Txanba Payés / Artículos de opinión.- Los actuales países latinoamericanos no surgieron de la noche a la mañana, ni tampoco surgieron como por arte de magia. Cuando los españoles llegaron, impusieron, con la espada y la religión, una cultura y una religión, en otras palabras impusieron una manera de vivir. Los criollos (hijos de españoles) nacidos en el "nuevo Reino" empezaron a sentirse discriminados por aquellos que llegaban de Europa. Con el paso de los años, los tataranietos de los criollos, influenciados por los ingleses decidieron que debían y podían ser libres de vender sus mercancías a cualquiera que se las comprará y, el mejor comprador era, el comerciante inglés. Para ello era necesario independizarse de la corona española. Así nacen los actuales países latinoamericanos. A medida que uno se sumerge en la historia reciente como pasada nos damos cuenta de cómo se han enriquecido las oligarquías, y cuando leemos los acontecimientos que se produjeron con la llegada de los europeos al continente recién "descubierto", nos invade primero la incredulidad, luego la impotencia, y por último nos damos cuenta que desde muy pequeños en las escuelas, nos han estado engañando, es cuando empieza a hacer mella, la rabia, ante las atrocidades que existieron y que se nos ocultaron.
Recientemente el actual Papa decía en uno de sus discursos que nuestros antepasados no habían experimentado represión alguna y que no hubo imposición cultural. Por eso nos escandalizamos, y con razón ante esas obtusas palabras del actual representante de la Iglesia Católica y Romana; la evangelización a la llegada de los españoles no fue, dice, una «imposición ni una alienación» y añadía, que sería un «retroceso y una involución» querer rescatar las religiones de los ancestrales. El cristianismo en general se mostró siempre sensible al pobre, pero implacable y etnocéntrico frente a la alteridad cultural. No nos cansaremos de decir que lo que hay escrito hasta nuestros días es el punto de vista del "vencedor". Y en esos escritos, como es bien sabido, jamás van a reconocer que cometieron barbaridades, ni muchos menos, que hubo un holocausto y un etnocidio en América latina. El vencedor siempre dirá que no existió. Todos sabemos que, del Etnocidio y el holocausto, llevado a acabo por los españoles primero y luego por los portugueses en América latina, existe... de los 22 millones de aztecas en 1519, cuando Hernán Cortés invadió México tan sólo 50 años después en 1600 quedaba un millón.
Para ellos, hablar de eso, es volver al pasado. Para ellos que los indígenas, que los pueblos latinoamericanos recuperen la memoria es un retroceso e involución. No les gusta que las víctimas de hoy, los pobres de hoy se llenen de valor y les griten desde la memoria histórica, asesinos. Para los vencedores, es necesario olvidar. La iglesia institucional de entonces fue cómplice y lo sigue siendo, siempre estuvo al lado del que tenía la espada y el oro. Hoy sigue la iglesia institucional estando al lado de los que tienen las metrallas y el dólar. Empecemos, pues, rasgándonos las vestiduras ante la iglesia y las oligarquías latinoamericanas. Utilicemos todos los medios a nuestro alcance para denunciar y desenmascarar que detrás de las palabras del Papa, subyace el punto de vista de los vencedores, en otras palabras, el punto de vista de las oligarquías actuales del continente latinoamericano.
Un buen conocedor, - desde el punto de vista religioso - de la historia de la iglesia y, una de las figuras influyentes de los teólogos latinoamericanos, también desenmascara el etnocidio que se hizo con los pueblos indígenas. Boff sigue aportado con sus reflexiones, sus libros, y sus escritos, una dignidad que debemos construir y una memoria que debemos rescatar. Boff ha dado su granito de arena a la historia, desde el punto de vista teológico a la liberación de los pueblos latinoamericanos. Sin perder, pues, esta perspectiva, dice:
No debemos olvidar nunca que nuestra sociedad está asentada sobre una gran violencia: sobre el colonialismo que invadió nuestras tierras y obligó a hablar y a pensar en los moldes culturales del otro, sobre el etnocidio indígena, con su cuasi-exterminio, sobre la esclavitud que redujo millones de personas a «piezas», sobre la dependencia actual de los centros metropolitanos, dependencia que dificulta nuestro camino autónomo, y hasta se quiere prescindir de nosotros. Las desigualdades sociales, las jerarquías discriminatorias y la falta de sentido del bien común se alimentan todavía hoy de este substrato cultural perverso.
Es necesario, pues, recuperar lo que no se ha dicho, de lo que se hizo. Y de lo que se ha dicho hasta hoy, desenmascarar lo que subyace, que no es más que justificar y en este caso negar con falacias y mentiras, las masacres, violaciones cometidas en nombre de un nuevo dios y de una cultura impuesta a quiénes tenían, desde miles de años, otra religión y otra cultura.
Lo que se hizo con nuestros antepasados en el continente latinoamericano, se sigue haciendo hoy, con la inmensa mayoría de nuestros pueblos; indígenas, negros, mestizos, campesin@s, obrer@s, etc. El modo ha cambiado, el neoliberalismo económico sigue desangrando a millones de pobres, no sólo en América latina también en otros países del mundo.
Es necesario no olvidar, recuperemos, pues, nuestra historia, para que las víctimas, millones, y anónimos, vuelvan a tener rostro. Hagamos con ello que recuperen su dignidad a través de la memoria. Es, pues, necesario que todos, quienes nos sentimos parte de la inmensa mayoría del pueblo latinoamericano, que nos sentimos dolidos, por aquellos que quieren negar nuestras culturas, levantemos nuestras voces y les digamos, que les gritemos, ¡mienten!. Quieren ocultar la historia del etnocidio y el holocausto que se llevó a cabo en nombre de su dios. Que no es el Dios de los pobres de América latina. Debemos exigir al Papa, que pida disculpas, unir nuestras voces a la del presidente de Venezuela Hugo Chávez. Y así como el Papa, manda a callar a sus teólogos. Nosotros, los latinoamericanos, le callemos a él.
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