Eustaquio Villalba Moreno* / Artículo publicado en Canarias Ahora.- El jueves 26, y convocado a las 19,30, la Fundación Pedro García Cabrera organizó un debate en el Hotel Mencey e invitaron a los tres principales partidos de Canarias, CC, PP y PSC, representados en esta ocasión por José Miguel González, Manuel Fernández y Santiago Pérez respectivamente. El medio ambiente en los programas electorales era el tema propuesto por los organizadores. El acto comenzó, sin explicaciones ni excusas a los asistentes, con veinticinco minutos de retraso y la exposición por parte del moderador de unas “breves” hagiografías de los protagonistas que, según nos desveló, son también sus amigos.
La sorpresa para los asistentes vino a continuación: en sus cronometradas exposiciones los participantes nos hablaron del cambio climático, del crecimiento de la población mundial, nos explicaron lo que era el medio ambiente, nos dieron una lección de derecho, nos informaron de lo que era la participación ciudadana, el protocolo de Kyoto, la cantidad de leyes que protegen el territorio, que los ciudadanos no ahorramos energía, que no hay que limitar el crecimiento, que los ecologistas son unos seres irracionales que añoran los años cincuenta.
Pero no dedicaron ni una palabra a los problemas medio ambientales del archipiélago, ni aludieron a casos concretos, los que están en la opinión pública y en la publicada. Las intervenciones posteriores siguieron por los mismos cauces surrealistas que en el turno anterior, Santiago Pérez, bicandidato socialista al parlamento y al cabildo, el adalid de la transparencia, la coherencia, la honestidad y tantas otras cosas, nos dijo que él nunca ha dicho que está en contra de un puerto en Granadilla; solo le faltó añadir que va a las manifestaciones para contar a los que estamos en contra y que, para disimular, se pone una pegatina con el “No al puerto de Granadilla”. Al mencionar de pasada el caso de las Teresitas, se olvidó explicar las razones que han llevado a la Dirección General de Costas a financiar las obras del frente de playa. En su brillante disertación sobre las leyes y la democracia no puso como ejemplo la ley de Costas de 1988 y sus (in)cumplimientos en la playa de Santa Cruz. Él, que presume de ser el autor de la denuncia, no dijo nada de las obras que se están haciendo en los terrenos ganados al mar. La querella de la Fiscalía lo que deja bien claro es que el pelotazo ha sido posible por la necesaria colaboración del Gobierno socialista al permitir Costas la privatización del dominio público. (Por cierto ¿porqué en estas obras no hay ningún cartel que las identifique?)
José Miguel González estuvo genial haciendo una caricatura de si mismo en su atropellada e ininteligible lectura de las directivas comunitarias. Habló como si su partido no tuviera pasado, se “olvidó” del despilfarro energético que caracteriza la economía canaria, del derroche en la administración pública en luminarias, aire acondicionado, edificios inadecuados y tantas otras cosas. Según este ilustre representante, los problemas han surgido por generación espontánea, es algo inevitable al “desarrollo” económico, pero ahora prometen que van a ahorrar en las administraciones, potenciar las energías renovables, erradicar las especies exóticas, arreglar el tráfico, conservar la biodiversidad, etcétera, etcétera.
El representante de CC, el alabado gestor de de espacios naturales, es el mismo que se fotografío en 1971 celebrando la suelta en parque nacional del Teide los primeros muflones, un problema que no ha resuelto su partido en los muchos años que llevan controlando el Gobierno de las Islas. Nada dijo del desastre en el que se encuentra el tratamiento de residuos, la depuración de aguas, tampoco habló de las responsabilidades ni de “sus” soluciones ante la indiscriminada ocupación del territorio. No tuvo tiempo para explicarnos como un espacio natural protegido, además de Zepa y Lic, vaya a ser destruido irreversiblemente con dinero público y justificándolo como obra de arte. Y, para más inri, tampoco sabemos qué pasó con el dinero de Tindaya, por no saber parece que se ignoran estos políticos quienes son los responsables del creciente deterioro de la calidad de vida de los habitantes de las Islas.
El representante del PP dejó bien claro para lo que estaba: su objetivo es defender los intereses de empresas como de Anfi Tauro y, para este abanderado del crecimiento descontrolado, hay que urbanizar mientras esto sea negocio y para eso considera necesario quitar las medidas legales limitadoras del sacrosanto mercado. De medio ambiente, de respeto a las opiniones y a los argumentos ajenos, dejó bien claro que no es su fuerte, que necesita informarse. Todos ellos hablaron de participación ciudadana, unos con más énfasis que otros, pero los tres se olvidaron de explicar las razones por la que el parlamento canario, del que forman parte, no admitió a la iniciativa legislativa popular instando al parlamento a debatir el puerto de Granadilla, un problema que aglutina y preocupa a miles de ciudadanos. Visto los derroteros del debate, a la hora y media, un grupo de personas decimos abandonar la sala. Un rato de ambiente surrealista está bien, pero demasiado puede resultar dañino para la mente y el discernimiento.
Cuando recibí la invitación de la Fundación Pedro García Cabrera pensé que asistiría a un debate con participación del público, mi sorpresa fue mayúscula, ¡nos habían invitado a la grabación de un debate televisivo! Eso se avisa, es más cómodo verlo en casa. Aunque no creo que este programa vaya a batir record de audiencias. Es comprensible la escasa asistencia, pues todo consistía en escuchar pasivamente los floridos (nunca mejor dicho) discursos de estos veteranos profesionales de la política. Con este formato es difícil que la Fundación Pedro García Cabrera contribuya a la información y a la participación de los ciudadanos en la vida política, así solo se consigue agradar a los partidos que controlan el poder en Canarias, los mismos que graciosamente conceden las subvenciones.
* Portavoz de ATAN
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