Carnestolendas y demagogia / Apestando por lo Nuestro.- Ángel Llanos hizo muchas promesas absurdas en su campaña electoral. En esa campaña en la que ponía a parir al rival, Zerolo, y con el que ahora acordó gobernar en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Por ejemplo, recordamos aquél meeting en el que dijo que apoyaba que las mujeres “procreasen”, todo ello dirigiéndose a un público en el que abundaban señoras con una edad media de 50 años.
Pero uno de los puntos en los que más insistió, ayudado por la catastrófica edición anterior, fue en el carnaval. Como no. Él no se preocupó en hacer una campaña innovadora. Lo único que hizo fue robarle votantes a Coalición Canaria con sus propias tretas, entre las que destacan el carnaval. Y suponemos que no dijo nada de los canariones, porque sería meterse con su jefe regional, José Manuel Soria.
Así, prometió, entre otras cosas, que el carnaval estaría más presente en la calle, más vivo. Esto lo cumplió, o al menos eso cree él, el sábado pasado. Por la avenida de Anaga de Santa Cruz, en pleno agosto, unas comparsas hacían su característico espectáculo, ante la mirada atónita de los transeúntes.
Todos hablan de recuperar el carnaval tradicional, el de siempre. En realidad, lo que quieren recuperar es el de finales de los 70 y principios de los 80, porque para conseguir el tradicional, tendrían que remontarse a los tiempos de la República, y olvidarse de comparsas, agrupaciones musicales, concursos y demás inventos posteriores al “boom” turístico de la isla.
También tendrían que olvidarse de la “salsita”, el “reggaeton” y otros ritmos caribeños violentos y machistas, que tanto suenan en la fiesta tinerfeña.
Porque el carnaval, que hasta hace poco resultaba ser una fiesta divertida, ha pasado en pocos años a convertirse en algo antipático. Antes, tanto al que le gustaba el espectáculo (por llamar de alguna manera a esas agrupaciones que se esfuerzan por promocionar el carnaval en la tele y en el extranjero), como a los que realmente vivían el carnaval en la calle, tenía oportunidades de disfrutar de la fiesta.
Pero ahora, todo es diferente. Las agrupaciones se creen profesionales sin serlo. Las murgas son una ordinariez sin precedentes, con mala leche y pobladas por ruinas de gorrita disfrazados. Las comparsas son todas iguales: unos tipos disparatados y música sintetizada. Las agrupaciones musicales parecen mariachis, y la cabalgata y el coso parecen desfiles militares. Hasta el entierro de la sardina se ha vuelto serio y antipático.
Y en la calle, la noche ha sido dominada por hordas de ruinas y velillos que sólo quieren dar caña, pegar al primero que tranquen, beber hasta vomitar y todas las fantasías sexuales que se puede imaginar un chico de 16 años víctima de las drogas de diseño y el alcohol.
Ya no hace gracia el carnaval. Ya no es una fiesta divertida de máscaras espontáneas con las que te reías cuando contaban paridas. Coalición Canaria y el ruinerío de Tenerife han convertido la fiesta en algo antipático del que todos huimos en cuanto podemos. Y el PP de Llanos no va a recuperar la fiesta, porque eso no depende ya de la organización de la misma, sino del cambio cultural profundo de la isla hacia una república bananera caribeña.
Por eso, al ver las comparsas en la Avenida de Anaga de Santa Cruz el sábado pasado, día 18 de Agosto, la sensación fue de profunda antipatía. ¿Es que van a incordiar hasta en Agosto con los malditos carnavales?
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