Agapito de Cruz Franco / Artículos de opinión.- Creer es el único verbo irracional del diccionario. El resto obedece a un proceso lógico, a una relación causa efecto entre su significante y su significado. Creer, no. No interviene la inteligencia sino la voluntad. Obediencia ciega. Adhesión al líder. Culto a la personalidad. La devotio ibérica en la época de Viriato, los numantinos y los primitivos iberos era un pacto entre el señor y el sirviente en la guerra, conforme éste lo daba todo por aquél. Hasta la vida. Las religiones, que es cosa de creer o no, poseen todas sus particulares devotos, hasta el punto de llegar a morir por su dios, por sus semejantes, por su líder. Hay religiones cuyos adeptos mueren matando. A veces a lo largo de milenios, extinguiendo pueblos y culturas. Hay una profunda fe en todo ello. “Muero porque no muero”, “morituri te salutant”, “patria o muerte”, “muera la inteligencia”, “viva los novios de la muerte”, “todo por la patria”, etc son expresiones propias de la fe de los muertos, que es en donde esta alcanza su cénit.
Como en la religión o la milicia, la fe también existe en política. No en vano la religión fue la primera expresión de ésta en aquellas primitivas sociedades ágrafas. Y ahora ésta, una nueva forma de aquella. La democracia representativa es cosa de creer o no. Otra cosa sería la democracia directa donde los intermediarios ante el Templo de la soberanía popular desaparecerían para dar paso a la sociedad sin cabezas visibles o invisibles. No es el caso de la política institucional en la que la relación representantes-representados se basa únicamente en la voluntad. En la fe.
Y la fe es muy poderosa. La fe mueve montañas. Hay muchos ejemplos en Canarias: conos volcánicos que han devenido en hoteles, en colegios, en escorias urbanísticas; cumbres que han borrado sus lomos y aparecido impresionantes construcciones e infraestructuras. Una pequeñita, pero entrañable y que la fe ha movido, será inaugurada pronto en La Orotava. Antes se la conocía como El Gurugú y las niñas y los niños iban allí de excursión a comer la merienda. Hoy ha aparecido una rotonda con fuente y coches alrededor. Cosas de la fe, sobre todo en la Villa, donde el primer mandatario le tiene puesta una vela permanente a San Ambrosio, Padre de la Iglesia.
La época que se avecina es electoral. Me indigna el derroche de millones de euros en publicidad y marketing prometiendo acabar con la pobreza y es que no se lo creen ni ellos. Me molesta que algo que es obligación de los gobernantes, como las diferentes obras y servicios hechos, nos los pasen ahora por las narices haciéndonos creer que los han hecho ellos y peleándose por inaugurar obras, e incluso molestándose si unos las inauguran “con dinero de los otros”, como si el dinero no fuera público. Y es que se tienen creído que es de ellos, lo que aparte de su complejo de inferioridad y de una autoestima por los suelos, denota una fe ciega en sí mismos. Sin embargo, me molesta más aún que no nos pasen lo que no han hecho.
En esta época de fe de papeleta, en lugar de priorizarse los proyectos políticos para la ciudadanía prima el hombre anuncio. La política objeto. Importan los intereses del partido y no del pueblo. Si hubiera listas abiertas el pueblo elegiría a los mejores y a las organizaciones políticas no les quedaría más remedio que trabajar juntas para el pueblo, conjugando sus proyectos cada uno desde su óptica, en lugar de hacer al pueblo trabajar para ellos.
Cuando llegue pues el 27 de mayo podemos optar por dos cosas: una, quedarnos en casa. Al fin y al cabo el cambio social lo produce la sociedad. Otra votar, si consideramos que unas elecciones democráticas son parte de esa sociedad. En este caso, y dado el cheque en blanco que vamos a otorgar a los candidatos y con una ley electoral como la de Ohm donde a río revuelto ganancia de pescadores, no te queda más remedio que levantar tu brazo, elevar los ojos al Altísimo, y al grito de: “Que sea lo que dios quiera”, introducir tu voto y a esperar. Cuatro años. Y rezar. Sobre todo rezar, porque tal como están las cosas, esto de la participación democrática, es sólo cuestión de fe…
Artículo publicado hoy, 22 de marzo de 2007 en "La Gaceta de Canarias", sección Tribuna abierta, pág. 4.
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