José Antonio Linares Moleiro / Artículos de opinión.- El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera. (Alexander Pope).
Cuando a principios de 2004 se conoció la noticia de que querían poner turbinas en Chío para suplir las necesidades eléctricas del sur de Tenerife, muchos fuimos los que nos sobresaltamos ante la posibilidad de que se pretendiese perpetuar una central de generación energética en este lugar.
Siendo el silencio la mayor de las mentiras, las administraciones públicas no informaron de la intencionalidad de la compañía eléctrica, sólo cuando vieron más de cuatro mil firmas rechazando tal tropelía, comenzaron a escupir mentiras una tras de otra: “las turbinas contaminan como un camión”, “ni ayer, ni hoy, ni mañana se dará licencia para las turbinas”, “una para Adeje otra para Guía de Isora”, ”sólo producirán 23 Megavatios”, “sólo funcionarán un módulo”, “se permitirá un máximo de 500 horas anuales”, “las turbinas son provisionales hasta que esté el tendido de alta tensión del sur”, …
El tiempo, que es el mejor juez, ha determinado que las turbinas son altamente contaminantes con un incumplimiento del protocolo de Kyoto del 727,93%, ocupando el cuarto lugar de las centrales eléctricas más contaminantes del estado, según el informe del Ministerio de Medio Ambiente sobre las instalaciones afectadas por la Ley 1/2005, que regula el régimen del comercio de derechos de emisión de gases efectos invernaderos, en cuyo análisis no se encuentran ningún camión.
Las licencias se otorgaron con rapidez y desoyendo a los afectados, o en el menos malo de los casos, desestimando las alegaciones de los mismos. De todas maneras las obras llevadas a cabo para la instalación de las turbinas en Chío, se realizaron sin la preceptivas autorizaciones administrativas, tal y como exige el art. Artículo 9 de la ley 16/2002, que regula la Autorización Ambiental Integrada y dice: Se somete a Autorización Ambiental Integrada la construcción, montaje, explotación o traslado, así como la modificación sustancial, de las instalaciones (…), cuya autorización fue otorgada una vez finalizada su instalación y montaje.
Su señoría el tiempo, ha sentenciado firmemente, que las turbinas sólo se instalaron en Chío, posponiendo la instalación de las turbinas en el Vallito (Adeje). La producción energética del centro productor instalado en Chío ha superado los 50 Megavatios, funcionando los dos módulos y los generadores auxiliares, quedando superado las 500 horas de uso, prácticamente, en el primer mes de uso industrial.
Ahora no se saben si las turbinas son o fueron provisionales, puesto que una vez concluido la venganza de Unelco, paralelo a la autopista del sur, argumentan que necesitan ampliar la subestación de Los Vallito para dar cabida a los 220 Kv de la línea eléctrica. ¿No se sabía que técnicamente era imposible tal potencia en esa subestación? ¿Por qué no se amplió la subestación con anterioridad? ¿No ha sido suficiente el tiempo desde el 2004 hasta ahora, para adaptar la subestación de Los Vallitos? Las repuestas son silenciosas o silenciadas.
Se argumenta que las turbinas no se quitarán hasta tanto no se acondicione la línea que va desde Adeje a Guía de Isora, que la demanda eléctrica ha aumentado y, se precisa de la producción de las turbinas para el norte de la isla. Todo ello sin un plan de ahorro energético ni proyecto de energías renovables. ¿Por qué no se adaptó la línea de Adeje a Guía de Isora, en este tiempo? ¿Existe una mentira planificada para implantar la tercera central térmica en Chío?
Es difícil el valorar que es más perjudicial: si la ignorancia de nuestro políticos en la intenciones de la compañía eléctrica, o su complicidad en permitir que Unelco cabalgue como Atila impunemente sobre nuestro territorio. La ignorancia sería atenuante aunque no exculpatoria, pero la complicidad simplemente es corrupción. Teniendo en cuenta que en varias ocasiones bajo la “presunta ignorancia” se esconde la complicidad.
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