Canarias Insurgente / Redacción.- Corrupción, corruptos: palabras éstas que se oyen y se leen a diario, en estos tiempos de "democracia" [la de unos pocos sinvergüenzas] asociadas a políticos inmunes a la probidad y la justicia, corrupción que impregna a la política y políticos en Canarias. Esta realidad acabará por causar la degradación de nuestra sociedad mediante una especie de septicemia galopante y contagiosa causada por los agentes patógenos de la democracia de los políticos corruptos -construgobernante- [que son cada día más].
La corrupción es una enfermedad infecciosa, grave, producida por la inmoralidad, la avaricia y el desprecio absoluto a los ciudadanos. Perverso fenómeno éste que origina múltiples focos de latrocinio y enriquecimiento rápido e ilícito a costa de los demás.
Se hace necesario tener presente qué es lo que se entiende por corrupción para poder entender el daño que los corruptos le hacen a la sociedad.
Según la RAE se entiende por corrupción en las organizaciones, especialmente en las públicas, la práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.
Son sinónimos de corrupción: latrocinio, cohecho, codicia, soborno, inducción, prevaricación, amoralidad, podredumbre, escándalo, deshonestidad, venalidad, soborno, inmoralidad, degradación, indecencia, hampa, mafia, impudicia, envilecimiento, deshonra, delito, vileza, demagogia, prepotencia, nepotismo, absolutismo, infamia, abuso de poder, amiguismo, chanchullería, fraude, falsedad, construgobierno -que define cómo se articulan los intereses de gobernantes y empresarios en Canarias-, especulación, pelotazo... Todo lo anterior se resume de forma coloquial en un sólo término: mamandurria.
Mamandurria: Según el diccionario de la RAE este término se define: De mamar: Sueldo que se disfruta sin merecerlo, sinecura -empleo o cargo retribuido que ocasiona poco o ningún trabajo- , ganga permanente.
Basta hojear la prensa, oir la radio, encender la televisión, para darnos cuenta que existe una interrelación estrecha entre política y corrupción. Canarias es un ejemplo claro de esto, casos como la trama eólica, Tindaya, las Teresitas, el de la suspensión de su cargo del presidente de la Audiencia de Las Palmas -acusado de favorecer a un narcotraficante-, mociones de censura a base de talones bancarios -por ejemplo en Fuerteventura-, ICFEM (Instituto Canario para la Formación y empleo), caso Bango, el caso de Dimas Martín, el de la empresa pública Saturno, la venta de la Favorita , el caso Casinos de Las Palmas, el concurso del Istmo de Santa Catalina, el crimen de Riquel...
Una sociedad de justicia, libertad y democracia sólo puede mantenerse si se dota de mecanismos para hacerla abierta y transparente, justa y solidaria. Y es ésta sociedad a la que aspiramos los ciudadanos canarios, una sociedad donde vivir en libertad. Una sociedad donde los representantes políticos y las instituciones públicas den muestras creíbles y constrastables de honradez e integridad, cuando hablamos de políticos nos referimos a personas concretas, con nombres y apellidos, que se erigen en los protagonistas políticos y gestores de los recursos públicos en nuestras islas.
Sin embargo, hoy en Canarias, un siniestro fantasma recorre sus tierras, sus costas y sus mares, el fantasma de la corrupción, no debemos olvidar que tanto los partidos políticos como las instituciones públicas han sido, son y seguirán siendo ”permeables” a la corrupción que trasciende partidos, personas, fronteras ideológicas, instituciones públicas, empresas privadas...
En Canarias se necesitan políticos honorables con voluntad para promover el uso honesto de los recursos y que articulen sistemas de prevención, detección y disuasión ante el sangrante expolio que produce la corrupción, también es responsabilidad de los ciudadanos combatir y denunciar a los corruptos mediante la preceptiva denuncia ante los juzgados
Los casos de corrupción generalizada han tomado carta de naturaleza en nuestra sociedad de forma cotidiana, entre ellas: apropiación o malversación de fondos públicos, contratos onerosos al erario público o que no se hayan celebrado conforme a las leyes y los reglamentos, irregularidades en las subastas, en numerosas recalificaciones urbanísticas para favorecer intereses particulares, uso indebido de equipos y personal de las instituciones públicas para fines partidistas, conducta antiética, nepotismo, uso del dinero público en beneficio propio (viajes, facturas de teléfonos moviles, comilonas...)
Todo esto se debe al déficit democrático en el que se desenvuelven los partidos políticos en Canarias. Mientras no existan leyes que obliguen a los que gobiernan a responder por sus actos y que les impidan tomar decisiones por su cuenta, esto será lo que es, pura basura, un verdadero estercolero.
La ineficacia, el sectarismo, las políticas egocentristas, la irresponsabilidad o corrupción... generan situaciones sociales, económicas y morales de injusticia y desigualdad de los ciudadanos. Esta situación es muy grave y no podemos ignorarla ni tolerarla.
Como muestra basta con leer cualquier periódico para darnos cuenta de la gravedad de este cancer social que es la corrupción, en especial de las personas se suponen deberían velar por una adiministración justa de los recursos públicos, de impartir justicia igual y al alcance de todos los ciudadanos.
Una sociedad justa, libre y democrática sólo es viable si se generan mecanismos para hacerla abierta y transparentemente gobernada, sin olvidar que las reglas del juego democrático obligan a rendir cuentas al pueblo.
En la actualidad un político honesto es un rara avis dentro del gran zoo que es la política en Canarias.
Comentarios