo tienen que lidiar con Fatah, que ha establecido un "gobierno tecnócrata" sin participación alguna de Hamás.
Occidente, y el primer ministro israelí y el presidente de la Autoridad Palestina, se están centrando en un plan estadounidense.
Una conferencia internacional prevista para el próximo noviembre, que está preparando la secretaria de estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice mientras está de gira por el Próximo Oriente.
Rice todavía tiene que lidiar con el problema básico que ignora su estrategia: los gobiernos de Hamás y Siria, dos entidades capaces de arruinar cualquier acuerdo que produzca la conferencia, y que no sean de su agrado.
Sólo los amigos de Estados Unidos están invitados a la conferencia.
Una invitación llegó a la oficina de Sourani para conocer al nuevo enviado de paz al próximo Oriente, Tony Blair.
Eso habría significado tener que pasar por el puesto fronterizo vacío para poder viajar hasta Jerusalén, pero las autoridades israelíes no le concedieron un permiso.
Sourani se frustró, pero tampoco puede conseguir un permiso para visitar a su esposa y a sus hijos, que están en Egipto.
Adivine que duele más. Tal y como dijo su madre, mantenga todo en su proporción.
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