Foros ciudadanos / Foro Ciudadano Contra la Incineración de Residuos.- Yo no había visto en mi vida una cosa semejante. Y no sé si habrá merecido la pena hipotecarnos por 30 años por el servicio que ese tranvía va a prestar a esta Isla, aunque nuestra postura siempre ha sido clara en el sentido de que es muy bonito pero que en absoluto supone una prioridad tal y como está el transporte público, pero calculo que a varias decenas de miles de personas no sólo les ha parecido bien toda esta historia, llegado el momento, sino que han disfrutado como enanos en ese tranvía para arriba y para abajo. Ni guaguas, ni taxis, ni coches, ni leche de cacharro, la veneración al aparato sobre raíles ha sido verdaderamente increíble.
Claro que el Melchior tiró la casa por la ventana, la ocasión lo merecía, y la gente salía cargada -algunos en la otra acepción porque se repartía vino en cantidad- de todo tipo de revistas, folletos, libros, llaveros... de todo. Lo más asombroso era lo de las plantitas. Miles y miles de ejemplares de flora canaria de la que se servía uno mismo. Pinos, fayas, acebiños, loros, tabaibas... la mayoría ejemplares de porte arbóreo que me dirán ustedes, si no se los digo yo, dónde irán a parar en unos días, cuando la gente se dé cuenta de qué es lo que realmente se ha llevado -algunos arramplaban con todos los ejemplares que podían cargar- para el salón de su casa. Algunos se daban cuenta sobre la marcha y, al tiempo de que se oía la queja de 'porqué no dan alguna plantita de interior', se llevaban tres o cuatro ejemplares comentando, incluso, 'ahora qué voy a hacer yo con esto'.
Asombroso, verdaderamente era el espectáculo. La coña era que pese a que los tres primeros días el asunto es gratuito -de las gratuidades esas que evidentemente siempre terminamos pagando entre todos- había que coger el bono gratuito al subir al tranvía. Para ello el Cabildo había desplegado un ejército de azafatas y de guardias de seguridad que se vieron desbordados hasta tal punto que al para de horas mandaron bonos y control en los accesos al carajo y todo el mundo arriba, a discreción. Yo no sé cuánta gente llegó a meterse en algunos coches con capacidad para 200 personas. En alguno en los que nos subimos nosotros, que no pensarán ustedes que íbamos a perdernos esto, había sin duda más de 300, como en el metro de Tokio, lo mismo.
Sin embargo, sin duda, yo no puedo por menos que felicitar a la gente que controlaba esta historia surrealista en las paradas del tranvía, con una tensión impresionante que dio lugar a múltiples incidentes cuando la gente se subía o se acercaba demasiado a la plataforma, porque creo que no ha habido muertos pese al disparate. Ya el pueblo tiene tranvía y todas las autoridades, incluido lógicamente el Obispo, lo estrenaron desde el Intercambiador hasta la Trinidad. Acaso sea la primera y la última vez que ellos lo utilizan porque una caravana de coches oficiales vacíos seguían el recorrido del chisme para recoger de nuevo a los excelentísimos, reverendísimos e ilustrísimos. Los del Cabildo, por lo pronto, ya se han cargado la Plaza de España para poder aparcar sus coches frente a la misma puerta del Cabildo insular. Pero con este ganado tenemos que arar.
La valoración auténtica, la de verdad, la que vale... es posible que sólo podramos hacerla pasado el verano, aunque en 10 o 15 días, cuando se pase la novelería, ya podremos hacernos una idea aproximada de lo que va la cosa. El bono del tranvía se podrá utilizar en la guagua pero, de momento, el de la guagua no se puede utilizar en el tranvía. Con eso les digo casi todo. Por lo pronto no retiramos una sola palabra de lo que hemos dicho de este disparatado proyecto. Bueno, una cosa sí, tarda un poco menos de lo que habíamos dicho, casi una hora, porque de la Trinidad al Intercambiador tarda entre 40 y 45 minutos, por mucho que llevaran el otro día, sin paradas, a los periodistas en 25 minutos, que de la velocidad que llevaban para impresionar casi se la pegan contra un coche despistado. En ese carril guaguas que tantas veces han anunciado por la autopista eso se podría hacer en 15 o 20 con una inversión 30 veces menor, pero eso es otra historia.
Y el mejor comentario, sin duda, el de aquel individuo de mediana edad que no paraba de hablar durante el viaje, al grito limpio, y que además de cantar las excelencias técnicas del proyecto, con todo tipo de datos, no paraba de repetir: "Cuando los canariones se enteren y nos vean con dos aeropuertos, con teleférico y con tranvía, chiquito cabreo no se van a coger". "Ya verás cómo enseguida van a querer uno", contestaba la vieja destornillada de la risa.
Ah, por cierto, que de todo esto lo más que me impresionó, sin duda, fue el discurso de José Segura -que por si alguien no lo sabe es del PSOE, o dice él que es del PSOE- que yo creo que llegó hasta excitarse alabando al aparato para el pueblo -que se creerán ustedes que él va a dejar el tremendo Audi de la Delegación del Gobierno- como si casi hubiera sido proyecto de él. No me faltó sino llorar.
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